Fue el 7 de junio de 2012 cuando un doctor le dio a Lucio Nieto el mejor regalo de cumpleaños de su vida, como él mismo cuenta. Su esposa Rossana salía viva de un proceso de doble mastectomía, después de un agresivo cáncer en el seno izquierdo. Doctora de profesión y ejecutiva de la compañía textil Uniformes Empresariales, Rossana siempre había abogado por la defensa de los derechos laborales de las mujeres, por lo que su diagnóstico no solo la impactó a ella sino también a todas sus colaboradoras.
¿Cómo recibe este diagnóstico alguien que es médico?
Fue muy impactante para la gente que yo siendo médico, que siendo parte de los dueños (de Uniformes Empresariales) me pasara esto. Las del sindicato no podían creer que yo teniendo todo me diera cáncer. Pasé por todas las etapas. Me enojé, estaba muy espantada, es un guamazote, es un balde de agua fría que yo no esperaba. Se te distorsiona toda la integridad de tu familia, pero tienes que seguirle.
Yo no fui de las que le pueden escoger entre quimio, radio o cirugía. Para mí fue cirugía y radical, no un seno, sino los dos. Yo decidí que fueran los dos y gracias a Dios, porque en el estudio patológico salió que en la mama derecha ya también tenía cáncer.
¿Cómo se recupera de una operación así?
Desde antes yo tuve la ayuda de una sicóloga que además era tanatóloga, de hecho recuerdo mucho mi reacción cuando vi su tarjeta y vi que era tanatóloga; lo primero que pensé fue no quiero morirme, yo quiero ver a mis nietos. Tengo tres hijos, pero la chiquita estaba terminando medicina y ella sabía perfectamente bien lo que estaba pasando.
Es uno de los cánceres más agresivos, pero Dios me dejó por algo en el mundo, no sé por qué, pero al ser un cáncer tan agresivo yo sí pensé que me moría.
Después todo fue como una vorágine y la recuperación fue muy larga. Fue más de un año en el que me dolía mucho. No podía caminar bien, no podía mover los brazos, no podía mover el cuello... ¿y qué pasó?, pues yo me fui a trabajar. Afortunadamente tengo los medios económicos y le decía al chofer, ¡vámonos! Cuando llegaba a la planta que está en Lerma, llegaba agotada, pero encontré muy buenas personas en mi círculo inmediato. Sentía yo que si no salía, que si no daba de mí perdería mi vida en la cama.
¿Quiénes te apoyaron en el proceso?
Una fuente de inspiración fue la presidenta de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas (AMMJE), Blanca Pérez Villalobos. Su ánimo fue algo que nunca me dejó, me decía ‘tienes que salir de ésta porque nos tienes que enseñar’. Además de dos obreras dentro de mi empresa, las líderes sindicales, siempre estaban pendientes de mí. Hicieron una cadena de oración y no me dejaban caer. Nunca faltó una silla que me acercaran. Cada persona con la que trabajaba me acogía, no con lástima, sino con impulso para salir adelante.
¿Después del cáncer, qué siguió?
Mi esposo y yo estábamos como los máximos directivos y después de evaluarlo decidimos vender la empresa. Ahora soy asesora de seguridad en higiene y responsabilidad social para negocios. Decidí trabajar mucho menos, sigo colaborando para Uniformes Empresariales cuando me llaman, pero principalmente me dedico a asesorías.
Me encanta viajar y ahora tengo el tiempo. Además, el hecho de estar en la cama, me hizo revalorar ciertas cosas de mi vida y pensar ¿y si me muero? Era una posibilidad y pensaba ¿qué voy a hacer?; ahora yo quiero dar mis conocimientos a gente joven y es por eso que decidí volverme asesora. Aprendes que la vida no la tienes comprada. El entorno se hace más fuerte. Cambias todo tu entorno familiar y te vuelves más fuerte y más valiente ante la adversidad.