Añora el pasado y el festejo patrio que no habrá este año

Venta de artículos disminuyen hasta en 80%

Juana Hernández de Jesús, comerciante. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

Juana Hernández de Jesús ve el ir y venir de los autos sobre Plaza Juárez, el caminar de la gente que se para en su puesto para preguntar precios, y entre banderas, vestidos, rehiletes, su voz sale para ofrecer un par de moños a 10 pesos, la clienta se anima y los compra.

“Casi no hay ventas y si las hay, pues se llevan lo más barato, no hay mucho que se lleven como en años pasados”, expresa Juana, quien mantiene su boca cubierta con un cubrebocas, mientras observa el brillar de las decenas de banderas tricolores que colocaron en los balcones de los arcos que rodean una parte de la Plaza, en la que este año no habrá el Grito de Independencia tradicional.

“Está complicada la situación, mis ventas han bajado hasta en 80 por ciento, pero mientras haya vida y ganas de trabajar acá estaré”, expresa mientras cierra por un momento sus ojos para recordar los cambios que ha sufrido la esquina en la que se coloca desde hace 30 años, para vender sus productos y artículos patrios, ahí en la Avenida Guerrero y Plaza Juárez.

“Me acuerdo que no había tantos autos, pero lo más bonito era ver correr a mis hijos de un lado a otro, mientras yo vendía. Al más chico, como era bebé, lo tenía dormido en una caja de cartón de huevo, aquí junto a mí, mientras mis otros hijos jugaban y no había mayor peligro”, recuerda Juana y prefiere apagar su memoria antes de comenzar a llorar.

“¿Qué precio tienen su rehiltes?”, pregunta una joven, lo que la regresa a la realidad y con la que espera tener recursos para comprarse un taco y desayunar, “porque debo cuidar mis alimentos, ya que soy diabética, igual que mi esposo”, dice.

Ahora que sus hijos son mayores, “les dimos una carrera corta y todos ya están trabajando, pero se extrañan esos tiempos”, dice Juana, mientras las banderas que venden se ondean por una tímida ráfaga de viento que pronostica que lloverá este día.

Clientes se llevan los productos más baratos. (Elizabeth Hernández)


“Mire, realmente de aquí siempre sacábamos para los hijos, pero como ya están grandes sólo nos preocupamos mi esposo y yo de qué vamos a comer, pero Dios siempre provee”.
“Mi esposo se dedica a la construcción y pues a veces hace trabajos pequeños y ya con eso salimos; yo solo vendo los productos y artículos patrios en septiembre, el resto de año soy ama de casa, pero no nos ha hecho falta la comida”, explica.

Dice que sus mayores y mejores clientes son los niños y las niñas, “pero como ahora no salen de casa y no están yendo a las escuelas de forma presencial, pues las ventas cayeron, no hay comparación de lo que se vendía hace 30 años a lo que se vende actualmente, estamos mal”.

“Es la primera vez que sucede algo así, lo de la pandemia, por lo que esperamos que la gente que tiene que salir a trabajar o realizar sus compras, pase por aquí y compre aunque sea una banderita, porque nos hace falta”.
“Este año no invertí en ningún producto, lo que estoy vendiendo es lo que quedó de los años anteriores, porque no hubo para inyectarle al negocio, pero tenemos variedad y calidad”, asegura Juana.

Y mientras sigue el bullicio de la ciudad, Juana continua en la disposición de salir adelante, “no nos podemos echar pa’tras, y la única manera de que salgan los gastos es echádole ganas, así que seguiremos aquí para ofrecer branderas, trajes, moños, rehiletes y demás artículos para que festejen las Fiestas Patrias”, concluyó.

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