En 1982, el poder de los bancos mexicanos era tan grande que, de no haberse nacionalizado el sector, Bancomer hubiera tenido los recursos suficientes para comprar al español BBVA, su actual controlador, afirmó Aurora Gómez Galvarriato, historiadora económica y social del Colegio de México (Colmex).
De acuerdo con la especialista, los bancos mexicanos hace cuatro décadas estaban bien capitalizados y tenían un desarrollo avanzado, a tal grado de que eran un referente a escala mundial en materia de innovación y tecnología que, de continuar así, pudieron ser parte de los jugadores bancarios globales de ahora y no ser un sector concentrado en grupos financieros extranjeros.
Los bancos mexicanos de entonces eran visitados por extranjeros, principalmente españoles que venían a conocer y aprender de las innovaciones del país como fueron en su momento el uso de tarjetas de crédito, cajeros automáticos, así como la incorporación de nuevos sistemas.
“Realmente los bancos mexicanos pudieron ser parte importante de estos jugadores bancarios globales, es decir, podríamos ver que en vez de que Bancomer fuera comprado por BBVA pudo haber sido al revés”, destacó la también doctora en Historia por la Universidad de Harvard.
Galvarriato explicó que la banca que se expropió el 1 de septiembre de 1982 durante el último Informe de Gobierno de José López Portillo, fue un parteaguas para la historia económica de México, toda vez que terminó con los más de 50 años de crecimiento y desarrollo del sector que inició desde la Gran Depresión de la década de 1930, a partir de las medidas que tomó el gobierno y el Banco de México (Banxico), durante este periodo hicieron que los bancos se volvieran realmente mexicanos, antes de eso los que operaban en el país eran sucursales de extranjeros.
“Esta banca que comenzó a surgir a partir de 1932, era una banca que trabajaba con las políticas gubernamentales de financiamiento para la industria y otros sectores a través de los programas que establecía el Banco de México, su desarrollo y modernización fue bastante relevante hacía los años 60 o 70 era incluso visitada por banqueros españoles", contó.
Sin embargo, cuando los bancos se volvieron empresas estatales, hubo un deterioro en muchas de sus políticas, como fue la selección de proyectos para otorgamiento de crédito y por otro lado en el desarrollo paralelo de casas de bolsa que establecieron los privados.
La historiadora aseguró que este “desastre bancario” se complementa después con una nueva privatización anunciada en 1992 cuando Carlos Salinas de Gortari entregó los bancos a empresarios que estaban estableciendo casas de bolsa y otras empresas financieras, que no tenían la experiencia institucional con el desarrollo bancario y que culminó en la crisis de 1995 siendo entregados a manos extranjeras.
“Este proceso de expropiación de la banca, en lugar de ser un proceso de nacionalización acabó por ser la extranjerización de la misma, que es lo que conocemos hasta nuestros días. Además, terminó por marcar una ruptura muy fuerte entre el gobierno y el sector privado, ya que, a partir de este hecho, los empresarios tuvieron más preocupación de que el gobierno pudiera expropiar de manera arbitraria en otros sectores y arriesgue su inversiones”, explicó en entrevista.
Aurora Gómez Galvarriato reconoció que actualmente los bancos en México ofrecen los servicios financieros adecuados y que están a la par incluso de los países más desarrollados, y aunque son de matrices extranjeras buscan la nacionalidad mexicana y contribuyen al desarrollo del país, a pesar de esto el problema sigue en el nivel bajo de bancarización
“Al final, si bien las empresas globales pareciera que no tienen nacionalidad, si terminan teniéndola, tanto impulsando el desarrollo más amplio del país al que pertenecen, como ofreciendo oportunidades a quien trabajan en esos bancos y a la población en los lugares en donde operan. México sería un país más fuerte si tuviera estos bancos mexicanos como bancos globales en lugar de tener prácticamente todo su sistema bancario en manos de extranjeros”.
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