Banxico recorta a 1.6% su pronóstico de crecimiento económico para México en 2023

Se espera una gradual mejoría en el ritmo de crecimiento de la economía mexicana en 2024.

Actividad económica en México. /(Especial).
Karen Guzmán
Ciudad de México /

El Banco de México (Banxico) redujo su pronóstico de crecimiento económico para 2023, de 1.8 a 1.6 por ciento, mayor a la mediana de los analistas que es de 1.1 por ciento y por debajo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 1.7 por ciento.

En su reporte trimestral, correspondiente al periodo octubre-diciembre de 2022, mantuvo sin cambios sus expectativas de inflación anunciadas en el anuncio de política monetaria del pasado 9 de febrero, en 4.1 por ciento, pero prevé que la inflación general se ubique en niveles cercanos al objetivo de 3 por ciento, hacía el cierre de 2024.

El ajuste en la expectativa del Producto Interno Bruto (PIB) se dio ya que el Banxico espera un deterioro en las expectativas de crecimiento y una eventual desaceleración para la economía de Estados Unidos, principalmente en la actividad industrial; también se podría provocar una disminución en la demanda externa de México, aunque espera que el consumo local pueda mitigar dicho impacto en el mediano plazo.

“Posteriormente, en congruencia con la reactivación esperada de la economía estadunidense hacia 2024, se espera una gradual mejoría en el ritmo de crecimiento de la economía mexicana en dicho año”, destacó Banxico.

De acuerdo con el Banxico, los riesgos para las previsiones de la actividad económica están que, en el marco del tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que el país sea destino atractivo para la inversión, así como que la economía muestre resiliencia mayor a la esperada ante el difícil entorno internacional y la debilidad anticipada del crecimiento económico mundial.

En lo que respecta a la inflación, el banco central contempla entre los riesgos, la persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados, nuevas presiones al alza sobre las referencias internacionales de alimentos y energéticos, las presiones externas asociadas con la evolución de la pandemia o la reapertura económica de China, nuevos episodios de depreciación cambiaria y presiones por mayores costos que pudieran traspasarse a los precios del consumidor.

srgs


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