En algunos aspectos, Elizabeth Holmes era la típica emprendedora de Silicon Valley: promocionaba un producto secreto, daba charlas a Ted y adoptó el característico jersey de cuello alto de Steve Jobs. Pero en otros, operaba fuera de los canales normales de Silicon Valley, confiando en una amplia gama de inversionistas adinerados para catapultar a su empresa de análisis de sangre Theranos a una valoración de 9 mil millones de dólares (mdd) en su punto máximo, antes de su espectacular colapso en 2018.
Después de que un jurado federal de Estados Unidos encontró a Holmes culpable de defraudar a los inversionistas el lunes pasado, los inversionistas de Silicon Valley y otros observadores de la industria permanecieron divididos sobre cómo interpretar el significado del veredicto.
Tim Draper, un capitalista de riesgo y amigo de la familia de Elizabeth Holmes, que proporcionó los primeros fondos a Theranos, mencionó que le “preocupaba que el espíritu empresarial en Estados Unidos estuviera en peligro”.
“Si este escrutinio les sucediera a todos los emprendedores que intentan hacer de este mundo un lugar mejor, no tendríamos hoy automóviles, ni teléfonos inteligentes, ni antibióticos, ni automatización”, mencionó Tim Draper.
Pero Bill Gurley, el capitalista de riesgo de Benchmark, conocido por respaldar a Uber, adoptó una opinión que se ha vuelto común entre los inversionistas en tecnología desde que Theranos se derrumbó en 2018: que la puesta en marcha tenía poco que ver con la cultura de Silicon Valley.
Otros inversionistas también intentaron trazar una línea clara entre el fraude de Elizabeth Holmes y la práctica habitual en Silicon Valley.
“Cada industria tiene su gente terrible y comerciantes exagerados”, dijo Michael Moritz, un inversionista de Sequoia Capital, señalando a los estafadores en Wall Street. “Soy más optimista sobre el Valle. Aquellos que fueron engañados por Holmes fueron víctimas porque no exigieron respuestas a preguntas obvias”.
Sin embargo, los veredictos emitidos por el jurado en California representaron una decisión histórica en Silicon Valley, donde pocos fundadores de empresas emergentes se han enfrentado a juicios legales públicos en EU.
Los miembros del jurado encontraron a Holmes culpable de cuatro cargos por defraudar a inversionistas en Theranos. Holmes podría enfrentar décadas en prisión, aunque es probable que reciba una sentencia mucho más indulgente y apele.
Los abogados dijeron que los veredictos podrían hacer que los fundadores de nuevas empresas sean más cautelosos, al mismo tiempo que enfatizaron que Holmes parecía traspasar los límites.
“El veredicto de Holmes les dice a los emprendedores que deben tener cuidado de no cruzar la línea del optimismo entusiasta a una manipulación fraudulenta”, dijo Amanda Kramer, socia de Covington & Burling y exfiscal federal.
Lo Dice..."El veredicto de Holmes les dice a los emprendedores que deben tener cuidado de no cruzar la línea del optimismo entusiasta a una manipulación fraudulenta”
“No es tan difícil ver una línea y permanecer en el lado derecho”, mencionó Kramer. Pero las normas de la cultura de las empresas emergentes “hacen que sea difícil ser conservador en este tema, y no estar lo suficientemente seguro acerca de su empresa”, agregó.
Al principio, Theranos se apoyó en las conexiones que Holmes había hecho en la Universidad de Stanford y recaudó dinero de varios destacados capitalistas de riesgo. Más tarde, Holmes seduciría a inversores tan variados como el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch y el mexicano Carlos Slim.
Al final, los miembros del jurado encontraron a Elizabeth Holmes culpable de conspirar para defraudar a los inversionistas y cometer fraude electrónico contra tres accionistas diferentes, incluida la familia DeVos y el fondo de cobertura Partner Fund Management.
Brian Grossman, quien supervisó la inversión de PFM, testificó que su firma había realizado una exhaustiva diligencia en Theranos y quedó impresionado por el supuesto trabajo de la compañía con el ejército y la capacidad de realizar una gama completa de análisis de sangre.
Los fiscales federales enfatizaron durante el juicio que Theranos nunca hizo negocios significativos con el ejército y que sus dispositivos patentados no podían realizar todas las pruebas que Holmes promocionaba a los inversores.
Pero los miembros del jurado también declararon inocente a Elizabeth Holmes de cuatro cargos de conspiración para defraudar y fraude electrónico contra pacientes de Theranos.
Mientras tanto, desde que Holmes fue acusada, Silicon Valley experimentó un auge récord que llevo a los capitalistas de riesgo a acelerar notablemente el ritmo de sus inversiones, inflando enormemente las valoraciones de algunas empresas emergentes a pesar de sus inciertas perspectivas de futuro.
Los abogados que asesoran a las empresas emergentes mencionaron que los inversionistas incluso comenzaron a saltarse las verificaciones de antecedentes y otras diligencias de rutina para ganar ofertas importantes, en algunos casos basándose en el análisis realizado por patrocinadores privados.
Es probable que surjan más casos de fraude. En marzo, los fiscales federales acusaron a los fundadores de la startup de biotecnología Ubiome de conspiración para cometer fraude de valores y atención médica, alegando que “se hicieron de la vista gorda en el cumplimiento de las normas y siguieron a toda costa un camino diseñado para traer la mayor inversión”.
“Lo que no está bien es recaudar capital basándose en las afirmaciones de que el producto funciona cuando no”, dijo Eric Goldman, profesor de derecho en la Universidad de Santa Clara. “Ese tipo de reclamos fraudulentos no son exclusivos de Silicon Valley. Los estafadores de todo el mundo están familiarizados con este método”.
srgs