Cuando se estaba tomando la decisión sobre quién sucedería a Travis Kalanick en Uber, en 2017, el Consejo de Administración no pensaba al principio que Dara Khosrowshahi era la persona adecuada para el cargo.
Jeff Immelt, exdirector ejecutivo de General Electric, era el favorito hasta una presentación banal. Meg Whitman quien en ese entonces era la jefa de HP, era la siguiente en la fila, solo para perder debido a las riñas del Consejo de Administración. Y entonces se dio, como se describe en Super Pumped, el libro sobre la historia de Uber, que Dara Khosrowshahi, el irani-estadunidense de maneras suaves y voz sedosa, tomara las riendas de lo que en ese entonces era una de las compañías más controvertidas de Estados Unidos.
Como director ejecutivo, la primera tarea de Khosrowshahi era cambiar esa idea. Su segunda tarea era llevar a Uber a una OPI. Luego llegó el reto tal vez más grande de todos: hacer que la compañía se volviera rentable.
Ese momento finalmente llegó el mes pasado cuando la compañía, que ahora cotiza en bolsa, dejó una presentación ante la SEC que indicaba que se dirigía a la cifra negra ajustada, siempre y cuando se permitiera su forma preferida de contabilidad: el “EBITDA ajustado” venerado por Silicon Valley. “Uber está alcanzando un hito importante”, dijo Khosrowshahi. “También sabemos que nos queda mucho por demostrar y debemos ejecutar a la perfección”.
Él Dice...“Uber está alcanzando un hito importante, también sabemos que nos queda mucho por demostrar y debemos ejecutar a la perfección”
El hecho de que esta métrica contable elimine muchos gastos importantes la ha convertido en objeto de cierto cinismo en algunos rincones de la prensa. “Ciertamente tiene cierto sentido”, dice Khosrowshahi sobre sus detractores. “Pero creemos que la rentabilidad del EBITDA es un hito muy importante, en nuestro camino hacia el flujo libre de efectivo rentable y después ser rentable también según los PCGA (Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados). Así que sin duda no estamos satisfechos. No nos detendremos aquí”.
Khosrowshahi, de 52 años, creció en Teherán dentro de una de las familias más ricas de Irán. Huyeron en 1979 Dara Khosrowshahi, CEO de UBER después de que un soldado de la Guardia Revolucionaria irrumpió en su propiedad. “Las balas volaron por nuestra casa”, dijo al FT el año pasado. La familia llegó a Tarrytown, Nueva York. Para que la vida fuera más fácil, Dara se convirtió en “Darren” en lo que dijo que fue un “punto álgido de desesperación” por la gente que pronunciaba mal su nombre. Su talento para el futbol significó que pronto adquirió más confianza.
Después de estudiar ingeniería bioeléctrica en la Universidad de Brown, se dirigió a Wall Street, donde consiguió un trabajo como analista en Allen & Company en 1991. Más tarde, bajo la tutela del magnate de los medios Barry Diller, Dara Khosrowshahi se convirtió en el director ejecutivo del sitio de viajes Expedia, cuadruplicando su valor en 12 años, una gestión que está listo para repetir en Uber.
Expedia le dio suficientes habilidades en tecnología que le permitieron pasar como alguien capaz de dirigir un gigante de Silicon Valley, el disruptor por excelencia. A algunos les preocupaba que llegara a significar el pensamiento de Wall Street: equilibrar los libros en lugar de innovar.
En gran medida, tenían razón. Khosrowshahi se propuso deshacerse de grandes porciones del negocio de Uber: vender su división de coches de autoconducción, retirar su negocio de alimentos en países donde se estaba quedando rezagado y deshacerse de sus bicicletas Jump.
- Te recomendamos José Pinto, nuevo director general para Uber Empresas Negocios
Todo esto se debió al hito que Dara Khosrowshahi ha prometido a los inversionistas: un trimestre rentable de EBITDA ajustado para finales de 2021. “Nuestro negocio de entregas a domicilio con Uber Eats ha crecido a tasas que antes solo podíamos haber soñado”, dice el directivo de la compañía.
El momento del anuncio de Uber tenía un propósito evidente. El precio de las acciones de la compañía operaba casi 40 por ciento por debajo de los máximos de febrero. A principios de agosto, la capitalización de mercado de Uber fue brevemente superada por su feroz rival en la entrega de alimentos, DoorDash, una empresa prácticamente sin presencia internacional y sin negocios de viajes compartidos.
“Somos más grandes que DoorDash. Es mi trabajo asegurarme de que nunca vuelva a suceder”. Las acciones de Uber subieron alrededor de 20 por ciento la semana pasada.
Pero su “problema” de DoorDash no comienza y termina con la capitalización de mercado. La empresa más pequeña llegó a dominar el mercado de entrega de alimentos de Estados Unidos a pesar de los mejores esfuerzos de Uber.
Los esfuerzos de Khosrowshahi para rehabilitar la reputación de Uber podrían desmoronarse, ya que se enfrenta directamente con los conductores que buscan un estatus de empleado y las autoridades locales que intentan proteger los restaurantes. Una serie de mercados importantes, entre ellos San Francisco y Nueva York, actuaron para limitar las comisiones que se pueden cargar sobre las ventas del sector de entregas. Además de eso, existe una oposición continua contra el modelo de empleo de su negocio principal de viajes compartidos.
“Ahora tiene nuevos desafíos”, dice Jake Fuller, analista de Uber en BTIG. “Nuevos retos enfrente que incluyen grandes desafíos regulatorios en todo el mundo”.
En cuanto a una utilidad real y sostenida, algunos analistas creen que 2023 será el momento. Khosrowshahi no estará atado a una fecha, solo para sugerir que será más pronto que tarde.
srgs