Para el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp), la decisión del gobierno mexicano de comprar 13 plantas eléctricas a Iberdrola fue mala, pues implica más presiones al presupuesto, recursos que mejor deberían aprovecharse para la atracción de inversiones conocido como nearshoring.
En su análisis semanal, el grupo de expertos de la iniciativa privada apuntó que tiene tres implicaciones negativas; la primera es que da una señal negativa hacia la inversión en el país, ya que actualmente la preferencia revelada del gobierno es más bien por objetivos políticos ante la cercanía del proceso electoral.
La segunda es que aunque las generadoras son productivas y probablemente eficientes, su adquisición conlleva gastos de mantenimiento a futuro que serán difíciles de solventar; “enfrentan problemas de suficiencia de recursos para el mantenimiento de la infraestructura”.
Por último, el grupo mencionó que en este momento, sería más importante que la política concentrada en crear facilidades para provecho al nearshoring.
En conclusión, el Ceesp mencionó que aunque la adquisición de las plantas puede considerarse como inversión, esto no implica que aumente la generación de electricidad, pero sí la necesidad de mayores recursos públicos para mantener su operación en el tiempo.
“Dichos recursos pueden ser escasos ante la debilidad estructural de las fuentes del sector público y la necesidad de mayor gasto en otros temas que tienen más relevancia para el bienestar de la población, como salud, educación y seguridad”, finalizó.
Cabe mencionar que detrás de la venta de las plantas se encuentra BBVA como el encargado de originar la transacción.
El banco aseguró que con este acuerdo Iberdrola “ratifica su apuesta por México reafirmando su liderazgo como principal generador privado de energía renovable y apoyando la transición energética en el país”.
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