De mal estudiante a creador de brasier que detecta cáncer

Luego de que su mamá fuera diagnosticada dos veces con cáncer de mama, Julián Ríos decidió que tenía que crear un método mucho más confiable que la autoexploración.

Eva es un dispositivo con biosensores que detectan la temperatura del seno para detectar posibles tumores cancerígenos.
Julián Ríos (d) y el cofundador y director de tecnología de la empresa Higia, José Antonio Torres (i).
Mariana R. Fomperosa
Ciudad de México /

Todavía no cumple la mayoría de edad y Julián Ríos, un chico de 17 años originario de Monterrey, Nuevo León, ya puede decir que tiene su propia empresa y que además, desarrolló un método para diagnosticar el cáncer de mama.

Julián es uno de los creadores de Eva, un sistema de biosensores que monitorean la temperatura de los senos por 60 minutos para posteriormente, compararla con una base de datos y saber si una mujer padece un tumor cancerígeno, una calcificación o una malformación.

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Sin embargo, llegar a esto no fue fácil. MILENIO platicó con él para conocer el camino que lo llevó a convertirse en una joven promesa de la tecnología y la lucha contra el cáncer de mama.

Su mamá, el impulso de Julián

Pensar que un adolescente a sus 17 años, además de lidiar con la preparatoria, tiene que trabajar en un plan de negocios de su propia empresa y a la vez trabajar en un dispositivo que podría cambiar la vida de muchas personas podría parecer inverosímil; sin embargo, para Julián, todo es posible gracias a su mamá.

Antes de que naciera, los médicos diagnosticaron a su madre con preeclampsia y le dieron la opción de abortar o arriesgar su vida. Al escoger la segunda opción, Julián considera que no aprovechar su vida sería un acto de ingratitud.

"Cuando la gente me pregunta por qué hago esto, por qué trabajo tanto, esa historia es la respuesta. Por qué no voy a llevar al límite mi vida. No hacerlo es decirle a esa persona que dio su vida 'gracias, pero me la voy a pasar flojeando'".

De mal estudiante a genio

En más de una ocasión, los profesores de primaria intentaron cambiarlo de año, pues su dislexia le impedía llevar el ritmo de sus demás compañeros, pero su mamá se resistió.

Al llegar a la secundaria, Julián se dio cuenta que no sólo su mamá creía que era inteligente. Luego de que dos profesores le dijeran que él podía hacer lo que se propusiera, decidió aplicarse en la escuela y en poco tiempo se convirtió en uno de los mejores promedios de su generación.

A su vez, el interés que tenía en la astronomía lo convirtió en el socio más joven de la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa y en menos de un año, ya estaba dando pláticas sobre astronomía o agujeros negros.

El cáncer ‘mal diagnosticado’ de su mamá

Julián tenía ocho años cuando su mamá fue diagnosticada con cáncer de seno. En ese entonces lo único que le preocupaba era qué iba a cenar y si podía ir a jugar. Cuando tenía 13 años, la enfermedad regresó sólo que mucho más agresiva. Para este entonces, ya entendía lo que sucedía.

"Me di cuenta de la tremenda falla de un método como la mastografía. Si ese era el mejor método, no quería ni saber cómo era el peor, que es la autoexploración un método completamente subjetivo pues tú pones tus dedos sobre el seno y haces un diagnóstico. En mi opinión era algo que tenía que cambiar".

En vez de buscar la solución en la medicina, Julián decidió combinar su pasión por la tecnología y, cuando se abrió un concurso de innovación en su preparatoria, “buscó a las tres personas más listas que conocía”: José Antonio Torres, actual director de tecnología de su empresa, y José Ángel Abadiaga, encargado del área de innovación.

Juntos, desarrollaron un proyecto relacionado con el cáncer de mama y el cual exploraba la relación entre el cambio de temperatura en el seno y las malformaciones cancerígenas.

Su pasión, el camino al emprendimiento

Julián está seguro que la clave para ser un emprendedor está en convertir la pasión que tengas por un área determinada en un negocio, tal y como él lo hizo con su amor por la electrónica y robótica y su empresa Higia.

El desarrollo de Eva, que empezó hace poco más de año y medio, le ha hecho rodearse de gente que confía en su proyecto. Con él, trabaja un grupo de cuatro oncólogos, además de personas especialistas en inteligencia artificial del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad de Standford que hacen el software necesario para realizar el diagnóstico a través de un algoritmo que analiza bases de datos de termografías de mujeres con cáncer.

Eva, que se espera esté a la venta a finales de 2018 o 2019, tendrá un precio inicial de 2 mil 500 pesos, costo que se podría reducir al incrementar la base de datos, principal activo de su plan de negocios, para así llevarlo a mujeres en comunidades aisladas.

“¿Cómo es que este chavo llegó a desarrollar un método para la detección del cáncer de mama? En una palabra yo lo resumiría como persistencia. No hay nada más. No es que sea más listo, simplemente me doy por vencido mucho después de lo que cualquiera lo hace. Y eso es lo único que se necesita, eso y poder atraer a las personas indicadas que crean en tu idea”, finalizó lleno de confianza y seguridad.



mrf

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