Guadalupe Navarro Alcaraz tiene su historia detrás de los hilos. Ella borda desde pequeña, “mi vida está detrás de cada puntada”, dice, por lo que esa pasión la llevó a apoyar a artesanas y artesanos del municipio de Tenango de Doria, que se ha posicionado y ha sido reconocido por la labor que realizan en cada lienzo de tela.
Después de realizar trabajos personalizados para amigos, conocidos y familia, “un día me hicieron un pedido grande de Oaxaca y no podía sola”, así que pidió la ayuda de una vecina que también sabía bordar, y así que comenzaron a solicitarle más prendas bordadas.
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“No era tan grande el pedido, pero era para entregar de forma rápida”, así que contrató a otra artesana más y la vida le deparó una historia que ahora se hace más visible, ya que las y los artesanos hidalguenses vivieron momentos complicados debido a la contingencia sanitaria por covid-19, y al ser una actividad “no esencial”, fueron los primeros a los que no se les permitió continuar ofreciendo sus productos.
“Principalmente enviábamos a Estados Unidos, porque allá valoran más el trabajo, no hay regateo, y entre los trabajos que solicitaban cada día más, hicimos un grupo de 28 personas, que venían a Tulancingo a trabajar, pero después se unieron más bordadoras y bordadores de Los Ángeles y San Nicolás, comunidades del municipio de Tenango de Doria, pero la historia cambió cuando llegó la pandemia, se cancelaron pedidos grandes, como de 150 playeras, así como de lienzos bordados y caminos para mesas, también los pararon.
“En esta angustia, una chica que confecciona ropa, pues me dijo que por qué no hacíamos cubrebocas, así que sacamos 20 muestras, y de Estados Unidos nos pidieron cien más, así que volvimos a trabajar en este nuevo proyecto, y decidí publicarlos en redes sociales y recibimos muchas críticas, buenas y malas, hasta que eran ‘ridículos’, lo cual me desmoralizó un poco, pero sentía el compromiso con esas personas porque hay familias completas que dependen de este trabajo”, indicó.
Así es como Guadalupe continuó ofreciendo los cubrebocas bordados, cuando se topó con una persona que vendía tenango pero el bordado era a máquina y proveniente de Oaxaca, por lo que aclaró en esa publicación que eso no eran tenangos, porque el original es de Hidalgo, así que colocó la foto del trabajo que realizaron y se hizo viral.
“De repente vi mi foto con Carlos Loret de Mola en la que comentó que los artesanos por fin se habían puesto a trabajar y yo respondí que siempre trabajamos, y mi comentario volvió a hacerse viral y fue compartido muchas veces.
“De ahí comenzaron los pedidos y tuvimos que conseguir más gente, más artesanas y artesanos, por lo que fuimos repartiendo el trabajo en diferentes comunidades de Tenango de Doria y ahora cada semana vienen a entregar su trabajo y se llevan más”, explicó.
Actualmente y gracias a este giro, las familias y personas que dependen económicamente del bordado, continúa trabajando para tener sustento para vivir en una situación complicada para el estado y el país, debido a la emergencia sanitaria, por lo que ahora su trabajo se extiende a 600 cubrebocas a la semana, pero ha sido una labor de redes de ayuda, porque solo realizan dos al día por persona, así que inició la multiplicación del trabajo, sobre todo en San Nicolás, lugar que es la verdadera cuna del bordado otomí, aunque han tomado el nombre de Tenango por la cabecera municipal.
Es por ello que Guadalupe ahora, con este proyecto, ha logrado dar trabajo a más de 140 personas, con lo que espera generar más empleo artesanal a estas comunidades que viven del bordado en el que plasman su saber y el amor por su cultura, y que se vieron afectadas por la parálisis económica que ha traído consigo la emergencia sanitaria por covid-19.