Con una larga trayectoria en la academia, los medios de comunicación y la política financiera de los Estados Unidos, el nuevo director del Banco Interamericano de Desarrollo expone sus ideas y proyectos para lograr el desarrollo en la región y, específicamente, en México.
Felicidades, eres el nuevo presidente del BID. Cuando hablamos por primera vez estabas en campaña, ¿cómo cambia la perspectiva ahora?
El potencial del BID es enorme y la visión y la agenda ambiciosa que propusimos sigue. Es cierto, una cosa es soñar y otra ejecutar una agenda ambiciosa e impactante para la región: las ideas están, el capital humano es excepcional. Lo lograremos.
Me quiero gastar todo el capital político para que el equipo genere los planes, las ideas y los proyectos más ambiciosos, si no, no habrá éxito, no modernizaremos o transformaremos.
Pero, hay un glass ceiling, un techo de vidrio institucional muy conformista y ese será el gran obstáculo para poder ejecutar: romper la cultura conformista que se ha impuesto por décadas en el BID.
¿Cuáles son las prioridades del BID en la región?
No quiero que seamos una institución de diagnóstico. Me quiero enfocar en las soluciones, que nos convirtamos en la entidad que provee soluciones y resultados. Para eso, hay que ver dónde hay oportunidades, porque las recetas y los ingredientes no son secretos, los vemos. Por ejemplo, las claves del éxito de la primera economía del mundo, Estados Unidos, no son secretas, son: uno, que el motor de la economía son las pequeñas y medianas empresas; dos que Estados Unidos es el primer destino de inversión extranjera en el mundo, porque se crea las condiciones para ello; y tres, la flexibilidad laboral o movilidad según dónde haya oportunidades.
¿Son los pasos a seguir en América Latina y México?
El nearshoring es la enorme oportunidad para Latinoamérica; desde la manufactura y los sectores tradicionales hasta la economía naranja, la producción cultural y musical.
Por otro lado, la flexibilidad laboral, en Latinoamérica es más compleja, porque son generaciones de familias que han estado en una ciudad. Aun así, la digitalización y el teletrabajo crean oportunidades que no existían.
Estas son mis tres obsesiones: pequeñas y medianas empresas, digitalización y nearshoring.
En México cada una tiene retos y oportunidades. Las Pymes, por ejemplo, ya son el motor de la economía y generan más del 40 por ciento del PIB. Sabemos que se necesitan más y eso traerá más formalidad al país; el reto son las tasas de supervivencia y el acceso al financiamiento, ambos son muy bajos. ¿Cómo puede ayudar el BID? ¡Hasta es obvio: creando mayor acceso a financiamiento!
Además, sabemos que las mujeres son mejores emprendedoras en la región, que tienen ingresos 10 por ciento mayores que los hombres cuando crean Pymes y, sin embargo, tienen 50 por ciento menos acceso a financiamiento que ellos; sabemos también que ellas pagan sus deudas y los hombres no tanto. ¡Todo es más obvio! El acceso a financiamiento a mujeres empresarias en la región debe ser, es y será una prioridad para el BID.
¿Las herramientas para esto son BID Invest y BID Lab?
Son las de mayor potencial y también las que más áreas de oportunidad para desarrollarse tienen, pues no son financieramente relevantes. Una de mis metas institucionales es fortalecer a BID Invest y BID Lab.
BID Invest es una herramienta para ayudar al financiamiento de pequeñas y medianas empresas, para compartir riesgo, pero que institucionalmente también es la síntesis, la cohesión, entre la cartera pública del BID con el conocimiento y el sector privado.
Regresemos a las obsesiones, ¿nearshoring y México?
Hay un trabajo por hacer entre el BID, la cartera pública y las autoridades nacionales para identificar las oportunidades y superar algunos retos burocráticos tradicionales que han mantenido los niveles de inversión, digamos que no bajos, pero definitivamente no cercanos al potencial que tiene México.
Lo dije en nuestra entrevista previa, México tiene una posición privilegiada entre el USMCA (T-MEC) y su proximidad con Estados Unidos para atraer esas inversiones, además, existen beneficios de transporte y logística que, aunque necesitan mejorarse, lo privilegian. Francamente, es cuestión de dar un incentivo inicial a las empresas del mundo y trabajar con las autoridades a nivel federal y local para crear un equipo. Esto no significa que el BID dicte; yo estoy más que dispuesto a unir fuerzas con el presidente López Obrador para venderle una inversión en México a una empresa; quiero hacerlo. De hecho, ya lo hice cuando cerramos la frontera por el covid-19 y trabajé con 300 empresas por las cadenas de salud, seguridad nacional y defensa. Tuvimos que trabajar con las autoridades nacionales, las estatales y locales para mantener el flujo operacional. Si bien fueron ejemplos imperfectos, no hay un empresario a quien le preguntes: durante el pico de la pandemia, cuando se cerraron las fronteras, ¿dónde tuviste mejor experiencia: China o México?, que no responda que México. No hay multinacional que te diga que tuvo una mejor experiencia en China. Necesitamos hacer lo humanamente posible, el gobierno de México y el BID, para superar algunas barreras y hacer una venta masiva de nearshoring a todas esas empresas para que aumenten su presencia en el país.
