Después de 40 años de conducir su camión a lo largo y ancho de Brasil, Edilmo de Sousa Soares tiene muchas cosas de qué quejarse, incluyendo el precio del combustible en el país, las condiciones de las carreteras y la corrupción que infesta desde hace mucho tiempo a la nación más grande de América Latina.
Pero sobre el tema del presidente del país, Jair Bolsonaro, no tiene nada malo que decir: “Es el mejor mandatario que hemos tenido. La única razón por la que no ha hecho más es porque todo el mundo está en su contra”.
Mantener contentos a los votantes como Soares llevó a Jair Bolsonaro a destituir al jefe de la gran petrolera estatal Petrobras el mes pasado, después de que el ejecutivo se negó a poner un límite al precio del combustible.
La medida puso a los mercados brasileños en un aprieto cuando los inversionistas extranjeros se apresuraron a buscar la puerta, retirando miles de millones de dólares del país en medio de los temores de que regresarían los días de la intervención gubernamental en su grandes compañías de control estatal.
Pero el presidente populista recibió elogios de decenas de miles de camioneros, que se quejan de que el costo del combustible junto con la caída de los precios del flete hicieron que sus medios de vida fueran insostenibles.
Sus quejas tienen peso: Desde hace mucho tiempo Brasil depende del transporte de carga para mantener a la economía en movimiento. Más de 60 por ciento de la carga en Brasil se transporta por camión, en comparación con 32 por ciento en Estados Unidos (EU) y 43 por ciento en Canadá. Si se excluye el mineral de hierro —que normalmente se transporta por ferrocarril— la cifra “aumenta considerablemente”, según la Confederación Nacional de Transporte.
Cuando los camioneros organizaron por última vez una huelga a nivel nacional en 2018, la economía brasileña se detuvo porque los alimentos y los suministros de combustible se agotaron y las oficinas tuvieron que cerrar. La huelga de 10 días redujo hasta 1.2 puntos porcentuales el crecimiento ese año, según Ana Paula Vescovi, exsecretaria ejecutiva del Ministerio de Finanzas.
Antes de que Bolsonaro despidiera al jefe de Petrobras, los camioneros una vez más estaban considerando emprender acciones. “En la actualidad es peor que en 2018 en términos de precios, pero al menos tenemos un diálogo con el gobierno”, dijo Wallace Landim, presidente de la Asociación Brasileña de Conductores de Vehículos de Motor.
El Datos...60%
De la carga de Brasil se transporta por camión, en comparación con 32% en Estados Unidos y 43% en Canadá
La dependencia que tiene Brasil de los camioneros se remonta a mediados del siglo XX cuando el país adoptó de manera generalizada la cultura de las carreteras y los automóviles de EU. Los proyectos de carreteras también proporcionaron una cobertura útil para la corrupción, con las compañías de construcción inflando enormemente sus costos y dando sobornos a los políticos estatales y locales que garantizan su aprobación, todo a expensas de los contribuyentes.
En la actualidad, gran parte de la red carretera de Brasil está en malas condiciones, lo que aumenta el costo del transporte y reduce el apetito de los inversores por comprar concesiones para operar las carreteras.
Los problemas son graves en los estados del interior como Mato Grosso y Mato Grosso de Sul, que surgieron como potencias agrícolas. Los agronegocios son un motor cada vez más dominante de la economía brasileña, pero sigue atado de manos por los costos de trasladar productos miles de kilómetros a lo largo de carreteras malas a los puertos costeros.
Los camioneros se quejan de que están atrapados entre la caída de los salarios que ofrecen las compañías de transporte que los contratan y el aumento de los costos del diésel, que actualmente se vende a 4.8 reales por litro (0.84 dólares), en comparación con más de 3.5 reales en noviembre.
Cláudio Frischtak, experto en logística de la consultora Inter B, mencionó: “Los camioneros tienen una vida muy difícil. Hay muchas cosas que tienen que hacerse para mejorar su calidad de vida, como mejorar todas las carreteras y regular los precios del flete”.
Desde su toma de posesión, Bolsonaro ha intentado abordar el primer problema, centrándose en gran medida en mejorar la red de carreteras en el vasto interior de Brasil. El año pasado, la administración logró asfaltar el último tramo de la carretera BR-163, que divide a Brasil de norte a sur, abriendo una nueva ruta para sacar la soya de estados como Mato Grosso.
La administración de Jair Bolsonaro también congeló temporalmente algunos impuestos al combustible y está considerando un estipendio especial para los camioneros, aunque parece que el plan se suspendió después de la conmoción en Petrobras el mes pasado.
srgs