AstraZeneca está dando un gran impulso a las tecnologías digitales, lo que incluye la contratación de un antiguo experto en inteligencia artificial de la NASA, ya que busca acelerar el descubrimiento de medicamentos y mostrar el valor de sus medicinas en un entorno de precios cada vez más difícil.
El enfoque se planeó en una reunión de alrededor de 200 líderes de alto nivel en su sede en Gotemburgo, Suecia, a finales del mes pasado. Forma parte de un plan para el crecimiento futuro que su director ejecutivo, Pascal Soriot, le dio el nombre internamente de AZ2025.
La industria farmacéutica se enfrenta a niveles de escrutinio sin precedentes sobre sus precios, sobre todo en EU. Al mismo tiempo, el surgimiento de curas potenciales muy costosas para enfermedades como el cáncer ejerce una mayor presión sobre las compañías farmacéuticas para que demuestren que sus precios representan el valor económico.
Soriot, quien en noviembre anunció el retorno de la compañía anglo-sueca al crecimiento de las ventas por primera vez desde 2014, sugirió que Astra buscaría ampliar la gama de medicamentos que ofrece en los que el pago depende de los resultados obtenidos.
En una entrevista, Soriot señaló un acuerdo que se logró sobre Brilinta, un medicamento para las enfermedades cardíacas, bajo el cual los sistemas de salud o las aseguradoras reciben un reembolso si más de un cierto porcentaje de pacientes que toman el medicamento sufren un segundo ataque cardiaco. Argumentó que ese tipo de medicamentos podrían ser parte de la solución para reducir los costos de salud en general.
Dijo: “El punto es que, si alguien regresa a un hospital con un ataque cardíaco, le cuesta una fortuna y, por supuesto, en primer lugar no es algo bueno que tengan un ataque cardiaco”.
“Tenemos que llegar a un punto en el que puedas ponerle un precio a un producto en el contexto del costo total del tratamiento y la enfermedad”.
Sin embargo, tener éxito para lograr esos contratos puede depender de la disponibilidad de datos que cubran todos los aspectos del contacto de un paciente con el sistema de salud para producir la llamada evidencia de sus efectos en el mundo real.