¿Con o sin PIB?

FT Mercados

Los académicos y hasta los líderes de la Fed y el FMI buscan alternativas para medir el crecimiento de la economía.

“Los votantes van a experimentar la economía de maneras muy diferentes, sobre todo cuando tienen un teléfono móvil en sus manos".
Gillian Tett
Ciudad de México /

Esta semana, el gobierno de Estados Unidos (EU) publicará sus últimos datos sobre el Producto Interno Bruto (PIB) para el tercer trimestre de 2019. Es probable que esto provoque un debate entre los expertos en Washington y Wall Street sobre si la economía más grande del mundo se encamina hacia una recesión, y lo que eso podría significar para la reelección de Donald Trump.

Pero, a medida que los inversionistas analizan esos dígitos que parecen precisos, ¿estamos perdiendo una oportunidad? ¿Es posible que las cifras aparentemente cruciales del PIB, en realidad sean una ilusión •o una distorsión• a la hora de evaluar la economía?

Esa es la idea aparentemente herética que se analiza en algunas partes de la Reserva Federal (Fed) de EU, así como en el ámbito académico y entre los analistas en Wall Street. Dado que Silicon Valley sigue ofreciendo innovaciones tecnológicas, estas no solo transforman la forma en que vivimos, sino también el crecimiento general.


Por lo tanto, algunos economistas temen que nuestras viejas mediciones del PIB ya no capturen la economía “real”, no solo en términos de producción, sino de precios y nuestros propios ingresos.

“Con supuestos conservadores, creemos que los datos oficiales subestiman el crecimiento del PIB de EU en 0.75% anual y exageran la inflación en 0.4%”, menciona Mark Cliffe, economista jefe de ING Group.

Cuestionar el PIB no es nada nuevo. Como señalaron la economista Diane Coyle y David Pilling, mi colega en Financial Times, en sus respectivos libros, el PIB siempre ha sido un concepto defectuoso. 

Después de todo, se concibió en los primeros años del siglo XX para darle seguimiento a la producción industrial, y no puede capturar otros aspectos de nuestra vida económica, como el trabajo doméstico no remunerado o incluso algunos servicios de paga.

Lo que realmente cambió es que el crecimiento explosivo de la tecnología empuja más actividad económica fuera del ámbito de las herramientas clásicas de medición del PIB. 

Esto incluye servicios “gratuitos” (por ejemplo, redes sociales) y grandes mejoras en la producción de tecnología (como el aumento de la velocidad de los teléfonos móviles).

Los datos del PIB tampoco captan algunos elementos “intangibles”, como las marcas o la propiedad intelectual (sin importar que generan un estimado de tres cuartos del valor de las acciones estadunidenses).

Esto es importante. Cliffe de ING llega a su estimación de que se pierden 0.75 puntos porcentuales del PIB cada año, al señalar que los estadísticos del mismo gobierno admiten que la actividad de tecnología, que vale alrededor de 0.4% anual, se excluye de la medición, y luego se agregan estimaciones separadas para el sector de servicios y actividad intangible que se omitieron.

No obstante, subraya que 0.75% seguramente es una subestimación, ya que la cifra real “tal vez es de 1% anual o, incluso, de 2%, debido a la creciente importancia de los servicios en general”.

Si bien eso puede no parecer dramático, calcula que “si se subestimó el PIB en 1% anual desde 1990, entonces el ingreso medio en realidad aumentó 50%, en lugar del crecimiento que se registró de 15%”.

Mark Cliffe no es el único en desacuerdo: los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) analizan el tema de la mala medición, al igual que los académicos del MIT.

“No hemos medido grandes porciones de la economía, ni entendido dónde obtienen un valor real las personas”, dice Erik Brynjolfsson, profesor del MIT, quien desarrolla una medida alternativa del PIB. 

Esta herramienta busca dar seguimiento al tamaño de los servicios “gratuitos” que se omiten, al preguntar a los consumidores cuánto pagarían para reemplazarlos, y luego factoriza los cálculos nuevamente en los datos (esto sugiere que las búsquedas en Facebook, YouTube y Google valen casi 600, 1,100 y 17,000 dólares al año, respectivamente, para cada consumidor).

Quizás lo más sorprendente es que el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, parece estar de acuerdo. Hace dos semanas, citó el trabajo de Brynjolfsson en un discurso en una conferencia de economía, y luego señaló que dos economistas de la Fed •David Byrne y Carol Corrado• realizaron su propio estudio sobre la actividad tecnológica que falta.

“Las buenas decisiones requieren buenos datos, pero los datos disponibles rara vez son tan buenos como nos gustaría”, dijo Powell.

Entonces, ¿hay una solución? Una opción sería invertir más dinero en investigación estadística para mantenerse al día con los cambios tecnológicos. Otra sería publicar las medidas alternativas del PIB que otros grupos están creando. Y una tercera, es dejar de obsesionarse con los dígitos precisos del PIB.

Cuando se publiquen los datos sobre el PIB en EU, vale la pena recordar esto: en el mundo actual, los votantes van a experimentar la economía de maneras muy diferentes a las de los economistas, sobre todo cuando tienen un teléfono móvil en sus manos.


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