Estados Unidos solía ser el principal innovador de tecnología del mundo y China el que lo copiaba. Pero los papeles empiezan a cambiar, como demuestran dos importantes historias empresariales de 2020: la firma de la fase uno de un acuerdo comercial entre Washington y Pekín, y la batalla entre Google y el fabricante de bocinas inalámbricas Sonos.
La administración del presidente estadunidense, Donald Trump, presentó la primera como una importante concesión por parte de China, que prometió fortalecer su protección de la propiedad intelectual. De hecho, el acuerdo simplemente vuelve a empacar los cambios que China ya realizó en los últimos dos años, fortaleciendo la jurisdicción de los tribunales sobre los casos de propiedad intelectual y facilitando a las empresas estadunidenses el cobro de daños y perjuicios.
Es revelador que Qualcomm, el fabricante estadunidense de chips, ganó sus demandas en varios continentes contra Apple por violación de patentes no esenciales, en parte porque decidió continuar con el caso en Alemania y China en lugar de EU. Fue más fácil obtener medidas cautelares en esos países. El hecho de que China fue más rápida en hacer cumplir las patentes de Qualcomm que EU es una señal de los tiempos que están cambiando.
La historia muestra que no es ninguna sorpresa que China esté fortaleciendo la protección de patentes. Los países siempre hacen lo que hacen a medida que ascienden en la escala económica y tienen más propiedad intelectual propia que proteger. Por supuesto, Pekin puede acelerar o desacelerar la aplicación de fallos judiciales. Pero vale la pena señalar que los pagos de propiedad intelectual que hace el país asiático a los extranjeros en promedio crecieron 20 por ciento anual desde 2000. He hablado con numerosos capitalistas de riesgo, abogados y consultores de propiedad intelectual que dicen que, al menos en términos del sistema legal, China se convirtió en un lugar muy bueno para proteger la innovación.
Por otro lado, EU parece que va en la dirección opuesta. Ya escribí sobre la forma en que el sistema de patentes estadunidense se reformó bajo el segundo mandato de la administración del presidente Barack Obama para favorecer los intereses de los grandes grupos de tecnología sobre los de las compañías más pequeñas, aquellas cuya viabilidad no depende del efecto de la red, sino de la protección partes discretas de innovación. Este cambio amenaza el espíritu emprendedor en muchas áreas, desde las ciencias biológicas y la inteligencia artificial hasta la computación cuántica.
Las batallas entre Sonos, Google y Amazon son un ejemplo. Sonos anuncia sus bocinas en Google y las vende a través de Amazon. Mientras desarrollaba su negocio en los últimos años, trabajó estrechamente con ambas compañías, creando sus propios productos en torno a los suyos.
Google y Amazon luego dieron un giro y lanzaron sus propias bocinas inteligentes con un precio reducido, comiéndose el negocio de Sonos en un mercado muy intenso (las ventas aumentaron más de 18 por ciento en los seis meses previos a la temporada de compras navideñas de 2019). En el proceso, afirma Sonos, Google infringió múltiples patentes.
Sonos solo podía darse el lujo de enfrentarse a una sola de las grandes compañías de tecnología a la vez, así que eligió Google, con el que afirma haber llegado a un punto muerto. Uno de los problemas en esas batallas del estilo de David contra Goliat es que las firmas más pequeñas no solamente tienen menos abogados, sino que también pueden irse a la quiebra esperando que se resuelvan las batallas legales.
Básicamente esto fue lo que le sucedió a Foundem, la firma de búsqueda de Reino Unido que finalmente ganó un caso antimonopolio de la Unión Europea contra Google, por enterrar algorítmicamente la posición de la empresa más pequeña en los resultados de las búsquedas, después de luchar dentro y fuera de los tribunales durante 12 años. Ese tipo de casos son una de las razones por las cuales la jefa antimonopolio de la Unión Europea, Margrethe Vestager, quiere poner la carga de la prueba en tales casos sobre las mismas grandes empresas de tecnología.
La creación de un campo de juego nivelado va a requerir tanto del escrutinio del monopolio como de un examen minucioso de si el péndulo en el sistema de patentes osciló demasiado hacia beneficiar a las empresas de tecnología que dependen más de datos y redes que de las patentes, o tienen interés en hacer que sea más difícil obtener las patentes.
Debido a que sus propios productos (por ejemplo, los smartphones) requieren tantos pedazos diferentes de tecnología, las empresas tienen interés en mantener estos insumos lo más barato posible. Pueden desplegar legiones de abogados para proteger cualquier propiedad intelectual crucial mientras “infringen eficientemente” las patentes de otros (ese es el término para las violaciones que cometen conscientemente las grandes empresas como un costo de hacer negocios).
EU, tiene trabajo que hacer allí. “Nuestro liderazgo en el escenario mundial depende de la capacidad para promover y proteger las innovaciones de los creadores, ingenieros y científicos estadunidenses”, dijo el senador demócrata Chris Coons, patrocinador de la legislación bipartidista para fortalecer la propia protección de la propiedad intelectual de EU. “Me preocupa que mientras nuestros competidores -como China- fortalecen sus regímenes de propiedad intelectual, hemos debilitado nuestro propio ecosistema de innovación”.
Otro problema de Washington
Estados Unidos tiene otro problema por resolver, el de tratar de competir con una economía bajo la dirección estatal como la de China, cuando no tiene una estrategia nacional de innovación. Mientras que las grandes compañías estadunidenses están ocupadas luchando entre sí en costosas batallas legales para ver quién establece los estándares para las bocinas inteligentes (o el 5G, o la inteligencia artificial, o una serie de áreas más).
Pekín se coloca a la vanguardia
China utiliza su Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda para desplegar sus propios equipos, estándares tecnológicos e intereses en todas las naciones, desde Asia hasta el sur de Europa. Eso no es copiar. Esto simplemente es inteligente, indica la autora del artículo. En tanto el senador Coons asegura que “me preocupa que mientras nuestros competidores —como China— fortalecen sus regímenes de propiedad intelectual, hemos debilitado nuestro propio ecosistema de innovación”.