El Trumpconomics: el plan radical que transformaría la economía de Estados Unidos

FT MERCADOS

En un intento por impulsar la industria manufacturera, Donald Trump promete aranceles de gran alcance, pero sus críticos advierten que provocaría un enorme daño y aumentaría las tensiones mundiales.

Donald Trump busca implementar aranceles de hasta 20% a cada importación extranjera que entre a EU.
Claire Jones, James Politi y Colby Smith
Ciudad de México /

En un mitin de campaña en Tucson, Arizona, a principios de este mes, Donald Trump ofreció a la audiencia algo de su habitual bravuconería de campaña. Afirmó que disfrutó de una victoria “monumental” sobre Kamala Harris en su debate presidencial dos días antes y redobló la apuesta por sus polémicas afirmaciones falsas de que los inmigrantes haitianos se robaban y se comían a las mascotas.

Pero una parte importante del discurso del expresidente se centró en la economía, prometiendo poner fin al “caos y la miseria” que los estadunidenses experimentan bajo la administración de Joe Biden.

“Ofreceremos impuestos bajos, regulaciones bajas, costos de energía bajos, tasas de interés bajas y baja inflación”, prometió. “Para que todos puedan permitirse comprar abarrotes, un coche y una hermosa casa”.

Desde que lanzó su campaña para un segundo mandato, Trump ha criticado duramente a la administración Biden-Harris por la crisis del costo de vida del país.

En Arizona, el expresidente ofreció el remedio republicano convencional de nuevos recortes de impuestos, que abarcan desde los ingresos por pago de horas extra, propinas y beneficios de pensión hasta recortes enormes para personas y corporaciones.

Pero esta vez, Trump también desarrolla una agenda de política económica mucho más populista, diseñada para presentarlo como un defensor de los intereses de la gente común de la clase trabajadora y de la industria nacional manufacturera.

Los principales pilares de lo que Trump llama Maganomics, incluyen aranceles más agresivos a las importaciones de todo el mundo, especialmente de China, y una mano dura draconiana contra la inmigración.

La retórica de la campaña también presiona para tener una mayor influencia sobre la política monetaria y el dólar.

Más que un retórico discurso

Con las declaraciones de Trump como candidato, no siempre es fácil descifrar qué es un plan, qué es una fanfarronería y qué es una maniobra negociadora. Pero los economistas coinciden en que la agenda de Trump representa una extensión mucho más radical de las políticas que se introdujeron durante su mandato entre 2017 y 2021.

Si ganara las elecciones y realmente implementara los planes, éstos fundamentalmente transformarían radicalmente la economía de Estados Unidos (EU) y su relación con el resto del mundo.

En los círculos republicanos, uno de los partidarios más destacados de esta agenda populista es JD Vance, el candidato a vicepresidente. “Creemos que un millón de tostadoras baratas de imitación no valen el precio de un solo empleo estadunidense del sector manufacturero”, dijo en un mitin en julio.

Sin embargo, los críticos advierten que las políticas serían tremendamente perjudiciales para la economía y no ayudarían a Estados Unidos a competir con China.

“Si Donald Trump hiciera la mitad de lo que promete, los resultados para la economía estadunidense serían caóticos y negativos”, dice Jason Furman, antiguo economista de la Casa Blanca en la administración de Barack Obama. “Lo más importante que tenemos de nuestro lado contra China es que somos parte de un bloque de países que se llevan bastante bien. Imponer aranceles a todos esos países destrozaría esa relación”.

Los demócratas, afectados por las críticas sobre su propio historial en materia de inflación, se apresuraron a afirmar que las políticas propuestas por Trump provocarían un nuevo aumento de los precios y dañarían la economía. “16 premios Nobel han descrito su plan económico como algo que aumentaría la inflación y, para mediados del año próximo, invitaría a una recesión”, dijo Kamala Harris durante el debate.

Incluso algunos partidarios de Trump están preocupados por las implicaciones internacionales de que EU adopte un enfoque tan agresivamente proteccionista.

