Andrea Agnelli habla sobre la Juventus y la Superliga

FT MERCADOS

El expresidente del club italiano habla sobre la creación de la Superliga y de por qué todavía hay vida en un torneo de futbol europeo disidente.

Andrea Agnelli, el empresario que entrego años dorados a la Juventus.
Murad Ahmed
Ciudad de México /

Vestido con un traje gris y una corbata oscura de punto, Andrea Agnelli se levanta para saludarme al otro lado de una mesa revestida de lino blanco. Me extiende la mano con los dedos hacia arriba. Adoptamos el apretón de manos de los deportistas antes de un gran partido.

Agnelli es un descendiente de los industriales italianos que fundaron Fiat e invirtieron en Ferrari. Cuando me refiero a ellos como un “clan”, Agnelli se ríe y dice que Sergio Marchionne, el difunto director ejecutivo de las compañías automotrices, se refería a la familia como “el zoológico”.

El hombre de 48 años es el cuarto de su nombre -después de su abuelo, su tío y su padre -en tomar posesión de una preciada herencia familiar: la Juventus, el club de futbol más exitoso de Italia. Durante sus 12 años como presidente del equipo con sede en Turín, la La Vecchia Signora (La vieja señora) ganó un récord de nueve títulos consecutivos de la Serie A italiana y llegó dos veces a la final de la Champions League, el principal torneo de clubes de Europa. Agnelli también estuvo entre los poderosos del deporte como presidente de la Asociación Europea de Clubes, el organismo que representa a los equipos más importantes del continente.

Luego vino la caída. En abril de 2021 se incorporó a la Superliga europea, una competición disidente que amenazaba con poner de cabeza la estructura del juego. Doce equipos de élite, incluidos el Manchester United de Inglaterra y el Barcelona de España, acordaron unirse a un torneo que reemplazaría a la Champions League. Los críticos consideraron el proyecto como un esfuerzo por proteger los activos de los propietarios superricos, poniendo fin al sistema de ascenso y descenso, que permite incluso al equipo más pequeño escalar la pirámide del deporte.

El plan se desmoronó en 48 horas, ante las protestas de aficionados, expertos, jugadores y políticos. Agnelli dice que es un “misterio” por qué los rebeldes no se mantuvieron firmes después de firmar un contrato de 200 páginas para unirse. “No le puse una pistola en la cabeza a nadie”, dice. “Todos firmaron libremente. Algunos más con ‘Fomo’. Algunos eran más conscientes. Pero todos firmaron libremente”. Una imagen pintada en una calle romana de Agnelli perforando una bola con una daga se volvió viral posteriormente; el hombre que apuñaló el juego del pueblo.

El colapso de su carrera se produjo al año siguiente. Un escándalo contable en la Juventus lo llevó a dejar el cargo como presidente del club, así como a renunciar a los Consejos de Administración de Exor y Stellantis, las encarnaciones modernas del imperio automotriz de la dinastía Agnelli. (Recibió una prohibición de varios años para ocupar cargos en el futbol y está involucrado en un proceso penal en curso por presunta manipulación del mercado y contabilidad fraudulenta, que está impugnando).

Durante el año pasado, Agnelli dice que buscó una “página en blanco”. Se casó por segunda vez y se mudó con los tres más pequeños de sus cinco hijos a Ámsterdam. Así que, en un día húmedo de enero, me reúno con Agnelli en Toscanini, un restaurante italiano en el moderno distrito Jordaan de la capital holandesa, un lugar que visita para saborear las delicias del hogar.

¿Qué lo trajo a Holanda? ¿El ventajoso régimen fiscal? ¿O para escapar de las intervenciones telefónicas de los fiscales italianos que espiaron sus comunicaciones para armar su caso? Ámsterdam se encuentra simplemente entre las “ciudades más vibrantes de Europa”, argumenta.

Pero Agnelli intuye ahora “una continuación de mi historia profesional”. El mes pasado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que la UEFA y la FIFA, los órganos que rigen el futbol a nivel europeo y mundial, actuaron ilegalmente cuando amenazaron con sancionar a los clubes de la Superliga y a sus jugadores.

Después del fallo, Agnelli puso fin a un largo silencio en la red social X, anteriormente Twitter, para publicar la letra de Where The Streets Have No Name de U2, incluida la frase “Quiero derribar los muros que me mantienen dentro”. La canción representa “un estado de ánimo, un estado de lugar”, dice.

