Los efectos inflacionarios por cuellos de botella en el suministro de productos básicos, bienes y transporte de mercancías que han dado lugar a precios volátiles y retrasos en las entregas serán limitados, aseguró el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con un análisis del organismo dirigido por Agustín Carstens, los cuellos de botella han sido particularmente severos en las industrias upstream, es decir, aquellas que suministran insumos utilizados en muchos otros productos. Estas limitaciones han dado lugar a grandes efectos secundarios internacionales a través de las cadenas de valor mundiales además de que han durado más tiempo de lo previsto.
“El efecto inflacionario directo de los cuellos de botella probablemente será limitado después de que los precios relativos se hayan ajustado. Sin embargo, podrían surgir presiones inflacionarias sostenidas si los cuellos de botella persisten lo suficiente como para desencadenar un cambio al alza en el crecimiento de los salarios y las expectativas de inflación”.
El BIS explicó que este fenómeno comenzó como interrupciones del suministro relacionadas con la pandemia en medio de una fuerte demanda de la recuperación económica mundial. Pero se han visto agravados por los intentos de los participantes de la cadena de suministro de crear amortiguadores en redes de producción ya establecidas, los llamados efectos látigo.
Agregó que en medida que la recuperación mundial gana terreno, la demanda de materias primas clave, insumos intermedios y servicios logísticos ha superado la oferta disponible, lo que ha provocado precios crecientes y volátiles y retrasos en las entregas.
“Los desajustes resultantes han puesto a las cadenas de suministro bajo presión, provocando cuellos de botella que surgen cuando la demanda de un insumo de producción ascendente excede repentina y significativamente la cantidad máxima que se puede producir y entregar”.
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Por sectores
El organismo internacional indicó que los cuellos de botella recientes han sido más graves en las materias primas, los productos manufacturados intermedios y el transporte de mercancías.
En el caso de las materias primas, los precios aumentaron bruscamente a medida que surgió la escasez y las empresas se apresuraron a asegurar el suministro, seguidas en varios casos por caídas repentinas de los precios a medida que la producción aumentaba o la demanda bajaba.
En el sector manufacturero, los precios han aumentado sustancialmente para ciertos chips de computadora de alta demanda, lo que ha obligado a algunos clientes a detener la producción y a otros a acumular existencias de precaución para mantener la producción. Mientras tanto, los costos de envío se han disparado para el comercio entre Asia y América del Norte y los tiempos de entrega se han alargado.
“Los barcos se han visto obligados a hacer cola durante días para acceder a los puertos, obstruyendo la distribución a lo largo de la cadena de suministro. Los precios del transporte aéreo y por camión también se han disparado, agravados por la escasez de mano de obra”.
Mientras que a nivel minorista, los inventarios de bienes se han hundido a mínimos históricos, en particular para artículos duraderos como automóviles y muebles con altos costos de transporte.
Finalmente, indicó que los eventos naturales inesperados han intensificado las presiones de oferta junto con la falta de inversión en los años previos a la pandemia dejó a algunas industrias con poca capacidad disponible.
“El déficit de inversión fue particularmente severo para el petróleo y los recursos básicos, debido en parte a la transición desde la energía de combustibles fósiles”.