Es probable que una propuesta para tomar el metro hasta un bonito restaurante en Los Ángeles se reciba con una mirada perpleja y la pregunta: ¿cómo lo haríamos? Para la mayoría de los angelinos, recorrer la ciudad sin coche es inimaginable.
Pero si todo va según lo planeado, en el plazo de dos años los gourmets de Los Ángeles podrán tomar el metro hasta Beverly Hills y bajarse en una estación a solo unos pasos de Spago, el templo de la cocina californiana de Wolfgang Puck.
Si quieren hacerlo o no es otra cuestión. Los funcionarios de Beverly Hills lucharon para mantener el metro fuera de su exclusivo barrio durante décadas, y algunos residentes todavía se oponen. Pero la apertura de dos estaciones locales --una de las cuales estará a una corta distancia a pie de las tiendas de lujo de Rodeo Drive-- es una victoria para los defensores del transporte público en una ciudad famosa por su dependencia del automóvil.
El acontecimiento pone de relieve un hecho sorprendente. En los últimos años, Los Ángeles calladamente se ha convertido en el líder de la inversión en transporte público de Estados Unidos (EU), con ciento veinte mil millones de dólares (mdd) planeados solo para el transporte en riel.
La construcción de estaciones en Beverly Hills es uno de los 28 proyectos que los funcionarios se apresuran a completar antes de los Juegos Olímpicos de 2028. Karen Bass, alcaldesa de Los Ángeles, concibe unos Juegos “sin coches”. “Eso es una hazaña en Los Ángeles, siempre hemos estado enamorados de nuestros coches”, admite.
Pero hay precedentes. Los lugareños que recuerdan los Juegos Olímpicos de Verano de 1984 a su memoria llega un evento de dos semanas maravillosas de autopistas sin congestionamiento. Los funcionarios de la ciudad animaron a la gente a evitar ir a la oficina y muchos salieron de la ciudad.
“Los angelinos estaban aterrorizados de que fuéramos a tener un tráfico terrible, terrible” en 1984, dijo Bass. “Nos sorprendió que no fuera así”.
Para los Juegos de 2028, los funcionarios de la ciudad van a ir aún más lejos para desalentar el uso del auto. No habrá estacionamiento público en ninguno de los recintos deportivos. Se traerán tres mil autobuses, autobuses adicionales a la ciudad para aliviar la presión sobre el sistema.
“Nos estamos alejando de la narrativa de que Los Ángeles es la capital del automóvil de Estados Unidos y nos movemos hacia una ciudad donde se puede andar en bicicleta, en scooter, tomar el transporte público, tomar un autobús”, dice Sam Morrissey, vicepresidente de transporte en LA28. “Con suerte, los Juegos serán el punto en el que la gente llegue a darse cuenta de que realmente podemos movernos por Los Ángeles de muchas maneras diferentes. No tenemos que depender de un coche”.
Siendo California, una startup de Silicon Valley detectó una oportunidad potencial en el cambio de transporte. La compañía de aviones eléctricos Archer Aviation dijo este mes que logró obtener financiamiento para crear una red de taxis aéreos antes de los Juegos Olímpicos.
“El único camino a seguir es hacia arriba”, dice Nikhil Goel, director comercial de Archer. Espera que los viajes en taxi aéreo comiencen en los próximos años y que su costo sea aproximadamente el mismo que el de un viaje en un vehículo de lujo Uber Black.
Un sistema de transporte público que funcione bien y reduzca el tráfico de coches, tal vez junto con algunos taxis aéreos al estilo de Blade Runner, ayudaría a California a recuperar su reputación como un laboratorio de políticas públicas. En los últimos años, esta imagen resultó golpeada por la incapacidad del estado para hacer frente a la creciente falta de vivienda y un problema del costo de vida que obligó a algunas personas y empresas a irse.
Queda la seria pregunta de si, después de toda esta inversión en transporte público, los angelinos estarán dispuestos alguna vez a deshacerse de sus automóviles.
Antes de mudarme a Los Ángeles, usé el transporte público todos los días durante 25 años. Pero después de tres años aquí, apenas estoy empezando a entender cómo desplazarme por la ciudad sin coche.
Algunas veces he tomado el metro que conecta el centro con Santa Mónica, un viaje agradable en un vagón lleno de sol con excelentes vistas de los autos atascados en el tráfico cercano.
Pero esas experiencias felices se ven atenuadas por los informes de delitos violentos y sobredosis de fentanilo en autobuses y trenes. En respuesta, el metro estudia la posibilidad de crear su propia fuerza policial.
“Cada día mueren más personas en accidentes de tráfico en nuestras calles que en el transporte público”, dice Morrissey. “Por eso me opongo a la idea de que no es seguro, pero entiendo esa percepción”.
CHC