El subtexto es clave para entender a Agnelli. Su estado actual de WhatsApp, solo visto por los que tienen su número de teléfono, es una cita de Martin Luther King Jr: “Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.

Después de la avalancha inicial de condolencias, ¿la gente lo abandonó? “Hay algunas decepciones, pero es justo”, dice Agnelli. “Tengo que transformarlo en una de las mejores oportunidades de aprendizaje que he tenido”.

Momento de ordenar. Agnelli sugiere compartir cicchetti, rebanadas de pan cubiertas con gorgonzola y pera, y aderezadas con mantequilla y anchoas. Después, Agnelli elige una ensalada a la que le sigue spaghetti alle vongole. Elijo ravioles y pescado a la parrilla. Agnelli dice que mi elección de pasta es “interesante”. ¿Está tentado? “Es queso y champiñones, y quiero almejas”, dice. “Con el debido respeto, pero me importa qué es lo que termina en mi boca”.

Los cicchetti llegan rápidamente. “Dios mío”, exclama cuando tomo fotos de la comida. “Es como ir a almorzar con mi esposa. ¿Lo estás subiendo a Instagram? Le aseguro que las fotos son simplemente para recordar lo que comimos.

Mis hábitos torpes contrastan con su linaje aristocrático. El tío de Agnelli, Gianni, era el más famoso de sus antepasados, un playboy que entabló amistad con Henry Kissinger y dirigió Fiat durante los conflictos industriales en la década de 1970; un icono de estilo también, Gianni era conocido por llevar relojes caros sobre los puños de la camisa.

Me distraigo con las muñecas de su sobrino. A la derecha de Agnelli hay un Rolex plateado que cubre parcialmente un tatuaje. Debajo del saco, los puños de la camisa están desabrochados. Un escritor que conoce a Agnelli sugiere que esto no es una declaración de moda, sino simplemente que él “es un poco desaliñado del Bullingdon Club”.

Eso sigue. El acento italiano de Agnelli tiene un toque inglés fresa, producto de estudiar en una escuela privada de Oxford antes de regresar a su tierra natal. La vida de Agnelli se vio marcada aún más por tragedias familiares: parientes murieron en accidentes aéreos, automovilísticos y por suicidio. Su hermano mayor, Giovanni, fue ungido heredero para dirigir Fiat, pero murió a los 33 años a causa del cáncer.

“Cuando mi hermano falleció en el 97, fui a la habitación de mi padre. Y me dice: ‘Esto significa más responsabilidad para ti’. No respondo y deja de hablar. Es una frase que siempre se me quedó grabada en la mente”.

Llegan las entradas. Agnelli tenía razón. Es un poco excesivo. Los ravioles se rematan con una abrumadora salsa de mantequilla. Un esbelto Agnelli empieza con su ensalada.

Más allá de garantizar enfrentamientos de peso pesado, la Superliga tenía otros atractivos, como límites de costos para evitar gastos desenfrenados en jugadores. “Esta era una respuesta a los problemas que el futbol tenía y todavía tiene: inestabilidad financiera, sostenibilidad financiera, polarización”, dice.

Agnelli recibió algunas de las críticas más duras por el grupo disidente, debido a su percepción de traición. El fin de semana de abril en que se anunció la Superliga, el presidente de la UEFA, Aleksander Čeferin -padrino del hijo menor de Agnelli- llamó para preguntarle al italiano sobre el proyecto. “(Agnelli) dijo que solo eran rumores y luego me dijo: ‘Te llamo en una hora’”, dijo Čeferin. “Apagó su teléfono… el hecho es que nunca había visto a una persona mentir tantas veces y de forma tan persistente”.

¿Por qué llamar rumor a la Superliga? ¿Por qué apagar su teléfono? Agnelli dice que en ese momento estaba sujeto a acuerdos de confidencialidad. Pero ahora puede explicar su versión de los hechos.

Otros habían hablado de poner en marcha competiciones alternativas, dice. Uno de los proyectos, conocido como “Bohr”, involucró a Nasser Al-Khelaifi, presidente del Paris Saint-Germain, el club francés propiedad de Qatar. “Recuerdo que volé a París en plena pandemia de covid”, dice Agnelli. “No había nadie alrededor. París quedó desierta. Nasser y yo tuvimos conversaciones sobre (un nuevo torneo), diciendo que necesitábamos un cambio, porque si no cambiábamos, estábamos muertos”.

