Joanne Müller-Wieland fue dada de baja del equipo olímpico de hockey de Alemania en mayo, a pesar de ser la capitana y de llevar a la escuadra nacional a alcanzar la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río.
No ir a Tokio fue un golpe, dice. Pero a diferencia de muchos de sus compañeros olímpicos, dice que su identidad no está ligada a su deporte. Ella y su esposa tuvieron un bebé recientemente, una experiencia que “no cambiaría por nada en el mundo”. Ella es cofundadora de Unthink, una consultora de desarrollo de liderazgo, y ya tiene un historial como empresaria. De manera crítica, me dice: “Sé que soy más que solo una jugadora de hockey”.
En las entrevistas con medallistas olímpicos en los próximos días, “¿Qué es lo que sigue?” Es la pregunta que tienes menos probabilidad de escuchar. Sin duda es una pregunta que muchos atletas, enfocados obsesivamente en su sueño de la gloria en el podio, evitan preguntarse. En eso, no son diferentes de ciertos empresarios exitosos, que aplazan su búsqueda ciega de la gloria a expensas de un equilibrio más saludable y un mejor futuro a largo plazo.
Se necesita mucho para apagar el sueño de otra oportunidad de ganar oro. La esperanza se mantiene viva gracias a las extraordinarias historias de la reaparición de atletas como la británica Kelly Holmes, que superó decepciones, lesiones, depresión y autolesiones. Ella contó en un reciente documental de la BBC, que se dijo a sí misma: “A veces solo hay una oportunidad para hacer algo: no te rindas”.
Sin embargo, incluso después de ganar medallas de oro en los 800 mil 500 metros en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, admite que se sintió deprimida por la pérdida de identidad y estructura después de dejar el deporte en 2005.
Una encuesta de atletas y aspirantes olímpicos estadunidenses en 2001 sugirió que dos tercios temían a su futuro después del retiro y el 43 por ciento tenía problemas para ingresar a la fuerza laboral. Otra encuesta, de la Federación de Jugadores Profesionales del Reino Unido, mostró que la mitad de los exatletas no se sentían en control de sus vidas dos años después de terminar sus carreras, según una investigación de la BBC State of Sport en 2018.
“Nunca es demasiado pronto para prepararse para ese salto”, menciona Mayi Cruz Blanco, directora de soluciones deportivas de la agencia de reclutamiento Adecco, que trabaja con el Comité Olímpico Internacional en el desarrollo profesional de los atletas.
Lo Dice..."A veces solo hay una oportunidad para hacer algo: no te rindas”
Gold Rush recuerda cómo Gran Bretaña aplicó con éxito un enfoque empresarial implacable en su búsqueda de medallas olímpicas, después de los fracasos de la década de 1990. Funcionó, pero no puedo evitar pensar en el lado negativo: un mejor financiamiento para las estrellas significa que muchos atletas ahora dedican todo su tiempo al entrenamiento y menos al desarrollo de habilidades y una identidad fuera del deporte. Algunos tal vez se retiren incluso menos equipados para el mundo laboral que sus predecesores olímpicos que lo hacían a tiempo parcial.
Su destino depende hasta cierto punto de su deporte. El pentatlón moderno es un deporte de “madurez tardía”, dice Joël Bouzou, quien fue capaz de “juntar dos carreras al mismo tiempo” mientras competía en cuatro Juegos Olímpicos por Francia entre 1980 y 1992. Ahora presidente de la Asociación Mundial de Atletas Olímpicos, un sistema de redes de contacto y apoyo para cualquiera que haya competido en los Juegos Olímpicos, comenzó como profesor de educación física, luego obtuvo títulos en biología, derecho y economía como preparación para papeles en filantropía y administración deportiva.
Cath Bishop, una atleta olímpica en remo que se convirtió en diplomática y coach de liderazgo, señala que los remeros de élite generalmente no renuncian a sus años de adolescencia para entrenar, a diferencia de, por ejemplo, los nadadores y gimnastas. La clase y la formación también contribuyen a proporcionar la base educativa para el éxito posterior.
Sin embargo, la transición al lugar de trabajo será difícil para cualquier atleta de élite. Bishop dice que puede ser una sorpresa darse cuenta de que no todos en la oficina tratan de “ser lo mejor que puedan ser” todos los días. Müller-Wieland, quien formó parte de un programa de EY para llevar a mujeres deportistas a los negocios, recuerda el impacto de no recibir retroalimentación constante.
Los atletas retirados, incluso si llegan tarde al lugar de trabajo y tienen pocas habilidades técnicas, tienen mucho que ofrecer a los empleadores en términos de motivación, resiliencia y mente analítica, aparte de la gloria reflejada de sus medallas.
Sin embargo, una lección más amplia es que una estricta devoción por ganar a cualquier costo no es tan productiva como parece. En los negocios, te ayuda a “hacer el trabajo, pero no es una receta para ser creativo o colaborativo”, dice Bishop.
Es posible que ni siquiera sea tan útil en el deporte como sugieren las historias que a menudo se cuentan de vivir por el éxito. Cath Bishop relata en su libro que logró sus mejores actuaciones a principios de la década de 2000 cuando ya había comenzado una nueva carrera y era “más que una atleta”.
Se centró en su disfrute y dominio del remo, las razones por las que competía y las personas con las que remaba, más que en el puro objetivo de la victoria. Casi como un subproducto, ganó un título mundial y una medalla olímpica.
srgs