En la Isla Duck Ledges está a la venta en su totalidad una cabaña por 339 mil dólares, unos 6 millones 863 mil 733 pesos, pero ¿qué tiene de atractiva esta propiedad en una isla, con vista al mar y frente a aguas profundas y porque su dueño Billy Milliken quiere venderla?
De acuerdo con The Washington Post, Milliken puso a prueba a su hija antes de casarse con su novio. El reto fue que la pareja tendría que pasar dos días solos en su isla privada, la cual no cuenta con playas de arena blanca, ni palmeras, pero si una ducha al aire libre, letrina y electricidad por "generador de maleta".
Los novios sobrevivieron, se casaron y hoy Milliken espera la llegada de su nieto.
Según la agencia de bienes raíces, Bold Coast Properties, la cabaña con dormitorio, ubicada en Wohoa Bay, en el condado de Washington, Maine, Estados Unidos, es el "mejor lugar para pasar el fin de semana en el mundo".
Y es que según las caracteristicas, en el terrero 1.5 lotes se construyó una cabaña en 2009, cuyo tamaño es de 50.1 metros cuadrados, con un dormitorio, pisos de madera, sin fuente de agua ni alcantarillado.
"Las cornisas que rodean la isla están llenas de focas para un entretenimiento constante. Como no tiene árboles, ofrece vistas de la naturaleza que no puedes encontrar en ningún otro lugar", advierte.
La cabaña está bien construida y a solo unos metros de las playas de arena en ambos lados, y se ubica a un corto viaje en bote desde el puerto deportivo público de Jonesport o las instalaciones de Addison, describe.
Según el diario, en los últimos 15 años, la isla ha servido como refugio, santuario, casa de vacaciones, lugar de reunión y lugar de recreación. Y en los últimos dos años, en lo que el mundo ha atravesado por la pandemia del covid-19, Milliken no ha ido allí.
Milliken lo compró la cabaña en 2007 casi por accidente, luego de un posible comprador, que portaba armas, le invitará a matar a un pato mientras estaban viendo la propiedad.
Fue cuando el propietario, temiendo que el tipo estuviera comprando la isla para matar a vida silvestre, se negó a vendérselo, y propuso a Billy Milliken hacerse de ella. Fue así como se enamoró de la isla con su soledad, olas rompientes, focas que ladran y el agua que se extendía a lo lejos.
MRA