En noviembre de 2020, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se acercó a Agnelli para unirse a la Superliga. Meses de negociaciones secretas llevaron a una fecha límite crítica del 19 de abril de 2021. La UEFA y la ECA debían reunirse en la ciudad suiza de Montreux al día siguiente para acordar cambios en la Champions League que garantizarían vínculos más rentables entre los grandes equipos. Los abogados advirtieron a los clubes de la Superliga que si aceptaban las reformas de la UEFA, su proyecto se detendría durante muchos meses.

Agnelli estaba preparado para aceptar cualquiera de los dos planes: las reformas de la Champions League de la UEFA, que ayudó a diseñar como director de la ECA, o los rebeldes que querían ser dueños plenos de su torneo.

“Tengo mi maleta con mi traje de la UEFA en el coche”, dice Agnelli sobre aquel fatídico domingo. “¿Qué ocurre? Me bombardean (con llamadas). ‘¿Firmaron? ¿Está pasando algo?’ Yo estaba como, ¿sabes qué? Me relajaré y apagaré mi teléfono… (al día siguiente) o conducía hasta Montreux porque no había pasado nada. O manejaba el lanzamiento de (la Superliga). ¿Estaba entonces en una situación muy difícil? Sí. Pero ahí es donde me encontraba”.

Para la medianoche, 12 clubes habían firmado. Agnelli no volvió a ponerse el traje de la UEFA. Renunció como director de la ECA y lo sustituyó Al-Khelaifi, aclamado por rechazar la Superliga. El proyecto, que fue duramente criticado por la UEFA y otros organismos, se vino abajo, mientras que la expansión de la Champions League siguió adelante.

Comento que el error de Agnelli fue tomar de forma personal el asunto con Čeferin. “No lo hice”, dice. Lo hiciste: es el padrino de tu hijo. “¿Y qué?” Eso es algo personal. “Solía hablar con Alex tres veces al día. Tenía una conexión muy fuerte”.

¿Qué le parece a Agnelli que le llamen mentiroso? Responde: “Tienen envidia”. ¿De qué? “No lo sé. Del hecho de que tengo un objetivo y trato de alcanzarlo. No hago concesiones”. Hay alguna forma de reparar la relación con Čeferin? Agnelli hace una pausa. “Mi sensación es que el tiempo es un caballero. Y, con suerte, las cosas probablemente se arreglarán en algún momento. Si no, de nuevo, tengo la conciencia muy tranquila”. 

Llegan nuestros platos principales. Agnelli está hambriento. La ensalada no era suficiente. “Tomemos un descanso y comamos”, dice. Bromeo diciendo que deberíamos hablar con la boca llena. Hace caso omiso de la sugerencia. Agnelli hace girar delicadamente los espaguetis alrededor de un tenedor, mientras yo corto mi filete de pescado. Durante un par de minutos se hace el silencio.

En 2018, la Juventus recibió al Real Madrid en la Champions League, pero los eliminaron después de que el delantero rival, Cristiano Ronaldo, anotó un gol con una chilena tan estupenda que el público de Turín se levantó para aplaudir. Meses después, Agnelli adquirió a Ronaldo -entonces posiblemente el mejor jugador del mundo- en un acuerdo valorado en más de 200 millones de euros (mde) en salarios y la tarifa de transferencia.

La estrella portuguesa anotó muchos goles para la Juventus, pero no logró ganar la Champions League antes de salir del club en 2021. Según Deloitte, el porcentaje de los ingresos del club que se gastó en salarios aumentó de 66% en 2018 a 84% en 2022.

En retrospectiva, ¿fue un error fichar a Ronaldo? “Fue una buena decisión”, insiste Agnelli. “Denme a Ronaldo y déjenme desplegarlo sin una pandemia, es una historia diferente”.

Tal vez tenga razón. El covid cerró estadios y pospuso partidos, lo que provocó miles de millones de euros en pérdidas de ingresos en todos los equipos del continente. Pero la respuesta de la Juventus a la crisis de liquidez está en el centro del escándalo de Plusvalenza (ganancias de capital), que le costó su puesto y todavía pesa sobre su vida.

Negándose a discutir los detalles del proceso judicial en curso contra él y los exejecutivos del club, Agnelli dice: “Sigo convencido de que todo lo que hicimos, lo hicimos según las reglas, de acuerdo con los estándares financieros… soy súper fácil”.

