Una de las multimillonarias jóvenes que este año toma- ron por asalto los listados y las secciones de noticias de innovación es Elizabeth Holmes, fundadora y directora general (CEO) de Theranos.
Con una fortuna que Forbes calcula en 4 mil 500 millones de dólares, Holmes se vio muy metida en el ojo del huracán casi todo el tercer trimestre de este año debido a las acusaciones que se vertieron en contra de Theranos, una firma que pretende revolucionar la forma en que se practican exámenes clínicos.
La empresa, que Holmes fundó a los 19 años en 2003, tiene un valor de mercado de 9 mil millones de dólares y Holmes posee la mitad.
A sus 31 años, se le considera la multimillonaria más joven en conseguir su fortuna por sus propios medios.
Sin embargo, tanto Holmes como Theranos están bajo un microscopio mediático y bajo análisis por parte de las autoridades sanitarias de Estados Unidos por variasirregularidades destapadas por The Wall Street Journal.
Holmes, que muy a la manera de Steve Jobs o Bill Gates, abandonó sus estudios antes de tiempo (cursaba Ciencias en la Universidad de Stanford), pretendía revolucionar la forma en que se realizan los análisis y pruebas de sangre.
Sin embargo, justo cuando Theranos se preparaba a surtir con sus kits a gigantes como Walgreens (una de las cadenas de farmacias más grandes del mundo) y Safeway (una cadena de tiendas mi- noristas en EU), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) negó su aprobación a su método para recolectar sangre y a su dispositivo.
Eso le significó a Theranos un golpe económico enorme y un costo de imagen demoledor.
La primera respuesta ejecutiva de Holmes fue suspender el uso de su dispositivo, conocido como nanotainer, un portmanteau (es decir, una composición lingüística) con los términos nano (de diminutas dimensiones) y contenedor.
Con Theranos, una auténtica firma de Silicon Valley, Holmes diseñó un modelo clínico para analizar la sangre sin necesidad de agujas, o de enfermeras ni decomplicados gabinetes.
Con ello, se abatiría el costo de los exámenes que miden todo tipo de condición sanguínea, desde presencia de lípidos y glucosa a enfermedades venéreas.
Asimismo, el tiempo que normalmente toman estos tests queda muy reducido con la propuesta de Theranos: lo que antes tomaba dos o tres días, con ellos se podía conseguir en horas con una certeza total.
Además, y quizá de ahí la molestia del poderosísimo lobby médico de EU, que recibe una millonada de los laboratorios clínicos, Theranos ofrece a los clientes de las farmacias la posibilidad de realizarse sus exámenes sin necesidad de recetas o de acudir a los centros tradicionales.
¿Qué fue lo que detonó esta idea de análisis simples? Básicamente fue el temor de Holmes a las agujas.
La emprendedora utilizó parte del conocimiento que acumuló en sus investigaciones para curar el virus aviar (SARS) y se dio cuenta de que con poca sangre, obtenida con métodos fáciles, se obtendrían resultados confiables.
Con ello, la ahora multimillonaria conjuntó años de investigación y talento de médicos para crear sus nanotainers, que lucen como ampolletas comunes y corrientes las que pueden captar mediante un piquete inocuo la sangre del paciente.
Estas ampolletas se analiza en pequeños gabinetes que Holmes bautizó como Edison, que dan resultados confiables en cuestión de segundos, minutos y horas, dependiendo de lo que se busca, todo esto a un costo marginal. Pero al parecer nada de esto ha gustado a los médicos, a las cadenas de laboratorios y a la FDA.
De acuerdo con datos de esta dependencia, Theranos no tenía las autorizaciones correspondientes, además de que la firma no daba información precisa a sus clientes o a los pacientes de éstos.
Lo que sigue ahora para Holmes y Theranos es convencer a la FDA de que sus métodos de recolección de sangre no afectan los resultados que sus dispositivos Edison consiguen.
De conseguirlo, no sólo sería la multimillonaria más joven, sino treparía muchos escaños entre las mujeres con las mayores fortunas del mundo.