Si México no aprovecha esas oportunidades, está en su derecho de no hacerlo, pero cometería un error porque implicaría perder oportunidades de generación de empleos e ingresos. Además, hay muchos países en América Latina que las aprovecharían, como Guatemala.
Tengo muchas imperfecciones, pero soy un buen vendedor, y es mi prioridad venderle a empresas —no solo a las estadunidenses— que vengan a la región a incrementar sus operaciones y beneficiarse de un mercado conjunto, que si bien tiene retos como el de integración, representa mil millones de personas.
¿No hurt feelings? ¿México puede sentarse a la mesa contigo y decir: trabajemos juntos?
Yo no tengo ningún problema, al revés, estoy ansioso de trabajar con México. Ya ni me acuerdo (cuando México pidió postergar hasta noviembre la elección del presidente del BID, que se realizó en septiembre) y en mi campaña siempre dije que olvidemos las voces del pasado. Estoy enfocado en el futuro, y en eso hay mucha cohesión.
Si el presidente López Obrador acepta mi propuesta de crear un equipo conjunto de atracción de inversión extranjera para México, los beneficios serían extraordinarios, porque sí están en una posición privilegiada y todos lo sabemos.
Mencionaste retos de integración, ¿a qué te refieres?
Hay que mejorar la infraestructura. Por ejemplo, un camión que deba esperar cinco horas para cruzar una frontera es un suicidio comercial. ¡Somos nuestros peores enemigos!
Si no aprovechamos las oportunidades actuales, debido, irónicamente, a la crisis, no sabemos cuándo regresarán. El potencial es enorme y el momento para aprovecharlos es hoy, pero tenemos que hacer equipo, ofrecer incentivos para el nearshoring y hasta hacer paquetes conjuntos de venta.
México y la digitalización…
Un incremento de 10 por ciento en la conectividad puede significar un aumento de tres por ciento del PIB y la productividad. Pero, también somos conscientes de las desigualdades: más de 60 por ciento de los trabajadores de alto ingreso tienen acceso a teletrabajo, pero solo 29 por ciento en los trabajadores de bajo ingreso lo tienen; la brecha es enorme.
Para impactar el desarrollo hay que generar empleo, sobre todo en tiempos de crisis. La conectividad y el teletrabajo dan esa oportunidad. Irónicamente, 60 por ciento de la población tiene acceso a internet, pero la calidad es mala y la mayoría usa el móvil con una relación precio/calidad muy baja.
El BID puede crear incentivos competitivos, impulsar la entrada de nuevos jugadores, para que haya calidad y mejores precios que beneficien a los consumidores, en particular a los de bajos ingresos.
También podemos ayudar alentando e invirtiendo en infraestructura digital.
Hay mil retos… ¿cuánto dinero hay en el BID para atacarlos?
Estimamos que las necesidades de la región de financiamiento a precios competitivos son unos 25 mil millones de dólares al año. La cartera actual del BID es de 12 mil mdd al año y podemos, ambiciosamente, llegar a 20 mil mdd al año. Esa es nuestra meta para ser financieramente relevantes y evitar que los países vayan con otros prestamistas que les aten las manos. El BID es y debería ser el socio prioritario y de preferencia de toda la región.
PerfilMauricio Claver-Carone
Presidente del Banco Interamericano de DesarrolloDoctor en Derecho por la Universidad Católica de América, nació en 1975 en Miami. Elegido presidente del BID el pasado 12 de septiembre, entre otros cargos, en su larga carrera se ha desempeñado como Director Ejecutivo de EU ante el FMI, Asistente Adjunto del presidente de EU y Director Senior de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Frases
“El acceso a financiamiento a mujeres empresarias en la región debe ser, es y será una prioridad para el BID”
“Si no aprovechamos las oportunidades actuales, no sabemos cuándo regresarán. El potencial es enorme y el momento para aprovecharlos es hoy”
“Si el presidente López Obrador acepta mi propuesta de crear un equipo conjunto de atracción de inversión extranjera para México, los beneficios serían extraordinarios”
Clave
Objetivos del BIDCon sede en Washington D.C. y subsedes en Tokio y Madrid, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es una organización financiera internacional. Fue creada en 1959 con el propósito de reducir la pobreza y desigualdad en América Latina y el Caribe, así como de promover la integración.
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