Intercambia alcancías de feria por alimento

HISTORIA

Los ferieros están luchando por sobrevivir

Rafael García Sosa, “El Buki”, es feriero en Hidalgo. (Francisco Villeda)
Francisco Villeda
Atotonilco de Tula /

La situación económica para los vendedores de feria es complicada por la contingencia sanitaria por covid-19, y ello los ha obligado a buscarse la forma de ganar dinero o llevar alimento a sus hogares, incluso cambiando su mercancía por un producto de despensa.

Rafael García Sosa, “El Buki”, un hombre de 52 años de edad, originario de la colonia El Banco-El Tepeyac, junto a Tulancingo, ha dedicado casi toda su vida a la venta en las ferias, y hoy atraviesa por una difícil situación económica ante la suspensión de dicha actividad recreativa.

Padre de cuatro hijos, tres de ellas mujeres y un hombre, Rafael junto con su esposa ha encontrado en el oficio de feriero un sostén para su familia.


Aunque proviene de la zona de Tulancingo, dice que labora cotidianamente en la región Tula-Tepeji, de feria en feria.

Cada semana había ferias: lo mismo estaba en la feria de San José, en Tula de Allende; que en la de Ocampo, Atotonilco de Tula; en la de San Gabriel, Tezontepec de Aldama; o salía de la zona para ir a otras como la de Santiago de Anaya.

Ahora sin embargo, a raíz de la contingencia sanitaria, “el mundo se le vino encima” a los ferieros. A él le afectó la cancelación de la feria de Tula, ya estaba ahí, pero el nuevo coronavirus obligó a dejar su sostén, las ferias, el entretenimiento.

Algunos ferieros se fueron a laborar como albañiles, a pintar topes, guarniciones, a otros oficios o simplemente tuvieron que vender bienes para sobrevivir; él, dedicado a la elaboración de alcancías de yeso desde hace 35 años, tras dejar la escuela, ha buscado la forma de vender su mercancía en medio de esta pandemia, pero no es tan fácil, admite.

Está consciente de que la situación económica es grave para todos, que hoy en día una alcancía no es esencial, no hay ni siquiera “cabeza” para ello, pero debe sobrevivir, llevar algo de comer a sus tres hijas y a su esposa; su hijo ya “hizo” su vida aparte, ya se casó, dice.

Decidió regresar a la zona de Tula, a instalarse en cualquier punto para tratar de intercambiar su mercancía por algo de despensa o venderla, para llevar alimento a su familia.

Llegó al centro de Atotonilco de Tula; se instaló en la esquina de la parroquia y el jardín municipal, sobre la calle república de El Salvador, puso sus alcancías en el piso y colocó un letrero que a la letra dice: “Vendo o cambio por un kilo de ayuda, gracias. Soy feriero”.

Estuvo por mucho tiempo en el sitio, pero apenas y vendió tres alcancías, hasta que un joven subió la fotografía de las alcancías a Facebook y solicitó el apoyo para el hombre.

Desde ese momento, casi las cinco de la tarde, mucha gente empezó a llegar a donde estaba el hombre de pantalón de vestir color gris, camisa color verde esmeralda, pelo cano, lacio y con bigote grande.

Leche, arroz, lentejas, pan, fruta, huevo, conservas, comida, empezó a llevarle la gente al hombre, quien a cambio, humildemente ofrecía alguna de sus alcancías como agradecimiento.

La gente llegaba al lugar en automóvil, en bicicleta, caminando, dejaba el producto, le deseaba buena suerte al hombre; algunos aceptaban recibir a cambio una alcancía, la mayoría no.

El hombre insistía humildemente, con un tono marcado de agradecimiento, en que tomaran alguna alcancía como agradecimiento; niños, jóvenes, una mujer del motoclub Bad Monkey’s, Atotonilco de Tula Hidalgo, y otros adultos desfilaron por el lugar para solidarizarse con el hombre y dejarle algo de despensa.

Él señala que solo desea trabajar, vender sus productos para llevar el pan y la sal a su mesa, por ello pide a la gente que a cambio de su producto de despensa se lleve una de sus alcancías, las cuales elabora con mucha dedicación y ofrece de corazón a quienes se solidarizan con él en este momento difícil, cuando su familia carece de recursos para sobrevivir.

Por esa solidaridad está sumamente agradecido con Atotonilco, un municipio en el cual ha trabajado en las ferias; hoy podrá llegar con algo de despensa a la casa, y con menos alcancías, las cuales son su modo de sobrevivencia, en esta suerte de trueque para obtener alimento.

Sabe que retomar actividades como las ferias o cualquier comercio ahora es difícil, no es algo que dependa de una persona, es algo que sobrepasa todo, incluso a nivel internacional, y está consciente, pero no pide las cosas regaladas, solo pide la oportunidad de trabajar, y de intercambiar lo que elabora con sus manos por algo de alimento.

Hace algunas semanas protestaron en gobierno del estado y les ofrecieron un apoyo, el cual hasta ahora no ha llegado, pero no se queda cruzado de manos, porque “hay que salir a buscar la vida hasta donde esté, no hay que esperar a que nos vengan a decir qué nos hace falta”.

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