Robyn Denholm, una operativa financiera tras bastidores con una manera firme pero discreta, parece una opción poco probable para asumir uno de los trabajos más difíciles en el sector corporativo de Estados Unidos: domar al temperamental Elon Musk.
Pero al menos algunas personas que han seguido la carrera de la contadora nacida en Australia creen que asumir la presidencia de Tesla, el fabricante de automóviles eléctricos —un título que se le entregó la noche del miércoles—, no fue tan poco probable como podría parecer.
“Ella tiene un historial comprobado de tratar con personas con un ego muy alto”, dijo Pierre Ferragu, un analista de Wall Street que cubrió Juniper Networks, donde Denholm trabajó durante nueve años en altos puestos de finanzas y operativos.
Frente a un macho alfa, agregó: “Robyn es exactamente lo contrario: puede permanecer muy tranquila, muy estable. Tiene una personalidad menos visible, pero es muy buena manejando cosas sin tener que estar a la cabeza”.
Esa química de la sala de juntas está a punto de ser puesta a prueba. Después de un periodo agitado que llegó a causa de una acusación de fraude contra Elon Musk por parte de los reguladores de EU, Musk cedió ante la presión de dimitir al cargo de presidente durante al menos tres años. Pero continúa provocando a los reguladores en Twitter, generando dudas sobre qué tanto está dispuesto a cambiar.
Hay muchos detractores que cuestionan la decisión de promover a Denholm, directora de Tesla desde 2014, para ocupar una situación difícil. Charles Elson, un experto en gobierno corporativo de la Universidad de Delaware, dijo que solo un externo podría devolverle la credibilidad.
“El problema es que la sala de juntas no ha sido efectiva. Tener a alguien que ha sido parte del problema no ayuda”, dijo.
Denholm ocupa un lugar en el consejo de administración que ha hecho poco para contener a Musk. Ella y otros directores respaldaron por unanimidad al director ejecutivo en agosto, después de que afirmó falsamente que contaba con el financiamiento para realizar una compra, con lo que la compañía se ganó una multa por parte de los reguladores.
En cuatro años como directora no ejecutiva —que incluye la presidencia del comité de auditoría del consejo de administración— ha sido bien recompensada, con 17 millones de dólares (mdd) en opciones de acciones para un puesto de medio tiempo. También ha sido una aficionada descarada de Musk, alguna vez hablando con entusiasmo sobre Tesla con la Australian Financial Review: “Es genial, y él (Musk) es genial, sencillamente es fenomenal”.
Denholm siempre se ha descrito a sí misma como directa, el producto de una educación pragmática australiana que la dejó con una visión sensata del mundo. Las personas que trabajaron con ella en Australia dijeron que es realista, pero que tiene una gran ventaja en lo que respecta a la toma de decisiones. Ella prefiere los grupos pequeños a las grandes audiencias, donde puede parecer que está incómoda, dijeron.
“Ella tiene una calmada confianza en sí misma”, agregó Ferragu. En Juniper, que dejó en 2016, “Parecía pasar desapercibida. Pero ella estaba muy, pero muy informada de lo que estaba sucediendo en el negocio”.
Denholm creció en Milperra, una pequeña ciudad en los extensos suburbios del oeste de Sídney. Sus padres eran propietarios de una gasolinera, donde solía bombear gasolina, hacer las cuentas y reparar coches, una actividad que la hizo interesarse por los automóviles.
Obtuvo su primer trabajo en contabilidad en la oficina de Arthur Andersen en Sídney, que la contrató después de que obtuvo su título en economía de la Universidad de Sídney. Salió de la empresa para unirse a Toyota en Australia, donde asumió el cargo de gerente nacional de finanzas y se convirtió en una de las pocas mujeres en alcanzar un puesto de alto nivel en ese momento.
A Denholm le apasiona promover la diversidad en los negocios y ha hablado de cómo en su carrera ella es a menudo “una mujer en medio de un mar de hombres”. Patrocinó becas para estudiantes desfavorecidos y mujeres en tecnología en la Universidad de Nueva Gales del Sur, la universidad donde obtuvo su título de maestría en comercio en 1999.
Ella toma riesgos calculados para tener éxito. “No saltó de los aviones ni del bungee ni nada de eso”, le dijo a The Australian. “Pero tomo riesgos profesionales. Tomas las mejores decisiones que puedes con toda la información que tienes, y tienes que moverte rápidamente. No estás presionando lo suficientemente fuerte si nunca cometes errores”.
Denholm dejó Australia para ir a Silicon Valley con sus dos hijos—Matthew y Victoria— en 2001, cuando su empleador Sun Microsystems le ofreció un trabajo en Colorado. Ella había rechazado dos ofertas anteriores para mudarse al extranjero, la primera en un momento en el que pasaba por un divorcio, y no estaba segura de si se volvería a tener la oportunidad.
Ahora tendrá que demostrar que no solo tiene la confianza en sí misma para sortear los dramas aparentemente interminables en la sala de consejo de Tesla, sino también que es lo suficientemente independiente como para hacer frente a Musk.
Denholm, la discreta ejecutiva
La operativa financiera asumió el reto de domar a Elon Musk, quien sigue provocando a los reguladores en Twitter y generando dudas sobre qué tan dispuesto está a cambiar.
San Francisco y Sydney /
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