Sucesión en LVMH pondrá a prueba los lazos de la familia

FT MERCADOS

Bernard Arnault, tiene el lujo de decidir cual de sus hijos asumirá el cargo de director ejecutivo en LVMH, la empresa de lujo más grande del mundo.

Bernard Arnault con su esposa y sus hijos. Foto: AFP.
JOHN GAPPER
Ciudad de México /

¿Quién se acuerda de Marcel Boussac? El empresario textil y magnate de los caballos de carreras, que financió a Christian Dior, era conocido en la década de 1930 como el hombre más rico de Francia. Pero el Rey del Algodón se convirtió en un autocrático caprichoso en su edad mayor y su endeudada compañía quebró poco antes de su muerte.

Uno que lo recuerda es Bernard Arnault, ahora el hombre más rico de Francia y uno de los más ricos del mundo, gracias al control que tiene en LVMH. Tomó el control de los activos de Boussac en 1984 y utilizó a Dior como la base para su grupo de moda y lujo. También pudo ver cómo algunas empresas no logran vivir más que sus fundadores.

La lección fue: tengan suficientes hijos para que les ofrezcan una opción de sucesión familiar y capacítenlos rigurosamente para que los sucedan.

El resultado es que están nominando a sus hijos Alexandre, de 31 años, y Frédéric, de 29, para el Consejo de Administración de LVMH, sumándose a Delphine, de 48 años, y a Antoine, de 46. Se trata de una formalidad, ya que la familia posee alrededor de 64 por ciento de los derechos de voto, lo que le otorga un cómodo control. El único de los cinco hijos al que todavía no elevan al Consejo es Jean, de 25 años, pero eso sin duda llegará.

De modo que el patriarca tiene el lujo de decidir qué hijo asumirá el cargo de director ejecutivo, tal vez cuando cumpla 80 años (cumplirá 75 en marzo y LVMH amplió su plazo de jubilación hace dos años).

Arnault crió a los suyos para que se comportaran de manera opuesta de las demás empresas familiares: educados en escuelas de élite, trabajadores y sujetos a altos estándares. Luego hizo que fueran aprendices en LVMH. Dice que tenían una opción, pero imagino que sabían lo que él esperaba.

Hay algo de su estrategia en el negocio del lujo en la forma en que los crió: tomar un buen nombre y nutrirlo durante décadas, asegurándose de que tenga tanto brillo superficial como competencia comercial. En su lugar, LVMH podría nombrar a un ejecutivo profesional como su próximo director ejecutivo, pero eso parece poco probable: el largo y cuidadoso proyecto de Bernard Arnault está dando frutos.

Pero la estrategia de sucesión de Arnault tiene sus inconvenientes. Una es que a medida que se vuelve mayor y a medida que más se acerca LVMH a una decisión, más tenso se vuelve todo el asunto. Es posible que LVMH esté controlada por una familia, pero también es una de las empresas más grandes del mundo, por lo que la especulación continuará y, de hecho, crecerá.

Si el escrutinio es una molestia para LVMH, la mayor dificultad es qué ocurrirá después de la muerte de Arnault. Cuando suceda, su autoridad incuestionable sobre sus hijos terminará y cada uno de ellos quedará con la misma participación accionaria y votos. Es posible que todos estén de acuerdo en sus méritos como líderes empresariales, pero también es posible que no sea así.

Pero no sería natural que los hijos que participaron y formaron sus vidas en torno a ello se adaptaran a perderlo. Ser un Arnault seguirá teniendo privilegios, pero es posible que no sean lo suficientemente satisfactorios.

PRL











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