De La Carrodilla, primer vino orgánico mexicano

La empresa con sede en Valle de Guadalupe lanzará 500 botellas durante este año, pero será hasta 2019 la comercialización oficial.

La firma productora cuenta con certificación CCOF.
Cristina Ochoa
Ensenada /

El próximo año Finca La Carrodilla, en el Valle de Guadalupe, lanzará Árbol, el primer vino mexicano ciento por ciento orgánico (desde campo hasta el proceso en bodega), dijo en entrevista con MILENIO Fernando Pérez Castro, director del proyecto.

“Este año lanzaremos una edición muy pequeña (500 botellas) y en 2019 lo haremos de manera oficial. Es un vino que no va a tener sulfitos, ningún tipo de conservador, no se agrega acidez, ph, ácido tartárico ni algún tipo de agente externo para corregir el caldo”, dijo.

Añadió que la etiqueta, de la que fabricará 2 mil botellas, estará enfocada en el consumidor mexicano y se venderá principalemente en sus bodegas y en algunos lugares selectos del país.

“La certificación es la misma que tienen otros productos alimenticios que se pueden ver en el mercado”, apuntó. Añadió que la vinícola mexicana cuenta con la certificación CCOF, además de que este año obtendrá el reconocimiento Demeter, que avalará su proceso de agricultura orgánica.

“La certificación es internacional, tienes la opción de ponerla en tu contra etiqueta, y al hacerlo tienes la posibilidad de avalar que tu vino fue elaborado con uvas orgánicas o que es orgánico”, dijo.

Agregó que para que éste sea orgánico se requiere que la bodega también tenga certificación, que La Carrodilla obtuvó este año. “Somos la primera vinícola en el país en obtener este reconocimiento”.

El producto será un vino Syrah, sin barrica, dijo Pérez Castro.

“Queremos hacerlo oficial, pero no buscamos utilizarlo como una herramienta de ventas, porque el hecho de que sea un vino natural, orgánico o biodinámico no te garantiza que va a ser un buen vino, ahí hay otros elementos que influyen para que eso pase”, sostuvo.

Biodinámica

El austriaco Rudolf Steiner creó la agricultura biodinámica, un desarrollo en el que se entiende a granjas y bodegas como complejos que incluyen a animales y al hombre, un sistema de equilibrio que debe preservarse. Fue en 1970 cuando la bodega Nikolaihof, en Austria, utilizó por primera vez dicho proceso para la elaboración de vino.

Los procesos biodinámicos, que involucran las fases de la Luna, entre otros elementos, como el uso de insumos sin influencia de químicos, está cada vez más en el interés de los productores nacionales.

“Lo que hace la biodinámica es ir transformando conciencias, la mejor manera de hacerlo es dándose una vuelta a un proyecto como el nuestro para ver que muchas de las cosas que se dicen de este tipo de agricultura son falsas. Se piensa que las plantas tendrán carencias de nutrientes, etcétera.

“A partir de la experiencia positiva que hemos tenido, creo que se puede ir generando una transformación y también de una transmisión por parte de la gente de nueva generación que está trayendo este tipo de metodologías, poco a poco irá permeando en otros proyectos”, dijo al respecto Fernando Pérez Castro, quien también funge como presidente de Provino Baja California, la instancia del estado encargada de promocionar la presencia de los productores mexicanos.

El directivo señaló que ésta es una propuesta que ya está interesando a agricultores, ingenieros agrónomos, viticultores y enólogos, entre otros, quienes están haciendo cada vez más una aproximación a su trabajo a través del ámbito natural y no desde una manipulación externa por medio de químicos.

Proyectos como Santo Tomás y De Tres Cantos, entre otros, ya están explorando fabricaciones más naturales, dijo Pérez Castro.

“El mercado lo está pidiendo. Hay una generación que está muy ávida de probar cosas nuevas y sobre todo aquellas que son hechas con calidad, que sean claras en su origen y que de preferencia hayan sido lo menos manipulados y afectados por agentes químicos externos”, dijo el directivo.

Añadió que hay un mercado muy grande que el productor y el agricultor tendrá que empezar a leer y darse cuenta de que hay una ventana de oportunidad de crecimiento enorme, además del bien que hacen al entorno.

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