Cinco lecciones de la primera crisis constitucional de Trump

El intento del presidente de congelar las ayudas federal y para el extranjero fue su tanteo inicial de autoritarismo real y evidencia cómo la presión pública puede utilizarse con éxito para reprimirlo

Durante una protesta contra el republicano, un activista pisa una bandera estadunidense. REUTERS
Rana Foroohar
Nueva York /

Una de las cosas más diabólicas que tiene el presidente Donald Trump es la rapidez con la que se mueve. Ya puso en marcha más de 40 órdenes ejecutivas y solo lleva dos semanas en el cargo. Seguro esto es parte de un esfuerzo por confundir y dispersar a la resistencia demócrata, que (al igual que los medios de comunicación) tiene dificultades para seguir el ritmo de todo.

Pero la semana pasada, la orden de Trump de que la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca (OMB) “hiciera una pausa temporal” a las subvenciones, préstamos y programas de asistencia financiera federal para asegurarse de que se alinearan con las prioridades del presidente provocó una respuesta inmediata —y exitosa— de los demócratas. La medida, que muy probablemente violó una ley que impide a los presidentes bloquear fondos que ya fueron autorizados por el Congreso, habría afectado a cosas que tienen un efecto en la vida de la gente común: programas de jardín de niños, beneficios para veteranos, capacitación laboral, acceso a banda ancha en zonas rurales, etcétera.

Entonces, los demócratas recurrieron a las redes sociales, organizaron grupos sin fines de lucro para inundar los tribunales con demandas y, al final, un juez federal bloqueó de manera temporal la orden, que luego la Casa Blanca rescindió.

Hay varias lecciones que sacar de esto. A continuación, mis cinco principales:

1. Este fue el primer intento de autoritarismo de Trump, pero no será el último. Sí, hay otras acciones que se han calificado con razón de probablemente “ilegales”, como el embargo de dólares de asistencia extranjera y los fondos de la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo. Pero la orden de congelar toda la asistencia financiera federal fue un paso más allá porque afectó el financiamiento nacional aprobado por el Congreso de maneras que fueron una prueba de fuego para lo que la población estaba dispuesta a soportar en casa. El hecho de que estuviera dispuesto a intentar algo en apariencia tan ilegal y con tanta impunidad demuestra que no hay límites en lo que la Casa Blanca está dispuesta a hacer. Seguirán haciéndolo, a ver qué es lo que se acepta legalmente.

2. ¡La protesta pública es importante! La avalancha de acciones ofensivas de Trump puede cansar a la gente y hacer que se debilite. Pero, como señaló el ex secretario de Trabajo Robert Reich la semana pasada, “la historia demuestra que la oposición temprana y estratégica es crucial para detener los excesos autoritarios”. Trump no tiene ideología, tiene ego. El apoyo público (o la falta de él) significa muchísimo para el mandatario, y la presión pública puede utilizarse con éxito para reprimirlo.

3.El bloque organizó a los demócratas de una manera que ninguna otra cosa lo ha hecho hasta ahora. Hablé con varios grupos de progresistas que ahora unen fuerzas para presentar demandas contra otras acciones potencialmente ilegales, iniciar campañas de redacción de cartas y hablar con la prensa de una manera más coordinada. Los sindicatos empiezan a involucrarse en la resistencia, algo que es importante, ya que históricamente suelen ser cruciales para cualquier tipo de reacción autoritaria.

4. Estamos en un punto de inflexión crucial en términos de cómo se van a desarrollar los próximos cuatro años. Hay tres formas en cómo las cosas pueden ir a partir de ahora. En primer lugar, puede haber un vaivén de varios años como el que acabamos de ver, en el que la administración intenta hacer cosas ilegales y ve hasta dónde puede llegar, se ve obligada a retroceder una y otra vez, y al final termina siendo un gobierno más moderado. En segundo lugar, pueden ir a toda máquina para utilizar al gobierno federal para tratar de suprimir los derechos estatales e individuales (irónicamente, ya que los fallos derechistas de la Suprema Corte de los últimos años tenían que ver con tratar de proteger esos derechos), de maneras que conduzcan a que se encarcele a los que se oponen a ellos. Lo que llevaría a la opción tres: un conflicto civil total en el que los demócratas y tal vez incluso algunos miembros del Partido Republicano tratarían de expulsar a Trump con el argumento de la inestabilidad mental. Esto requerirá una enorme protesta pública, por supuesto, e incluso resultará en violencia en las calles.

