Charlie Brooker pasa mucho tiempo pensando en lo peor que podría ocurrir. Black Mirror, la serie de televisión sombríamente cómica que concibió en 2011, lleva el miedo latente de que la tecnología se apodere de nuestras vidas hasta conclusiones inquietantes y controvertidas. Un chip de memoria convence a un hombre de la infidelidad de su esposa. Una aplicación califica en vivo a las personas de acuerdo a sus interacciones sociales. Un hashtag provoca la muerte de cientos de miles de personas. Incluso la protagonista de otro de los exitosos programas de Brooker, la despistada presentadora de televisión Philomena Cunk, parte del peor escenario: “has contratado a un tonto”, como él mismo dice.
Así es como funciona el cerebro de Brooker, me dice desde su casa en Ealing, al oeste de Londres. “No puedo contemplar una situación sin ver en mi cabeza la versión cinematográfica de la información pública. Si hay niños saltando en un trampolín, pienso: ‘bueno, uno de ellos está a punto de romperle la nariz con la rodilla al otro’. Así que tienes que reírte de eso, de lo contrario te volverás loco”.
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En 2020, ocurrió una de las peores cosas que podían suceder: la pandemia de covid-19, una enorme tragedia humana que también tuvo elementos propios de Black Mirror, una aplicación de rastreo que no funcionaba, bancos de los parques cubiertos de cintas de seguridad de la policía, gente limpiando sus billetes y “aislando” sus compras de comestibles. (¿Qué es Black Mirror? El creador del programa lo define como “una especie de visión del mundo sombría, oscura, ligeramente irónica pero bastante escalofriante”).
Confinados en casa, Brooker y su esposa, la presentadora de televisión y escritora Konnie Huq, veían mucha televisión, como el resto de nosotros. También empezó a escribir la sexta temporada de Black Mirror, que es algo diferente. De las pesadillas tecnológicas de las temporadas anteriores se pasa a la ciencia ficción clásica y al terror gótico, y del presente o futuro próximo al pasado (tres de los cinco episodios son, más o menos, programas de época).
“La serie empezó porque quería hacer algo que no se pareciera a otros programas y que fuera muy variado, para no aburrirme”, dice Brooker. “El programa nunca se planteó como: ‘Esto es lo que aparece en las páginas de tecnología esta semana, vamos a inventar una historia sobre eso’”.
“Había hecho muchos episodios sobre conciencias de personas atrapadas en las computadoras y sobre inteligencia artificial. Pensé: ‘dios mío, ¿la gente espera que haga un episodio sobre los NFT?”
En lugar de eso, cambió la mirada hacia el medio con el que mantiene una relación de amor-odio: La televisión. El creador de 52 años fue un crítico de televisión escabroso en el cambio de milenio, cuando también estaba empezando su carrera como guionista de televisión en el programa satírico de noticias The 11 O’Clock Show.
El núcleo del episodio Loch Henry de la sexta temporada de Black Mirror, que se inspira en casos de crímenes reales, surgió de un documental espeluznante, pero bellamente rodado en Escocia. “Acabamos buscando en Google dónde había ocurrido, porque queríamos ir de vacaciones allí”, dice Brooker.
El primer episodio, Joan is Awful, trata de una mujer que enciende el televisor y descubre que el día que acaba de vivir se convirtió en un programa en el que ella es interpretada por Salma Hayek. Es una inteligente sátira de un panorama de medios desolado en el que la vida de una persona puede convertirse en material para un artículo de revista, que inmediatamente se transforma en una serie de drama de calidad, un documental complementario y un podcast de 10 capítulos.
“Estaba viendo The Dropout con Konnie, la serie de drama sobre Elizabeth Holmes (fundadora de Theranos)”, cuenta Brooker. “Había un momento en el que el personaje de Holmes se estaba divirtiendo y bailaba con su novio. Y pensé: esto es tan vergonzoso, no pueden saber que lo hizo a puerta cerrada”.
Él dice
“Si trastocas la fórmula, corres el riesgo de alejar a la gente a la que le gusta tu serie”
El programa Joan is Awful se transmite por Streamberry, un servicio de streaming similar a Netflix cuyos ejecutivos son apasionados por “impulsar el compromiso”, jugando con los peores miedos e impulsos de los espectadores. Black Mirror se desarrolló originalmente en Channel 4, pero ha sido una serie de Netflix desde 2015. “En ese momento, Netflix había hecho Orange is the New Black y House of Cards, pero no tenía muchas series propias. Fuimos uno de los primeros adoptados.... pensé: bueno, esto claramente es el futuro, ¿qué mejor lugar para poner esta serie?”.
No parece que Brooker haya ofendido a Netflix con Joan is Awful: le permitieron utilizar un logotipo “muy parecido” al suyo para la serie. “Si no pasara en Netflix, nos demandarían”. En cualquier caso, la cuestión va más allá de un gigante del streaming. “Me da vértigo si me pongo a pensar en la cantidad de series que existen”, dice Brooker. “Las cosas representan una inversión de tiempo tan grande, que es como tratar de averiguar a dónde te vas a mudar de casa”.
Cuando Brooker empezó a escribir la nueva temporada, tenía la sensación de que la tecnología se había “estancado”. Sin embargo, la llegada de las herramientas de inteligencia artificial generativa cambió la situación, lo que lo llevó a pedirle a ChatGPT que escribiera un resumen de un episodio de Black Mirror. “Lo que ofrece tiene una presentación verosímil, porque leí propuestas parecidas”, dice, “es poco original, porque está absorbiendo el trabajo de otras personas y volviéndolo a empacar”. También jugó con la idea de un comediante de stand up de inteligencia artificial. “No sabía muy bien cuál era la historia, pero tenía la idea básica de que involucraba una figura parecida a Elon Musk, que decide que este comediante de inteligencia artificial es genial porque insulta a todo el mundo .Y entonces, por supuesto, empieza a volverse en su contra”.
Abandonó la idea, dice, porque sintió que llegaría demasiado tarde. Black Mirror, por supuesto, es famoso por llegar antes que nadie (pensemos en Be Right Back, el episodio de la segunda temporada que incluía un bot al estilo ChatGPT para consolar a los afligidos). “Cuando empecé a escribir la serie, era la época de la primavera árabe, cuando todo el mundo decía: ‘vaya, ¿no son geniales las redes sociales?’ Y todavía nos emocionaba recibir un nuevo modelo de iPhone, en lugar de decir: ‘oh, básicamente tiene más cámaras en la parte trasera’. Pero ahora hay mil millones de series distópicas en las que la gente está rodeada de cromo y cristal”.
¿Todavía le gustaría hacer un episodio sobre un personaje parecido a Musk? “Creo que en Succession, The White Lotus o Billions se ha analizado mucho sobre cuán mierda son los ricos. Así que creo que otras personas hicieron un mejor trabajo... me parece extraño y preocupante que Musk quiera ser gracioso, pero parece no entender el sentido del humor. Es posible que haya abusado de la expresión punching down (hacer chistes a expensas de otras personas), pero ese parece ser el tipo de humor que le divierte”. Es solo una cosa más de la que preocuparse. “Si trastocas la fórmula, corres el riesgo de alejar a la gente a la que le gusta tu serie. Pero, al carajo. Estos episodios son independientes. Y no hay reglas”.
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