Cuando Vivendi rechazó una oferta de 8 mil 500 millones de dólares de SoftBank por Universal Music Group en 2013, los analistas y ejecutivos de la industria quedaron desconcertados.
El grupo francés rechazó un precio que era de 2 mil a 3 mil mdd mayor a las valoraciones de los analistas por Universal. Golpeados por la piratería provocada por la llegada de internet, los ingresos por música se habían reducido cada año durante más de una década, y no se vislumbraba ningún cambio.
Luego de ocho años, la apuesta contraria de Vivendi y su accionista mayoritario, el magnate francés Vincent Bolloré, luce fulgurante.
Mañana el grupo escindirá 60 por ciento de Universal y lo cotizará en la bolsa Euronext Amsterdam. El prospecto da a Universal una valoración indicativa de 33 mil millones de euros, pero los analistas creen que vale mucho más: JPMorgan lo sitúa en 54 mil millones de euros.
Cada accionista de Vivendi obtendrá una acción de la nueva empresa independiente. Bolloré Group poseerá 18 y Vivendi 10%.
No hay bloqueos oficiales para los principales accionistas, pero Vivendi se ha comprometido a no vender ninguna acción durante dos años y los analistas esperan un periodo de estabilidad.
La industria de la música ha tenido un regreso espectacular desde que los servicios de streaming comenzaron a canalizar miles de millones de dólares a sus compañías más grandes, Universal Music, Sony Music y Warner Music, que poseen los derechos de autor de la mayoría de las canciones del mundo.
Sus dueños se han dado cuenta. Warner Music se hizo pública el año pasado como la tercera compañía de música más grande y el patrimonio neto de Leonard Blavatnik, el multimillonario accionista mayoritario, aumentó en 7 mil 500 millones de dólares el primer día de operaciones, estimó Bloomberg.
Bolloré y Vivendi también han estado cobrando. Vivendi vendió un tercio de Universal desde 2019 por alrededor de 9 mil millones de euros, primero vendiendo 20 por ciento a un consorcio liderado por Tencent con una valoración de 30 mil mde en 2019 y 2020 y luego vendiendo una participación de 10 por ciento al fondo de cobertura de Bill Ackman, Pershing Square, con una valoración de 35 mil mde en 2021.
Los acuerdos también han transformado la riqueza de Lucian Grainge, director ejecutivo de Universal. Recibió 17 millones de euros por negociar el acuerdo de Tencent y deberá recibir un bono de 150 millones de dólares por la cotización.
El caso de estos acuerdos es obvio. Las ventas de música grabada, que tocaron fondo en 14 mil mdd en 2014, se han acelerado hasta alcanzar los 21 mil millones en 2020, según datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI). El streaming representa la mayor parte de esos ingresos, creciendo a 13 mil 400 millones de dólares en 2020, un 20 por ciento más año tras año.
Las ventas globales todavía están por debajo de su pico de 1999, pero los inversores están empezando a olvidar la era de Napster e iTunes, cuando la piratería era desenfrenada y las ventas de los cd se desplomaban.
Sin embargo, las valoraciones de los tres sellos dominantes no se habían modificado realmente para igualar este crecimiento. Universal y Sony Music estaban alojadas en conglomerados franceses y japoneses más grandes, mientras que Warner Music había sido controlada de forma privada por Access Industries de Blavatnik. Los inversores no podían apostar fácilmente por el renacimiento de la música.
La cotización en bolsa de Spotify en 2018 cambió eso, pero la compañía sueca vende suscripciones para escuchar música, no canciones en sí. Las ofertas públicas de dos de los tres grandes grupos discográficos proporcionan una idea más clara de lo lejos que ha llegado la industria.
“Ningún gran catálogo de grabaciones maestras ha cambiado de manos (desde EMI en 2012)”, dijo un alto ejecutivo del sector. “No ha habido posibilidad de restablecer el valor en función de dónde lo ha llevado el streaming”.
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Con música, inversores bailan
Los analistas de Wall Street están salivando por Universal. JPMorgan calificó a la empresa de “un activo extraordinario”, y pronosticó que su cálculo de 54 mil millones de euros “resultará conservador”. UBS destacó el catálogo “insustituible” de Universal y lo valoró en 45mil millones de euros. Bank of America ha valorado Universal en 50 mil mde, para una prima de 30 por ciento para Warner Music.
La euforia se basa en una premisa simple: a medida que más personas paguen por oír canciones en aplicaciones como Spotify, el valor de los derechos aumentará. Y Universal es el mayor propietario de derechos musicales.
El grupo con sede en California controlaba 36 por ciento del mercado de música grabada en 2020, según la IFPI. Su lista incluye a The Beatles, Kendrick Lamar, Taylor Swift y Olivia Rodrigo. Los diez artistas más vendidos del año pasado firmaron con Universal.
Los sellos discográficos ahora ganan dinero principalmente por la recaudación de regalías de las empresas de tecnología. Spotify y Apple Music pagan más de dos tercios de cada dólar ganado a los titulares de derechos musicales. En los últimos años, Universal también ha llegado a acuerdos con aplicaciones de redes sociales como TikTok y Facebook, así como con grupos de fitness como Peloton, que pagan por usar canciones en sus plataformas.
Este modelo es más rentable que la era del cd porque Universal ya no tiene que gastar dinero en distribución física. Los márgenes de beneficio aumentaron de 16 por ciento en 2018 a 20 por ciento en 2020. Ha pronosticado un crecimiento anual de los ingresos en el “alto dígito único” y las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y márgenes de amortización en los “mediados de los años veinte” de la década.
Los ejecutivos de música también argumentan que el streaming hace que sus ingresos sean más predecibles y menos dependientes de la puntuación de los álbumes de éxito.