El creciente interés por el uso de criptomonedas generó que aparezcan diferentes tipos de estos activos y con ello nuevos mecanismos de operación; provocando una fragmentación en las cadenas de bloques que hace su uso más costoso y demuestra que no cumplen con la función social del dinero, aseguró el Banco Internacional de Pagos (BIS, por su sigla en inglés).
En un análisis, el BIS explicó que el dinero debe facilitar el intercambio económico y solo puede hacerlo si hay mecanismos de red que lo operen entre sí y siempre basados en la confianza.
“En última instancia, el dinero es un dispositivo de coordinación que facilita el intercambio económico. Solo puede hacerlo si hay efectos de red: a medida que más usuarios usan un tipo de dinero, se vuelve más atractivo para otros. Mirando hacia el futuro, hay más promesas en las innovaciones que se basan en la confianza en las monedas soberanas”.
La fragmentación del panorama criptográfico contrasta fuertemente con las redes de pago tradicionales, que se benefician de efectos de red. En el sistema tradicional, cuantos más usuarios acuden a una plataforma en particular, más atractivo se vuelve para otros unirse a esa plataforma, creando un círculo virtuoso.
Esto reduce los costos, mejora la calidad del servicio y promueve la inclusión financiera, por lo que la fragmentación surge de las limitaciones inherentes de las cadenas de bloques.
Por otra parte, la interoperabilidad se refiere a la capacidad de los protocolos y validadores para acceder y compartir información a través de diferentes cadenas de bloques. En otras palabras, esto significa que diferentes cadenas de bloques pueden verificar el historial de transacciones de cada una y compartir la misma "verdad".
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Pero en el caso de las criptomonedas, las cadenas de bloques sin permiso funcionan proporcionando incentivos monetarios a los validadores descentralizados. Sin embargo, el mecanismo para mantener estos incentivos implica necesariamente efectos de congestión y altas tarifas.
“Estas altas tarifas fomentan el uso de cadenas alternativas, lo que lleva a una fragmentación del panorama criptográfico. Las cadenas de bloques más nuevas tienen una mayor capacidad, incluso si tienen el costo de una mayor centralización y una seguridad más débil”.
Las diferencias en el diseño también impiden la interoperabilidad de blockchain, así como una escalabilidad limitada y la falta de interoperabilidad no solo evitan que los efectos de la red echen raíces, sino que un sistema de cadenas de bloques paralelas también aumenta los riesgos de gobernanza y seguridad.
El BIS agregó que a pesar de la fragmentación, las criptomonedas en diferentes cadenas de bloques exhiben fuertes movimientos de precios, ya que a menudo comparten la misma base de inversores, y el crecimiento se sustenta en la compra especulativa de monedas.
El criptouniverso experimentó un crecimiento explosivo en los últimos dos años. Desde enero de 2020 hasta noviembre de 2021, el valor de las criptomonedas aumentó más de diez veces, alcanzando un máximo de 2.8 billones de dólares, antes de caer a 1.2 billones en junio de 2022.
Los activos bloqueados en el espacio de las finanzas descentralizadas (DeFi) aumentaron 180 veces, a 109 mil millones. A medida que el sistema creció, comenzó a fragmentarse.
Inicialmente, la mayoría de los protocolos DeFi se ejecutaban en la cadena de bloques Ethereum, que tiene tarifas relativamente altas, pero, desde principios de 2021, las redes rivales más nuevas, promocionadas como "asesinas de Ethereum", han ganado participación de mercado.
En particular, indicó el BIS, las criptomonedas Finance, Avalanche y, hasta hace poco, Terra aumentaron rápidamente sus huellas. A principios de mayo de 2022, el valor total de las criptomonedas asociadas con los protocolos en Ethereum representaba sólo la mitad de los activos totales bloqueados en DeFi.