El hilo neuronal suena como a un material de vestir para androides. El término, como lo usa Elon Musk, refleja ambiciones mayores. El jefe de Tesla cree que se puede mejorar al humano al implementar en la cabeza mallas de electrodos ultradelgados para acelerar el flujo de datos en el cerebro. La gente corre el riesgo de que la inteligencia artificial la deje detrás, dice.
El errático empresario de tecnología es la última persona que la mayoría de nosotros querría que hurgara debajo de nuestros toldos. Además, las preocupaciones acerca de que la inteligencia artificial va a eclipsar a los seres humanos son exageradas. Las computadoras que podrían imitar la inteligencia humana serían del tamaño de los hangares de aviones y usarían un millón de veces más energía que el cerebro, dice Steve Furber, pionero de uno de los chips que más se utilizan en el mundo.
De hecho, hay muchas cosas que el cerebro puede enseñar a su contraparte electrónica. En la Universidad de Mánchester se desarrolló una supercomputadora que imita los picos de energía electroquímica de las neuronas. Intel e IBM tratan de emular estructuras neuronales.