Se trata de un truco contable. Un ejemplo es un intercambio de jugadores en 2020, mediante el cual la Juventus vendió al mediocampista bosnio, Miralem Pjanić, al Barcelona por una tarifa de transferencia de 60 mde, mientras que el equipo español vendió al mediocampista brasileño, Arthur Melo, a la Juventus por 72 mde.

La acusación es que esas sumas estaban muy infladas, con precios creados con la finalidad de limpiar las cuentas de los clubes. El equipo italiano contabilizó el precio de venta de 60 mde como ingreso inicial, al tiempo que distribuyó el costo de compra entre los múltiples años del contrato como jugador de Melo. Poco dinero real cambió de manos. La Juventus solo pagó 12 mde, la diferencia entre los precios de los dos futbolistas.

La postura de Agnelli es que evaluar el verdadero valor de los jugadores es inherentemente subjetivo. En cualquier mercado, ambas partes tienen que acordar un precio. Les dijo a los ejecutivos del club: “Tienen activos que pueden mover, háganlo. Si es legal, ¿cuál es mi problema?”.

El problema es que la Juventus utilizó estas transferencias de forma más sistemática que la mayoría. Cuando la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) expresó su preocupación por 62 transferencias de jugadores en las que participaron clubes italianos en 2021, 42 involucraron a la Juventus. Los informes sugieren que el club obtuvo 282 mdes en ganancias de capital gracias a cuotas de transferencia supuestamente infladas. Como castigo deportivo, el club recibió multas y deducciones de puntos, pero negó haber cometido algún delito.

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“Desde que se transformó de ser un juego a ser un negocio, (el futbol)

No ha evolucionado su gobernanza para regir el negocio”.

El asunto expone cómo la decadencia financiera se ha extendido por todo el deporte. “Desde que se transformó de ser un juego a ser un negocio, (el futbol) no ha evolucionado su gobernanza para regir el negocio”, argumenta Agnelli. “Es justo decir que la mayoría de los clubes pierden dinero. ¿Sí? O somos todos incompetentes o el sistema tiene algunas deficiencias”.

Agnelli rechaza el postre. “No soy goloso; Pregúntale a mi esposa”, dice. En cambio, nos decidimos por unas tazas individuales de espresso.

¿Contempla un eventual regreso a la Juventus y a las empresas de la familia? Agnelli no lo descarta. Por ahora está ocupado con otras preocupaciones: su propio holding financiero, Lamse; presidir una fundación dedicada a la investigación del cáncer; una nueva empresa de tecnología deportiva que está tratando de hacer despegar.

Pero se agitan viejas pasiones. A22, la compañía con sede en Madrid detrás del proyecto de la Superliga, presentó una nueva propuesta: una competición más grande con 64 equipos masculinos divididos en tres divisiones, así como 32 equipos femeninos divididos en dos categorías. Los partidos se van a transmitir de forma gratuita a través de una “plataforma de streaming de última generación”. Todavía no está claro cómo se paga todo esto.

A pesar de que Agnelli dice que entre 50 y 60 clubes mantienen conversaciones sobre los nuevos planes, todavía ninguno declara públicamente su interés. De los clubes originales de la Superliga, solo el Real Madrid y el Barcelona siguen comprometidos. Incluso la Juventus, sin Agnelli al timón, se echó atrás.

“Danos tiempo para trabajar”, dice. “No es que las cosas ocurran por arte de magia”. Al describir la visión, Agnelli cae en el lenguaje corporativo: “Nos encontramos en una situación business to business (b2b) business to consumer (b2c)…tenemos que encontrar los clubes, que es la parte (b2b), porque si no tenemos los clubes para que participen dentro de la competencia, no podemos llegar los consumidores”.

Hablar de consumidores en lugar de aficionados, de empresas en lugar de clubes, es lo que causa ira. En noviembre, los seguidores del equipo alemán Borussia Dortmund izaron una pancarta gigante en la que aparecía Agnelli junto a Al-Khelaifi, del PSG, y Gianni Infantino, presidente de la FIFA, bajo el lema: “No les importa el deporte, lo único que les importa es el dinero”.

Me pregunto si a Agnelli le molesta tanta notoriedad. “Es agradable”, responde con una sonrisa pícara. Agnelli saca su teléfono. “Encontré un nuevo grafiti”. En la pantalla aparece una versión retocada con Photoshop del mural de Roma, esta vez con su daga atravesando la insignia de la UEFA. El subtexto está claro. Luego extiende su mano, con los dedos apuntando hacia arriba. Compartimos el apretón de manos de los jugadores después del silbatazo final.

PR














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