En América Latina existe una brecha significativa de cobertura de ahorro para el retiro, pues 41 por ciento de la población mayor de 65 años no recibe ningún tipo de pensión, contributiva o no contributiva, dio a conocer la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (Fiap).
De acuerdo con el análisis, la introducción de las pensiones no contributivas, es decir, que son subsidiadas por los gobiernos, es un camino que permite enfrentar en el corto plazo los problemas de cobertura y los bajos niveles de ahorro y pensiones de los programas contributivos, y evitar que las personas caigan en la pobreza en la vejez.
El Fiap destacó que el número de países con pensiones no contributivas en América Latina aumentó de seis en el año 2000 a quince en 2017, subiendo la cobertura de estos beneficios en el mismo periodo de 3.8 a 22.7 por ciento de las personas de 65 o más años.
En el caso de México, desde 2019 el gobierno puso en marcha la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, un instrumento universal no contributivo con el objetivo de contribuir apoyar a las personas adultas mayores a través de la entrega de 3 mil 850 pesos que ayuden a mejorar las condiciones de vida y que a su vez permita el acceso a la protección social.
El Fiap explicó que la principal razón que ha impulsado la expansión de las pensiones no contributivas en la región es la baja cobertura y densidad de cotización de los programas de pensiones durante la vida laboral, y los escasos o nulos ahorros acumulados con que llegan muchas personas a la edad de jubilación, lo cual no les deja tener derecho a pensiones contributivas o sus montos son bajos.
Solo cuatro de cada diez trabajadores de América Latina cotizan a algún sistema previsional, por lo que aseveró que la situación irá adquiriendo cada vez mayor relevancia social, financiera y política a medida que la región envejece y aumenta el número de personas que están en la etapa de pensión.
Agregó que la cobertura, el nivel de los beneficios no contributivos y el diseño del programa involucra decisiones de política pública que cada país debe adoptar en función de su realidad.
“Sin embargo, con estas decisiones es crucial asegurar la sostenibilidad de los beneficios en el tiempo; resguardar la equidad inter generacional, evitando definir montos de pensiones muy elevados que impliquen costos altos para las actuales generaciones a través de los impuestos, y que no puedan mantenerse a futuro por los aumentos de gastos que implica el acelerado envejecimiento de la población; y evitar que el diseño de los beneficios desincentive los aportes a los programas contributivos de pensiones”, finalizó.
MRA