“Es necesario tener comercio, especialmente con los enemigos. No estoy diciendo que vendamos armas nucleares a Kim Jong Un (de Corea del Norte). Pero es necesario hacer negocios para que la gente hable entre sí, les compremos a ellos y ellos nos compren a nosotros”, dice Arthur Laffer, un economista cercano al expresidente. “Todas estas sanciones y amenazas de aranceles no son la manera correcta de proceder. Es una forma de garantizar la Tercera Guerra Mundial”.
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Dos mil seiscientos dólares aumentaría el gasto promedio

De los hogares estadunidenses al combinar los aranceles, según el Instituto Peterson

Una ley proteccionista

En el centro de la Maganomics se encuentran ideas que cambiarían por completo muchos aspectos del modelo económico adoptado en las economías durante el último siglo.

Si se implementan, representan un regreso a una era en la que los ingresos del gobierno provenían de aranceles comerciales, en lugar de impuestos sobre los ingresos de las personas y las utilidades de las empresas.

“Está claro que piensa en cambiar fundamentalmente el tipo de equilibrio de las fuentes de ingresos en el sistema fiscal estadunidense. Y, por extensión, la forma en que pensamos sobre el comercio en EU y nuestra relación con nuestros socios comerciales”, dice Ernie Tedeschi, director de economía en el Laboratorio de Presupuesto de Yale. “Esa era la forma como hacíamos las cosas en el siglo XIX, no en el siglo XX, y mucho menos en el siglo XXI”.

Durante su paso por la Casa Blanca, Donald Trump impuso agresivamente aranceles a China, muchos de los cuales se mantuvieron bajo el gobierno de Joe Biden.

Sin embargo, según las ideas que se están considerando, un segundo mandato de Trump vería los gravámenes a las importaciones sobrealimentados a niveles que se vieron por última vez durante la década de 1930, luego de la aprobación de la histórica Ley de Aranceles Smoot Hawley, una ley proteccionista.

Después de que inicialmente dijo que quería imponer aranceles de 10 por ciento a todos los bienes importados, Trump recientemente dijo que podrían ser de hasta 20 por ciento. Para las importaciones chinas, habla de imponer un arancel de 60 por ciento. Este mes dijo que los países que planean reducir su dependencia del dólar también serían golpeados con aranceles de 100 por ciento como castigo.

Trump espera que las barreras comerciales no solo aumenten los ingresos, sino que conduzcan a la restauración de la industria manufacturera estadunidense. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, estimó este año que 2 millones de empleos estadunidenses del sector desaparecieron desde que China se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.

“Cuando vienen y nos roban los empleos y la riqueza, nos roban el país”, dijo a la revista Time en abril. “Yo lo llamo un círculo alrededor del país”.

Sin embargo, una política de este tipo tendrá costos. El grupo de expertos del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), en Washington, estima que unos aranceles generales de 20 por ciento combinados con un arancel de 60 por ciento sobre China provocarían un aumento de hasta dos mil seiscientos dólares al año en el gasto promedio de un hogar en bienes. Dicen que los aranceles afectarían desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos, que Trump afirma que sus políticas económicas ayudarían a proteger.

Los aranceles también podrían obstaculizar el crecimiento, según algunos economistas. “La última vez que estuvimos en una guerra comercial con Trump, el ciclo manufacturero global entró en recesión”, dice Julia Coronado, execonomista de la Fed, que ahora dirige la consultora MacroPolicy Perspectives.

Mary Lovely, una de las autoras del estudio de PIIE, dice que existe el riesgo de que las barreras comerciales se conviertan en una herramienta fácil de usar en exceso. “Los aranceles no aparecen en el presupuesto del gobierno, aunque son equivalentes a un subsidio a los productores nacionales”, dice. “También son simultáneamente un impuesto a los consumidores, pero muchos votantes no perciben los aranceles como un impuesto”.

La guerra de los impuestos.

Laffer cree que Trump está utilizando la política arancelaria para lograr que los países se sienten a la mesa de negociaciones y acepten eliminar sus propias barreras al comercio. “Esa es mi historia. Me ceñiré a ella. Y probablemente me equivoque, pero eso es lo que creo que es verdad”.

A pesar de los costos potenciales, muchos votantes apoyan los aranceles, especialmente en estados columpios con una gran industria manufacturera, como Michigan.

“No sé por qué no tendríamos aranceles para todo lo que viene de China”, dice Nelson Westrick, un trabajador de Ford que vive en el condado de Macomb, cerca de Detroit. “Y también para todo lo que viene de México”.

