En la mitología griega, previo al surgimiento de los dioses olímpicos, los titanes eran los que dominaban el mundo. Cronos era el destacado, quien con ayuda de su madre (Gea) mató a su padre (Urano), y tras desprenderse de sus órganos y lanzarlos al cielo, dio origen a otros personajes míticos.
Este acontecimiento mitológico sirve para traer a escena a Bernard Arnault, quien supo cómo imponerse a su padre para convertir un pequeño negocio en un conglomerado internacional. Su marca insignia, LVMH (Louis Vuitton & Möet Hennessy), lo ha convertido en la segunda persona más acaudalada de Francia.
Con 58 años de edad, el empresario francés cuenta con una fortuna de 56 mil 300 millones de dólares y ha superado incluso a Liliane Bettencourt, la heredera de L´Oreal (la mujer más rica del mundo), como la persona más adinerada del país europeo.
Si Bernard no se hubiese impuesto a la postura de su padre de continuar con el pequeño negocio familiar y dejar las ideas de expansión a un lado, quizá el conglomerado de 70 marcas entre las que destacan Louis Vuitton, Sephora, Bulgari y Dom Perignon, no existiría.
“El papa de la moda” creció en Roubaix, una pequeña ciudad franco-belga al norte de Francia, hijo de un empresario dedicado a la industria de la construcción, su desarrollo empresarial comenzó tras sus estudios en ingeniería en la Universidad Politécnica de París y al involucrarse con su padre en el regimiento de la empresa inmobiliaria de su abuelo materno.
Su visión era contundente: para minimizar los riesgos de pérdida, había que diversificar las actividades de la empresa. En 1981 y ya con la idea de posicionarse dentro del mercado de lujo a través de sus distintos componentes, Arnault se trasladó a Estados Unidos. Ahí se dio el inicio del gigante del lujo, con una pequeña participación como accionista de Boussac, conglomerado que dirigía marcas como Christian Dior, para después adquirirlo.
El despunte a escala mundial se dio con la adquisición en 1989 de Louis Vuitton, la marca de marroquinería de lujo nacida en el siglo XIX y su marca definitiva hasta la actualidad.
Liderazgo
El duelo titánico en el mundo del lujo se ha dado entre Bernard Arnault y el dueño de PPR (Pinault-Printemps-Redoute), François Pinault.
La batalla entre ambos empresarios comenzó con la disputa por una participación accionaria de la empresa italiana de moda Gucci. La pelea fue mediática, ambos directivos fueron protagonistas de titulares de periódicos con acusaciones y documentos comprometedores.
Lo cierto es que ni la adquisición de Gucci por parte de Pinault ha influido en el éxito empresarial del dueño del lujo. Incluso Giorgio Armani se ha referido a él como “una persona interesante”, por el logro multimillonario que consiguió en la industria.
En 2013 la fama de Arnault se vio envuelta en un escándalo pues el empresario pedía la nacionalidad belga para evadir impuestos.
El ojo de la población estuvo nuevamente puesto en él y ni el hecho de que la esposa del presidente francés, Emmanuel Macron, vista con los diseños de LV ha ayudado a que su reputación mejore en su país natal.
Arte y negocios
Como muchos de los empresarios más poderosos del mundo, Arnault ha entendido que el arte es uno de los elementos en los que la inversión da resultados satisfactorios para quienes la promueven. Es así que el dueño de LVMH ha impulsado desde 2014 su participación en la industria artística con el museo Fundación Louis Vuitton, en el cual se exponen piezas de artistas como Jeff Koons y Jean-Michel Basquiat.
Inicio
Como en la mitología griega, Bernard desafió a su padre e impuso su idea de llevar un pequeño negocio a las ligas mayores.
Firma
Su conglomerado de la moda genera marcas de la talla de Louis Vuitton, Sephora, Bulgari y Dom Perignon.
“Top”
Es uno de los hombres más ricos de Francia, con una fortuna que asciende a más de 56 mil millones de dólares.