La imposición de aranceles generales del 25 por ciento a los productos procedentes de México y Canadá cayó como un balde de agua fría a expertos y analistas. Hasta la tarde de ayer pocos creían que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se atreviera a hacerlo y vislumbraban un nuevo aplazamiento. No podrían estar más equivocados.
Tal y como lo había sentenciado, este martes 4 de marzo la administración Trump levantó un cerco arancelario contra sus principales socios comerciales en una especie de cruzada contra el fentanilo, una peligrosa droga que cada año se cobra la vida de decenas de miles de personas en Estados Unidos.
"No voy a detener los aranceles, no. Millones de personas han muerto a causa del fentanilo que entra por la frontera", dijo Trump la semana pasada durante su primera reunión de gabinete, luego de pedir a sus vecinos que actuaran con mayor contundencia contra este opiáceo sintético y la migración ilegal.
Sin embargo, ya sea por el cumplimiento de sus demandas en materia de seguridad y migración o por lo insostenible de los efectos de los aranceles a largo plazo, si en algo coinciden el gobierno estadounidense y los analistas es en que esta medida no durará mucho tiempo.
Hasta que el fentanilo los separe
En un gesto de apertura, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, aseguró que los aranceles podrían ser eliminados si México y Canadá logran detener el tráfico ilegal de fentanilo.
“Si demuestran que pueden detener el flujo de fentanilo, entonces, por supuesto, el presidente (Trump) puede eliminar estos aranceles”, dijo en una entrevista para la cadena CNBC. “Esto no es una guerra comercial, ¡Es una guerra contra las drogas!”, aseveró.
Estos, añadió Lutnick, no tienen el objetivo de socavar las relaciones comerciales entre Estados Unidos y sus socios, sino “salvar miles de vidas”. “La política arancelaria actual es una política relacionada con las drogas. Hay opioides entrando en este país, matando a unos 75 mil estadounidenses al año, según autopsias”, sostuvo con severidad.
Lo anterior, pese a los esfuerzos del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum por revertir en el último mes las consecuencias de la política de “abrazos no balazos” de su antecesor y padrino político Andrés Manuel López Obrador.
"Somos enfáticos, no hay motivo, ni razón, ni justificación que soporte esta decisión que afectará a nuestros pueblos y naciones”, respondió la mandataria al tiempo en que llamó al gobierno de Estados Unidos a “hacerse cargo también” de la crisis del consumo de opioides.
En lo que respecta a su gobierno, Sheinbaum Pardo resaltó que desde que asumió el cargo en octubre del año pasado se ha logrado el aseguramiento de 6 mil 998 armas de fuego, la mayoría provenientes de Estados Unidos; 21.4 toneladas de droga, incluyendo mil 260 kilogramos de fentanilo y la cifra histórica de 26.4 toneladas de cocaína; sin dejar de lado la reciente extradición de 29 narcotraficantes de alto perfil.
Pero para la administración Trump esto no es suficiente. Sin una estrategia clara para tratar las adicciones y reducir el consumo de fentanilo al interior de Estados Unidos, pasando por alto el problema del tráfico de armas, el gobierno del republicano ve a los aranceles a los productos procedentes de México y Canadá como la única solución a la crisis de los opioides.
… o hasta que el consumidor estadounidense aguante
Sin no es por la vía del amago, obligando a México y Canadá a ceder a sus peticiones en materia de seguridad y migración a cambio de echar abajo su política arancelaria, la otra forma en que Trump puede recular es en la medida en que sus efectos en los precios mermen la economía del consumidor estadounidense.
“Los aranceles de Estados Unidos a México no pueden durar mucho tiempo. Estados Unidos se vería afectado con mayor inflación y menor crecimiento económico. Probablemente el menor crecimiento no presione a Trump pero seguro la mayor inflación sí”, dijo la directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE, Gabriela Siller Pagaza.
Para la economista, incluso si los aranceles permanecen por un mayor tiempo —dejando sin efectos el T-MEC— y Trump consiguiera el regreso de algunas fábricas a Estados Unidos, esto sería a costa de elevados costos y una menor innovación. “Ningún país puede aislarse del mundo sin tener consecuencias graves”, sentenció.
Aunque para México el panorama tampoco pinta positivo, pues con los aranceles es muy probable que el país caiga en recesión, pues el 83 por ciento de las exportaciones tienen como destino Estados Unidos. “El 26.7 por ciento del PIB (producto interno bruto) de México depende directamente de las exportaciones a Estados Unidos”.
AMP