Recientemente la agencia Fitch Ratings bajó la nota crediticia (calificación) de México y Moody’s cambió la perspectiva a negativa, lo que llevó a que hicieran lo mismo con empresas como Petróleos Méxicanos (Pemex) y otras compañías privadas pero, ¿eso en qué te afecta?
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La calificación es un nivel que refleja la calidad crediticia del emisor (gobiernos federales, estatales o municipales; empresas públicas o privadas); es decir, indica qué tan probable es que no cumpla con sus compromisos de deuda. A mayor escala de calificación, menores riesgos de impago y viceversa.
Cuando la calificación se reduce, el emisor se ve obligado a pagar más por la deuda que contraiga, pues se tiene que ofrecer un mayor rendimiento para que los inversionistas vean atractivo adquirir instrumentos del emisor que implican una mayor probabilidad de impago.
Esto implica que el costo de financiamiento para los emisores aumente, al tener que desembolsar más dinero para fondearse y con esos recursos seguir proyectos como, expansiones, investigación y desarrollo, apertura de nuevas sucursales, entre muchos otros. Al suceder esto, ese costo al final se puede ver trasladado en precios más altos de productos y servicios que pagan los consumidores.
Por otra parte, a mayor probabilidad de impago en el país, las tasas de interés en general tienden a aumentar, lo que encarece el crédito e implica que se tenga que pagar más por un financiamiento para adquirir diversos bienes y servicios, como automóviles y viviendas.
lvm