Un recorte en los impuestos

Los asesores de Trump afirman que los aranceles recaudarán fondos para ayudar a cubrir un elemento esencial de la política económica republicana: los recortes de impuestos. En concreto, una segunda administración Trump planea hacer permanentes las tasas de impuestos más bajas que se introdujeron durante el mandato del expresidente.

Los republicanos afirman que los recortes de impuestos de 2017 sobre la renta y la inversión, que de otro modo tendrían su vencimiento en 2025, ayudarán a estimular el crecimiento. Eso a su vez ayudará a abordar la creciente carga de deuda fiscal del gobierno estadunidense, dicen.

“La cosa más importante para resolver la deuda es hacer crecer la economía mucho más rápido”, dice Stephen Moore, un economista cercano a Trump. “En la agenda de Trump hay muchas cosas que harían eso. Reducir las tasas impositivas ayudará a hacer crecer la economía, producir más energía estadunidense ayudará a la economía, mejores acuerdos comerciales mejorarán la economía. Trump también habla de cancelar cientos de miles de millones de dólares de estos programas de energía verde. Eso ahorraría mucho dinero”.

Moore añade: “Difícilmente puedo señalar un solo programa de gobierno del que los demócratas quieren deshacerse y Trump ha hablado de cientos de programas y presupuestos que habría eliminado”.

Sin embargo, muchos economistas dicen que las cifras de la campaña de Trump no cuadran. “(Siempre se) dice que (los recortes de impuestos se financiarán por sí solos), pero nunca ha ocurrido”, dice Maury Obstfeld, miembro senior del PIIE.

En todo caso, los economistas afirman que podrían estirar aún más las finanzas ya tensas de EU.

“Los recortes de impuestos aumentarán los déficits, y en una economía de pleno empleo, como la que tenemos ahora… eso será inflacionario”, dice Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics. “No tendremos ningún avance en abordar la mala situación fiscal del país, que es una preocupación seria que se está volviendo más seria cada día”.

La crítica predominante a la agenda de Trump es que será casi imposible cubrir el costo de los recortes de impuestos a través de aranceles.

Penn Wharton Budget Model, un grupo de investigación, estima que los planes de Trump aumentarán los déficits estadunidenses en 5.8 billones de dólares durante la próxima década. Mientras tanto, el grupo de expertos conservador Tax Foundation estima que su nuevo plan para eximir las horas extras de los impuestos federales costaría a EU otros doscientos veintisiete mil millones de dólares (mdd) en ingresos perdidos durante la próxima década.

Sin embargo, los investigadores principales del PIIE, Obstfeld y Kimberly Clausing, creen que la cantidad máxima de ingresos adicionales que la administración puede recaudar --al aplicar un arancel de 50 por ciento a todo-- sería de setecientos ochenta mil mdd.

“Si quisiéramos reemplazar totalmente (los ingresos que se obtienen con) el impuesto sobre la renta con un arancel, necesitaríamos un arancel de al menos dos tercios. Y luego hay que recordar que la gente va a empezar a sustituir las importaciones y luego habrá represalias y así sucesivamente”, dice Tedeschi, del Yale Budget Lab. “Es imposible hacer que las matemáticas funcionen. Probablemente no se puedan aumentar lo suficiente (los aranceles)”.

Gary Cohn, vicepresidente de IBM y exasesor principal de economía de Trump en la Casa Blanca, dijo a CBS a principios de este mes que no veía el interés del Congreso por aprobar los planes fiscales de Trump. “Creo que hay una oposición cada vez mayor tanto en la Cámara como en el Senado, y yo diría en ambos partidos, a un gran plan fiscal deficitario”, dijo.

Socavar la autonomía de la Fed

Algunos inversionistas y economistas también temen los intentos de Trump de socavar la independencia de la Reserva Federal (Fed) de EU.

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2 millones de empleos estadunidenses

Del sector de fabricación desaparecieron desde que China se unió a la OMC en 2001

Durante su mandato, Trump criticó repetidamente y de forma muy pública a Jay Powell, y en un momento dado cuestionó si el presidente de la Fed era un “enemigo” más grande de EU que el líder chino Xi Jinping.