5. ¿Cómo evitar esto? Una cosa que los demócratas pueden y deben hacer es notificar tanto al presidente de la Suprema Corte, John Roberts, como a la propia administración que si vuelve a ocurrir algo como la orden de los fondos federales, se declararán en huelga. Es decir, asumirán que el presidente está violando la Constitución, intentando una especie de golpe de Estado blando, y que ya no responderán de ninguna manera ante el poder Ejecutivo. No se hará nada en el Congreso. El propio gobierno se paralizará. Este tipo de mensaje lo pueden transmitir mejor Chuck Schumer y Hakeem Jeffries juntos. El objetivo aquí es contrarrestar el avance autoritario.

Peter, ¿qué lecciones sacas de la debacle de la OMB y qué deben hacer los demócratas (y los republicanos razonables) para combatir las acciones autoritarias de Trump?

Lecturas recomendadas

-¿Han oído hablar alguna vez de la Ilustración oscura? Se trata de la extraña teoría tecnofascista que sostiene que el tiempo de la democracia ya terminó y que Estados Unidos necesita un monarca, tal vez alguien como Elon Musk. Para entender por qué esta idea descabellada ya no es algo que se pueda descartar, lean el perfil que The New York Times hace del teórico en jefe de la Ilustración oscura, Curtis Yarvin.

-Un extracto exclusivo de The Wall Street Journal del nuevo libro de memorias de Bill Gates es una lectura entretenida.

-En Financial Times no se pierdan las noticias de primera plana sobre cómo China está ampliando los complejos de mando militar y los búnkeres nucleares en tiempos de guerra.

Peter Spiegel responde

Rana, yo tuve una opinión ligeramente diferente sobre el memorando de la OMB, que al principio parecía un intento extraconstitucional de apoderarse del poder adquisitivo, pero muy pronto se transformó en una historia de ineptitud burocrática, que tiene sus propias lecciones sobre cómo vemos la Casa Blanca de Trump.

Varias organizaciones de noticias en los últimos días informaron que el memorando no se originó en la Casa Blanca. De hecho, parece que no tuvo ninguna aprobación. Tanto The New York Times como The Atlantic, por ejemplo, informaron que fue escrito por personal de alto nivel de la OMB, que no lo consultó con la guardia pretoriana de Trump antes de enviarlo a todo el gobierno federal. Informaron que, tomaron por sorpresa a la Casa Blanca.

Eso de ninguna manera excusa lo que los funcionarios de la OMB trataron de hacer. Y seguro está en consonancia con el mensaje que viene de la operación de eficiencia gubernamental de Trump y Elon Musk, que parece dispuesta a pasar por alto sutilezas como el código legal de EU y el buen funcionamiento del gobierno federal para lograr sus fines políticos. De hecho, The Washington Post publicó el viernes un informe igual de escalofriante sobre la renuncia de uno de los funcionarios de mayor confianza del Departamento del Tesoro después de que el equipo de Musk intentó meter sus manos en el sistema de pagos seguros del gobierno federal.

La oleada de acciones tempranas lleva a muchos a creer que Trump 2.0 es una operación más eficiente que la primera etapa. Susie Wiles, la competente jefa de gabinete de Trump, pudo reducir parte del caos del primer mandato, y los cuatro años en el exilio le permitió a los trumpistas poner todo en orden antes de volver a asumir el cargo. Pero el memorando de la OMB ilustra que todavía hay un alto grado de mal manejo en la operación del republicano, no muy diferente de la torpeza del primer gobierno, cuando las políticas a menudo se descarrilaron gracias a una ejecución incompetente. (¿Recuerdan la “semana de la infraestructura”? Yo tampoco).

Todas las presidencias tienen dificultades para convertir la ideología en políticas ejecutables, y eso incluye a aquellas integradas por veteranos de las trincheras burocráticas. Lo que nos mostró Trump 1.0 fue que la desorganización administrativa puede causar un corto circuito en ese proceso. Hasta ahora, el Trump 2.0 muestra signos de mejorar en eso, pero aún está por verse si puede mantenerlo. La saga de los memorandos de la OMB me genera dudas.

Sus comentarios

Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes… En respuesta a:

“¿Por qué nos molestamos con las audiencias de confirmación? Se han convertido en un mero arte escénico. Los nominados parecen mentir descaradamente cuando se les confronta con evidencia de sus posiciones controvertidas (Kennedy, Hegseth, Patel), los demócratas les gritan para mostrar su impotente desacuerdo y los republicanos se alinean (Ernst, Tillis) a menos que sepan que no brindan el cuarto voto para hundir una nominación (Murkowski, Collins, McConnell)” - Garret FitzGerald.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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