¿Llegó a su fin el rápido crecimiento económico en los países de altos ingresos? Si es así, ¿el estallido de la burbuja económica en 2007 marcó el punto de inflexión? ¿O estamos ante el comienzo de una nueva era de rápido crecimiento impulsado por la inteligencia artificial (IA)? Es probable que las respuestas contribuyan a dar forma al futuro de nuestras sociedades, ya que los países estancados explican nuestra amarga política.
Entonces, ¿cómo se ve el historial y hasta qué punto dependió de oportunidades irrepetibles? Me voy a enfocar en Reino Unido, como uno de los países que luchan por recuperar el dinamismo. De hecho, es relativamente poco dinámico desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, de acuerdo con The Conference Board, el PIB real per cápita británico aumentó 277 por ciento entre 1950 y 2023. El de Estados Unidos subió 299 por ciento, el de Francia 375; Alemania, 501, y el de Japón mil 220 por ciento. En conjunto, los niveles de vida se han transformado.
Sin embargo, mucha gente se siente miserable. Parte de la explicación de esto es que las tasas de crecimiento han caído. Fueron más rápidas entre 1950 y 1973, la era de la recuperación de la posguerra, más bajas entre 1973 y 2007 y aún más bajas entre 2007 y 2023. Sorprendentemente, este último periodo fue el primero en el que el crecimiento de EU tanto en PIB per cápita como en producción por hora fue mayor que el de Francia, Alemania, Japón y Reino Unido. Sin embargo, el nivel en producción por hora fue menor que en los lapsos anteriores.
El “milagro” del crecimiento posterior a 1945, sobre todo en Europa continental y Japón, fue un hecho aislado. Fue impulsada por las oportunidades que ofrecía la reconstrucción de la posguerra, la economía de consumo masivo creada por Estados Unidos en el medio siglo anterior, la renovada integración económica (sobre todo la liberalización comercial) y una economía con un alto nivel de empleo y de inversión, sustentada en mejores políticas macroeconómicas y una mayor confianza empresarial. También fue significativa la Guerra Fría, que trajo a EU al mundo de manera permanente, en contraste con su catastrófico desapego de Europa todavía devastada de la década de 1920.
Para muchas de las economías de altos ingresos, el auge de la posguerra fue un éxito sin igual. Esto también fue cierto para Reino Unido, aunque su economía creció con mucho mayor lentitud que las de sus vecinos europeos. Las tasas de crecimiento se desaceleraron a partir de principios de los 70, pero menos en EU y Reino Unido. La explicación verosímil es que para entonces ya se habían explotado las grandes oportunidades. A partir de los 80, en su lugar se iban a encontrar en Asia emergente, cuyas economías se deleitaron con las oportunidades de crecimiento que antes disfrutaban Japón y Corea del Sur. China fue el ejemplo más destacado de ese éxito.
También se siguieron creando nuevas tecnologías, en particular las de la revolución digital. Pero el argumento de Robert Gordon, en su obra maestra The Rise and Fall of American Growth, de que ha habido una marcada disminución en la tasa general de progreso tecnológico en comparación con su alcance y escala antes de la Segunda Guerra Mundial, es convincente. Otra razón para la desaceleración del crecimiento general de la productividad es el creciente papel de los servicios con uso intensivo de mano de obra, en los que es difícil aumentar la productividad.
También hubo impulsos transitorios inevitables al crecimiento en el siglo XX y principios del XXI. Uno fue la creciente participación femenina en la fuerza laboral. Otro fue la tendencia universal una mayor cantidad de años de educación, incluida en particular la terciaria. Otro fue la disminución de las tasas generales de dependencia, a medida que los baby boomers ingresaron a trabajar. El propio Reino Unido también se benefició de ser miembro de la Unión Europea, algo que luego descartó a la ligera.
Otro impulso transitorio, en particular para las finanzas públicas de Reino Unido, provino de la inflación, que ayudó a eliminar la carga de la deuda pública acumulada durante la guerra. El sector público británico también disfrutó de la ganancia inesperada de los ingresos del petróleo del Mar del Norte y de la privatización, que se consumieron. Por desgracia, el impacto de la crisis financiera y la pandemia hizo que la deuda pública volviera a aumentar, aunque no cerca de los máximos de 1945.
Un último impulso puntual provino del crecimiento explosivo del sector financiero en el que Reino Unido desempeñó un papel más que completo. Como argumenté el 5 de noviembre, la burbuja financiera “no solo exageró el tamaño sostenible del sector financiero, sino también el de toda una serie de actividades auxiliares”. Esto también es irrepetible, o al menos eso es lo que hay que esperar.
¿Qué nos espera? ¿La lentitud posterior a 2007 es la norma para las antiguas economías de altos ingresos, con excepción, tal vez, de EU? Por fortuna, existen algunas oportunidades. Una es alcanzar a Estados Unidos, como ocurrió en los 50 y 60. Para Reino Unido, otra es aumentar los ingresos rezagados de las regiones que quedaron atrás. Otra posibilidad es el regreso a la unión aduanera y al mercado único de la Unión Europea. Pero Reino Unido, en cambio, puede intentar ser el país favorito de Donald Trump. Para el bloque, la oportunidad es implementar el informe Draghi en su totalidad.
Sin embargo, lo que les espera a la mayoría de estas economías, incluida la de Reino Unido, es manejar la carga de un mayor gasto público, en particular en defensa y en la de las personas mayores. Los responsables de la formulación de políticas también deben hacer reformas económicas que tengan como objetivo promover la competencia, la innovación y la inversión. En Reino Unido, promover un ahorro mayor, así como alentar la inmigración de personas cualificadas.
No debemos dejar de esperar que la IA aumente la productividad sin destruir los ecosistemas de información de los que dependemos. El crecimiento tiene que ser sostenible, ecológica y políticamente.
La desaceleración del crecimiento es una característica de nuestra era. Tiene que ser un foco de atención para las políticas.