Es un momento tenso para organizar un desfile militar en la capital de Estados Unidos (EU). El despliegue de tanques, aviones y gente marchando el día de hoy coincidirá con el aniversario 250 del Ejército estadunidense y el cumpleaños 79 de Donald Trump. También se producirá una semana después de que Trump desplegara la Guardia Nacional en las calles de Los Ángeles, la primera vez en 60 años que un presidente lo hace desafiando al gobernador del estado.
Las dos situaciones son diametralmente opuestas. En 1965, Lyndon Johnson desplegó tropas para proteger a los manifestantes por los derechos civiles de la policía local de Alabama. En 2025, el objetivo que declara Trump es proteger a los agentes y edificios federales de los manifestantes locales. A diferencia de la de LBJ, la misión de Trump es indefinida. Johnson estaba sellando su eliminación de la segregación en el sur. Trump, por otro lado, apenas está comenzando su persecución contra el “enemigo interno” de Estados Unidos.
Que las protestas sean locales es irrelevante. Ni California ni Los Ángeles se mencionan en la orden ejecutiva de Trump, que cita una oscura ley para justificar su intervención en cualquier lugar. Piensen en Los Ángeles como la primera cabeza de puente de Trump en una campaña nacional. “Vamos a tener tropas en todas partes”, dijo. Su orden también permitiría el despliegue del ejército federal en las calles estadunidenses. La campaña de deportación masiva de Trump está en marcha.
Trump tiene dos ventajas en su paso más claro a la fecha hacia el autoritarismo. La primera es que puede reclamar un mandato. A lo largo de la campaña, prometió deportar a millones de migrantes, con la ayuda del ejército estadunidense en caso de ser necesario. En teoría, la opinión pública está marginalmente de su lado. En segundo lugar, Trump sabe que hay suficientes personas con máscaras y banderas mexicanas entre los manifestantes como pretexto para intensificar la escalada. Ese es el punto. Cada piedra que se lanza cae como un centavo en el pozo de los deseos de Trump.
él dice“A menos de 200 días de su segundo mandato, ya pisoteó más leyes y destruyó
Más precedentes que cualquier otro líder en la historia de EU".
La izquierda estadunidense debería recordar que las manifestaciones de Martin Luther King fueron escrupulosamente pacíficas. El objetivo de los alguaciles locales racistas era provocar violencia. Aunque la mayoría de los manifestantes de Los Ángeles son pacíficos, el infame Servicio de Inmigración y Control de Aduanas –ICE, por sus siglas en inglés– lo tiene más fácil. Cabe destacar que Trump afirma que la izquierda es antinacional, extremista y violenta. Los manifestantes, a su vez, defienden el debido proceso, incluso para los millones de inmigrantes que Trump tiene en la mira. El futuro de la república estadunidense podría depender de qué bando se identifique con el Estado de Derecho.
¿Quién apostaría contra Trump en la batalla por la opinión pública? A menos de 200 días de su segundo mandato, ya pisoteó más leyes y destruyó más precedentes que cualquier otro líder en la historia de
EU. Se enriqueció a sí mismo y a su familia con la venta de criptomonedas en el extranjero y acuerdos en resorts de golf, desató una guerra contra importantes universidades e instituciones médicas, ignoró numerosas órdenes judiciales para otorgar derechos legales a los deportados, declaró, puso pausa y reanudó parcialmente una guerra económica contra el mundo, y atacó a sus enemigos con investigaciones y los despojó de su protección.
El ataque de Trump a las normas democráticas ha sido impresionante en escala y velocidad. Sin embargo, su índice de aprobación sigue siendo de 45 por ciento.
Los demócratas han ayudado a Trump. El partido está dividido sobre la firmeza con la que debería luchar contra las deportaciones de Trump. La postura de principios sería hacer todo lo posible para defender el Estado de Derecho. Las deportaciones deberían ocurrir si se sigue el debido proceso. En cambio, desplegar tropas en las calles de EU representa una amenaza letal para la democracia federal. Que la izquierda estadunidense hable de tantas formas e idiomas le beneficia a Trump, cuyo partido solo escucha el suyo. ¿Vieron la indignación republicana ante la amenaza de Trump de atacar el imperio empresarial de Elon Musk? Yo tampoco. Lo mismo ocurre con su ataque a los principales bufetes de abogados, estudiantes extranjeros, conglomerados de medios e investigación científica de EU.
Aquí es a dónde probablemente nos lleve la situación en Los Ángeles. El ICE es la agencia de primera línea de Trump. Sus agentes llevan a cabo redadas en restaurantes, juzgados, centros comerciales y puntos de concentración de jornaleros por todo el país. El “grande y hermoso proyecto de ley (de presupuesto)” de Trump reservará 185 mil millones de dólares (mdd) a la aplicación de la ley migratoria, incluyendo al ICE. Dondequiera que las redadas del ICE desencadenen protestas, Trump puede enviar tropas. Se espera que Chicago, San Francisco, Denver y otras ciudades aparezcan pronto.
No esperen que Trump se eche para atrás. Stephen Miller, su secuaz militante y subjefe de gabinete, quiere que se deporten 3 mil inmigrantes al día y califica la oposición a las redadas del ICE de “insurrección”. Expulsar a tanta gente requerirá de mucha mano de obra armada. La factura económica se reflejará en el aumento de los precios de los alimentos y de los costos de construcción de viviendas. El costo para el Estado de Derecho y la estabilidad social de EU será incalculablemente más grande.
GSC