Solo unos días después de que Rusia advirtió que no reanudará el flujo de gas a través de un ducto crítico para Europa, los ministros de energía del bloque apoyaron planes generales para imponer un tope al precio de todas las importaciones del combustible y aplicar una tasa para gravar a los productores de electricidad.
En una reunión de emergencia celebrada a finales de la semana pasada, tuvieron dificultades para ponerse de acuerdo sobre los detalles. Aún tienen que decidir si se pondrá un tope al precio de todo el gas importado o solo al de los suministros procedentes de Rusia, y cómo establecer un mecanismo que permita remover las utilidades inesperadas de las empresas de energía que disfrutan de precios récord.
Se espera que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aborde el tema de la energía en su discurso anual sobre el estado de la región, y los burócratas buscan un terreno común entre los 27 Estados miembros para evitar apagones y sufrimiento económico a empresas y consumidores este invierno.
Fredrik Persson, presidente del organismo industrial BusinessEurope, dijo que “hacer frente al aumento vertiginoso de los precios de la energía y encontrar la forma de mitigarla es una cuestión urgente de supervivencia tanto para las industrias como para los hogares europeos”.
¿Por qué actúan ahora?
El anuncio que hizo Moscú de que no restablecerá el suministro de gas a través del Nordstream 1 hasta que se levanten las sanciones impuestas después de su invasión a Ucrania hizo temer un corte total del gas ruso.
El año pasado, la Unión Europea importó 155 mil millones de metros cúbicos de gas ruso por gasoducto, cerca de 40 por ciento de su suministro total. Esta cifra ahora cayó a 9 por ciento, con flujos reducidos que todavía llegan a Europa a través de Turquía y Ucrania. La reducción de la oferta contribuyó a que los precios se multipliquen por 10 respecto a su precio promedio de la última década.
Los niveles de almacenamiento de gas en la Unión Europea alcanzaron 83 por ciento de su capacidad total, muy por encima del objetivo de 80 por ciento que se fijó para finales de octubre, lo que hace esperar que haya suficientes suministros este invierno.
¿Qué se propone?
El miércoles, la Comisión presentó una serie de propuestas, entre las que se incluyen remover las utilidades de las empresas de energía y reintegrar los ingresos a hogares y compañías, la flexibilización de las normas sobre ayudas estatales para rescatar a las firmas afectadas por las elevadas facturas, un recorte obligatorio de los picos de demanda de electricidad y, de forma más provisional, un tope al precio del gas, incluido el procedente de Rusia.
En la reunión del viernes, según los checos, los ministros acordaron que Bruselas debe enfocarse en reducir los picos de demanda de electricidad, gravar la producción de energía no procedente del gas, un tope más amplio al precio del gas y proveer liquidez a productores.
¿Cómo funcionará?
Aquí es donde se rompe el acuerdo sobre lo que debe hacerse. En cuanto al tope de los precios del gas, algunos países, como Italia, Austria y Grecia, se oponen un límite obre las importaciones rusas, ya que temen que Moscú corte el suministro restante.
Se alcanzó un consenso más amplio para un tope sobre una mayor proporción de las importaciones, pero todavía no se llega a un acuerdo sobre si dicho límite se aplicará solo al gasoducto o a todo, incluido el gas natural licuado.
Dinamarca y Países Bajos se encuentran entre los países que no son partidarios de un tope general, ya que temen que la reducción de los precios solo sirva para aumentar el consumo.
“Todos estos topes generales tienen la desventaja de que desincentivan el suministro de otros países”, dijo Hans Vijlbrief, ministro holandés de industrias extractivas.
Un gravamen sobre las utilidades de los productores de energía no procedentes del gas puede estructurarse como una recuperación de ingresos o como límites de precios más dinámicos que se activen cuando se alcancen determinados umbrales.
También se debate si los umbrales deben ser específicos para cada fuente de generación de energía o aplicarse de manera uniforme, en cuyo caso los combustibles más caros, como el carbón, se verán más afectados.
¿Ayudará a los consumidores?
Los analistas de la agencia de precios de la energía Argus afirman que, aunque el deseo de la Unión Europea de proteger a los hogares de la pobreza es algo “loable”, el “ritmo sin precedente de generación de políticas tiene como resultado una serie de propuestas que no lograrán este objetivo”.
Para Henning Gloystein, director de energía y clima de Eurasia Group, la combinación de topes de precios, gravámenes y reducción de la demanda “debe tener un alcance bastante grande como para evitar que los costos de la energía se disparen aún más”.
Mientras que para Riina Sikkut, ministra de Economía e Infraestructuras de Estonia, un recorte obligatorio a la demanda “ofrece un enorme potencial para bajar los precios.