Los fabricantes y distribuidores de medicamentos de Estados Unidos (EU) están bajo presión. A dos décadas de que inició la epidemia de adicción a los opiáceos que mató a más de 200,000 personas, la industria ahora enfrenta un conjunto de demandas y medidas coercitivas que buscan hacerla responsable de una crisis de salud, la cual se suma a una carga económica de 78,500 millones de dólares (mdd) anuales.
Purdue Pharma, que provocó el auge de las recetas de opioides con la comercialización de alto perfil de OxyContin, así como el fabricante de medicamentos genéricos Teva, recientemente llegaron a un arreglo con el estado de Oklahoma por 270 mdd y 85 mdd, respectivamente. El lunes pasado, un juez escuchó los argumentos finales en los esfuerzos del estado para obtener mucho más de Johnson & Johnson.
Oklahoma sostiene que la compañía creó una molestia pública al inundar el estado con analgésicos y mercadotecnia engañosa, y al suministrar ingredientes cruciales para otros fabricantes de opioides. J&J responde que sus medicamentos representan menos de 1% del mercado estadounidense y que sus acciones fueron “adecuadas y responsables”.
El Dato.200,000 personas
murieron por la epidemia de adicción a los opiáceos
Pero esto es solo una muestra de lo que está por venir. McKesson, el distribuidor de medicamentos más grande de EU —el intermediario entre los fabricantes y las farmacias— acordó pagar 37 mdd en mayo para llegar a un arreglo sobre las demandas que presentó Virginia Occidental.
El primer caso, que presentó una coalición de más de 1,000 ciudades y condados en contra de 22 fabricantes de opioides, distribuidores y farmacias, tiene programado para octubre próximo un juicio en un tribunal federal en Cleveland, Ohio. El experto de los demandantes argumenta que solucionar el problema podría tardar 10 años y costar más de 480,000 mdd.
Dado el tamaño de las posibles responsabilidades, no es sorprendente que algunas compañías farmacéuticas, en particular Purdue, evaluarán la posibilidad de declararse en bancarrota si se enfrentan a juicios abrumadores. Los analistas dicen que esa es una de las razones por las que Oklahoma llegó a un acuerdo de 270 mdd cuando buscaba mucho más.
Algunas de las acusaciones en el litigio de los opioides son tristemente familiares, y no solo porque a Purdue y McKesson se les sancionó por primera vez por las ventas de analgésicos en 2007 y 2008, respectivamente. El reclamo fundamental contra las farmacéuticas es que tomaron productos legítimos —analgésicos fuertes— y supuestamente los comercializaron a un grupo grande de pacientes potenciales, mientras, al mismo tiempo, subestimaban los riesgos, en este caso, una adicción física tan apremiante que muchas personas recurrieron a las calles cuando el suministro legal se agotó.
Una versión menos mortal de esta dinámica provocó una serie de escándalos en los que Pfizer resolvió cuatro casos de mercadotecnia ilegal entre 2002 y 2009, y GSK pagó un récord de 3,000 mdd en 2011.
En uno de los peores ejemplos, Warner-Lambert (que más tarde compró Pfizer) ganó 2,000 mdd al año vendiendo el medicamento contra la epilepsia Neurontin, para usos que no fueron aprobados y no son médicamente efectivos.
La compañía finalmente pagó 945 mdd en acuerdos, pero los críticos señalan que salió ganando. “Debido a que las multas no fueron adecuadas y no vimos cargos penales, no tuvieron disuasión”, dice Andrew Kolodny, un médico que estudia opioides y fue testigo estelar de Oklahoma en el caso actual.
“Deberíamos ver cargos criminales contra los ejecutivos que tomaron estas decisiones”. Las farmacéuticas señalan que no hay una línea recta entre sus productos y la epidemia de sobredosis, y que muchas de las muertes involucran a personas adictas que pasaron de los medicamentos legales con receta a la heroína y el fentanilo. La epidemia también involucra a distribuidores y farmacias, que deben enfrentar sanciones legales por vender grandes cantidades de medicamentos.
Entonces, ¿un desastre médico tan grande que acortó de manera considerable la esperanza de vida en EU fue suficiente para enseñar una lección a estas compañías? Bueno, la semana pasada, Reckitt Benckiser pagó 1,400 mdd para resolver demandas de que una antigua subsidiaria vendió inapropiadamente, entre otras cosas, un fármaco que se utilizó para tratar la adicción a los analgésicos. Ustedes dirán.