El candidato republicano sigue siendo crítico con Powell. La Fed “se ha equivocado mucho”, dijo Trump el mes pasado, añadiendo que su experiencia en el mundo de los negocios significa que tiene “mejores instintos que, en muchos casos, la gente que estaría en la Fed o en su presidencia”.

Luego de la decisión de la Fed la semana pasada de reducir las tasas de interés en medio punto porcentual, Trump dijo que eso demostraba que la economía estadunidense estaba “muy mal” o que el banco central estaba “jugando a la política”.

Robert Lighthizer, representante comercial de EU durante la administración Trump, expresó su deseo de debilitar el dólar en un intento de impulsar las ventas de bienes estadunidenses en el extranjero, una política que las tasas bajas podrían apoyar.

Algunos miembros del bando de Trump creen que el aumento de la inflación en los últimos años significa que la administración debería tener más influencia sobre la política monetaria.

Joe Biden será responsable de la inflación, sea culpa suya o no. Ese es el proceso político. Y lo que se quiere hacer en los procesos políticos, según mi forma de pensar, es que si alguien va a rendir cuentas por algo, también debería ser responsable de eso”, dice Laffer. “Si ellos (la Fed) cometen un error y hacen algo mal, ¿qué pasa con esos miembros de la Fed? Nada. Ni siquiera pierden sus trabajos”.

Sin embargo, algunos economistas advierten que cualquier movimiento para debilitar la independencia de la Fed podría sacudir los mercados y eventualmente desatar aún más inflación.

“Las expectativas de inflación a largo plazo están ancladas en el juicio de que un banco central, políticamente independiente, impondrá una política restrictiva si la inflación se vuelve excesiva”, dice Larry Summers, profesor de economía en la Universidad de Harvard. “Si se permite que se disipe esa expectativa, eso va a significar salarios y precios más altos, ya que todo el mundo anticipa más inflación”.

Zandi, de Moody’s, cuestiona cualquier propuesta para debilitar el dólar. “No sé cómo planean hacer que el valor del dólar baje durante cualquier espacio de tiempo”, dice. “Podrían intentar capturar a la Fed y aplicar una política monetaria muy laxa. Pero, aunque eso puede funcionar por un corto tiempo, rápidamente se volvería inflacionario y altamente contraproducente”.

La independencia de la Fed está codificada en la ley desde hace más de un siglo y hace que la institución rinda cuentas solo al Congreso, en lugar de al presidente. Eso significa que cualquier cambio sustancial, incluido el personal, no puede ser impuesto por el poder ejecutivo, sino que debe obtener el apoyo de una amplia mayoría de legisladores.

“El Congreso diseñó la Fed para que fuera realmente difícil para cualquier presidente provocar una disrupción en su liderazgo en un solo mandato”, dice Gary Richardson, quien se desempeñó como historiador del Sistema de la Fed de 2012 a 2016. “Pueden quejarse mucho, pero la Reserva Federal no tiene por qué responder a esas quejas”.

El segundo mandato de Powell como presidente de la Fed está previsto que finalice en mayo de 2026, lo que prepara el terreno para que Trump nombre a un sucesor que sea más susceptible a la influencia del poder ejecutivo si gana las elecciones.

Pero el próximo presidente solo tendría un alcance limitado para remodelar la junta de siete gobernadores de la Fed. El mandato de Adriana Kugler es el que termina antes, en enero de 2026. La próxima vacante no se produciría hasta 2030, cuando termine el mandato de Christopher Waller.

Si bien Trump ha tratado de disipar los temores de que intentaría deshacerse de Powell antes de que termine su mandato --algo que sería legalmente cuestionable, según los expertos–, agregó una advertencia crítica.

“Yo dejaría que cumpliera con su periodo en el cargo”, dijo el expresidente. “Sobre todo si pensara que está haciendo lo correcto”.

Sarah Binder, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad George Washington, dice que espera que el Congreso “se ponga de pie y defienda a la Fed” si se presentara una presión para una mayor interferencia por parte de una segunda administración de Trump.

“En última instancia, es una cuestión de normas”, dice Binder. “¿Hasta dónde está dispuesto Trump a ejercer su autoridad?”

CHC

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