Aunque se ha generado más conciencia sobre el impacto del cambio climático y han aumentado las emisiones de bonos con etiqueta verde, pues los inversionistas buscan activos con beneficios ambientales; sin embargo, falta una regulación para verificar que los recursos se materialicen en dichos beneficios; ante esta situación, el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés) instó a los formuladores de políticas a evitar el lavado verde o “greenwahing”.
“Se está produciendo un cambio estructural en los mercados financieros y se está produciendo rápidamente; por lo tanto, necesitamos garantizar con urgencia la transparencia y la integridad del mercado en esta transición. Si queremos evitar una burbuja verde, debemos actuar ahora”, refirió el gerente general del BIS, Agustín Carstens.
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Durante su participación en el el evento Green Swan 2021 Global Virtual Conference, señaló que los mercados financieros pueden hacer una contribución importante para ayudar a la transición a una economía baja en carbono y proteger el planeta, y los formuladores de políticas deben capacitar a los inversionistas, mejorando la transparencia del mercado y disuadir el lavado verde de tres maneras.
Carstens indicó que se deben desarrollar taxonomías para la transición climática y alinearlas con objetivos de alto nivel como el Acuerdo de París; desarrollar estándares que permitan a los inversionistas comprender exactamente qué beneficios ambientales pueden generar los activos etiquetados como "verdes"; y desarrollar procesos de certificación y verificación que confirmen que los beneficios ambientales prometidos se logran realmente.
Explicó que, si bien la crisis climática no es responsabilidad exclusiva ni principal de los bancos centrales y las autoridades financieras, dada la naturaleza del problema en sí, la comunidad de bancos centrales reconoce cada vez más que tomar medidas contra el cambio climático es primordial y que hacerlo requiere una cantidad significativa de coordinación entre y dentro de jurisdicciones y sectores.
“No existe una fórmula milagrosa y ningún país u organización puede tener éxito por sí solo. Los riesgos financieros relacionados con el clima son tanto locales como globales, requieren que los países trabajen juntos, especialmente ahora que más de cien gobiernos expresaron su compromiso con un enfoque de cero emisiones netas de carbono”, apuntó el gerente general del BIS.
Aumento de emisiones verdes
Destacó que la cantidad de bonos en circulación con una etiqueta verde superó la marca de un billón de dólares y se situó en casi 1.2 billones de dólares a finales de 2020 y las inversiones en fondos con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) han alcanzado los 38 billones de dólares, una cuarta parte del total mundial.
Sin embargo, apuntó el ex gobernador del Banxico, las etiquetas ecológicas y las calificaciones ESG a menudo no son lo suficientemente claras sobre los beneficios ambientales prometidos y ofrecen pocas garantías de que los beneficios se materializarán.
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Detalló que parte del problema deriva del hecho de que estas etiquetas se basan en insumos, que son fáciles de verificar, más que en qué tan bien están alineados con productos o resultados concretos, que son más difíciles de hacerlo. Además, tales etiquetas y calificaciones rara vez están alineadas con objetivos políticos de alto nivel, como la transición a una economía con bajas emisiones de carbono.
Así, el BIS aseguró sus investigaciones han demostrado que etiquetar bonos como "verdes" no implica necesariamente que los emisores sean eficientes en carbono o reduzcan las emisiones con el tiempo. Las calificaciones de ESG tienen correlaciones bastante bajas entre diferentes proveedores, lo que refleja la variedad de diferentes entradas que los proveedores utilizan para llegar a sus calificaciones ESG.
lvm