La actividad turística es el tercer generador de divisas para México, apenas por debajo del sector petrolero y el automotriz, pero la propagación del nuevo coronavirus SARS-CoV2, causante de la enfermedad covid-19, cambió drásticamente esto. El impacto en las empresas turísticas y sus trabajadores, la mayoría mujeres jóvenes, por las restricciones de viajes no tiene precedentes.
En 2019, la contribución del turismo al producto interno bruto nacional fue de 8.7 por ciento. Antes del covid-19 se anticipaba que este año el número de turistas extranjeros aumentaría 2.7 por ciento, mientras que la derrama económica que estos dejarían llegaría a los 26 mil 700 millones de dólares.
Los pronósticos cambian todos los días y la única certeza existente es que tras el confinamiento la industria no volverá a ser igual.
En este contexto, Braulio Arsuaga, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET), órgano cúpula del sector en México que agrupa a 15 cámaras y asociaciones que en conjunto representan más de 90 por ciento de la actividad turística del país, hace un recuento de la reconfiguración que tuvo la actividad turística en México, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la influenza AH1N1 de 2009 y cómo una vez más se enfrenta al desafío de renovarse para recibir a millones de turistas cuando las restricciones de vuelos y distancia se empiecen a levantar.
¿Cuál es el panorama para la actividad turística en el país?
El turismo no será como lo conocíamos antes de la pandemia. La industria ha cambiado y cambiará muchísimo; vendrán muchas regulaciones que se estarán publicando en breve, a las cuales tendremos que adaptarnos. Hace 19 años, con el 9/11, se modificó toda la parte de entrada al país en temas de seguridad; al principio había filas de hasta cinco horas y no existían los formatos que hoy existen y que han hecho que todo sea un poco más ágil.
Después del covid-19 probablemente los viajeros van a tener que llevar cartillas de vacunación donde muestren que están sanos. Al principio llevará tiempo, pero después no iremos adaptando a eso y se desarrollarán tecnologías para ese procedimiento.
La industria de reuniones también va a cambiar y los hoteles enfocados en ese sector lo van a resentir. El confinamiento nos ha enseñado que podemos estar en distintos lugares a través de diferentes aplicaciones y tener reuniones por videoconferencia. De acuerdo con los lineamientos del sector, una convención es aquella que ocupa más de 10 cuartos en un hotel. ¿Te puedes imaginar el cambio?, muchos de estos encuentros pequeños se harán por la computadora y serán menos las que se tenga que hacer de forma presencial.
¿Cuáles serán los principales retos del sector?
El problema que yo veo en, por ejemplo, realizar distanciamiento social en los restaurantes, es que los proveedores nos van a seguir vendiendo el filete al mismo precio, igual que todos los demás insumos que se utilizan. Va a ser bien complicado y bastante interesante entender cómo van a ser las regulaciones y cómo vamos a interactuar.
Ya he visto prototipos de restaurantes con mamparas para separar a un cliente del otro, que en lo particular se me hace en contra de lo que uno va a estos establecimientos: comer rico, convivir con la gente y encontrarte con amigos y conocidos para platicar. También he visto mamparas en los aviones, donde se genera una especie de burbuja. Las pocas aerolíneas que están volando no tienen servicio de comida a bordo. Va a ser complicado.
Los que nos dedicamos al turismo vendemos experiencias. El viajero ve un lugar que desea visitar y se genera una expectativa, la que nosotros tendremos que cumplir pese a los cambios en las regulaciones. Hay que pensar que esta industria es de experiencias y uno de los valores de México es su servicio.
¿Cómo evitar las aglomeraciones en la industria?
Los cruceros van a tener que cambiar, por ejemplo. Estas embarcaciones llevan a miles de personas, muy cerca unas de otras, porque cuando hay una inversión de capital tan grande como en este tipo de negocios, las empresas buscan maximizar recursos teniendo tasas de ocupación elevadas. Todo eso debe cambiar; monetaria o financieramente no va ser viable, pero es algo que tenemos que planear desde este momento.
Algunos de estos aspectos ya se están hablando en el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) y son muchas aristas que vamos a ir atacando, no solo lo que tienen que hacer los gobiernos, sino que la iniciativa privada debe aportar conocimiento y enormes cantidades de inversión.
¿Llegará el punto donde, aun con distanciamiento social, el negocio vuelva a ser rentable?
Va a ser difícil. Lo que los empresarios siempre trataremos de hacer es, por ejemplo en un hotel, maximizar el potencial que tiene el terreno y si se empiezan a tener ciertas restricciones se hará más complicada la operación. Lo mismo pasará con la industria de la aviación; están las aeronaves A380, los aviones más grandes del mundo donde caben más de 300 personas y que ahora no pueden aprovechar al máximo. Es algo que dará mucho de qué hablar, se darán debates y habrá muchas cosas que en las que el gobierno tendrá que ceder, al igual la iniciativa privada.
¿La industria se podrá adaptar?
Sí, totalmente. La industria siempre se ha adaptado. Antes de los atentados del 9/11, en las Torres Gemelas, nadie imaginó que los filtros de seguridad cambiarían tanto. Todo era a mano y después vino la tecnología y hasta se creó un departamento especial en Estados Unidos para la seguridad de los viajeros. El turismo es resistente a los cambios y tendrá que volver a resistir la pandemia del covid-19.
Hoy por hoy a nadie le gusta pasar los filtros de seguridad y estar ahí 30 minutos. Ese procedimiento pone mucha tensión en el viajero y si a eso ahora sumamos el aspecto sanitario, puede volverse más tedioso, pero va a ser un tema de voluntad. Tenemos que entender todos que el mundo cambió y que si teníamos que llegar dos o tres horas antes (al aeropuerto), ahora será más tiempo para que puedas pasar por los filtros de sanidad que habrá.
Es algo que importa a todo el mundo y se tendrán que tomar diferentes puntos de vista de un gran número de empresarios y gobiernos. A final de cuentas se tiene que ir de la mano en este asunto, por la limpieza que se va a requerir en los hoteles y otros procedimientos que se deberán hacer. Ya se están dando algunos esfuerzos en la Asociación Nacional de Cadenas Hoteleras, así como en organizaciones a escala mundial.
¿Hay espacio para el optimismo?
La industria se encuentra unida, sorprendida y está trabajando para poder retomar lo antes posible las actividades. Es un sector que aporta 8.7 por ciento del producto interno bruto (PIB), genera cuatro millones de empleo, la marginación es menor en los municipios turísticos y es de los sectores que más emplea a más mujeres y jóvenes, además de aportar a la balanza comercial 14 mil millones de pesos. Es un motor de México y no lo podemos dejar morir.
Perfil Braulio Arsuaga
Braulio Arsuaga nació en Ciudad de México. Licenciado en administración de empresas por la Universidad Anáhuac, es maestro en administración por la Southern Methodist University de Dallas, Texas. Director de Grupo Presidente, fue titular de la Asociación Nacional de Cadenas Hoteleras (ANCH) y es uno de los 28 integrantes del Consejo de Diplomacia Turística.
lvm