Una triste paradoja

FT MERCADOS

Aún con el empuje tecnológico, los estímulos gubernamentales desploman la productividad.

Productividad en las empresas. | Jesús Zavala
Ruchir Sharma
Ciudad de México /

A finales de 2020, muchos economistas vieron un lado positivo en la pandemia. Atrapados en casa, los ciudadanos adoptaban la tecnología digital a un ritmo acelerado. La productividad iba en aumento. Quizás el largo y debilitante declive del crecimiento de la misma había terminado. Sin embargo, después de alcanzar un máximo de 3 por ciento, el aumento se desplomó. 

Esto deja sin resolver una gran paradoja. Desde que comenzó la era de la computación hemos vivido con una sensación de aceleración del progreso y la innovación. Sin embargo, cuando comenzó la era de la informática, terminó el auge de productividad de la posguerra. 

Pero un análisis detallado del momento de la caída de la productividad apunta a una explicación alternativa: el papel cada vez más importante del gobierno. 

Es más que una coincidencia que los principales países capitalistas empezaran a manejar déficits presupuestarios. Los grandes rescates financieros tanto de bancos como de empresas se hicieron más grandes. El estímulo gubernamental rompió récords en las tres últimas crisis. 

Un apoyo gubernamental más activo socavó la destrucción creativa. El crecimiento de la productividad se redujo aún más después de la crisis financiera de 2008, ya que los rescates y los estímulos aumentaron. En las economías desarrolladas, el crecimiento de la productividad se desplomó a 0.7 por ciento en la década de 2010. 

Sin embargo, este descenso no ha sido realmente global. Durante el último medio siglo, la productividad aumentó de forma constante en las naciones emergentes. Mientras que las economías desarrolladas socializaron cada vez más las pérdidas económicas durante ese periodo. 

Un gobierno grande tiene ventajas como explicación de la paradoja de la productividad. Por un lado, no requiere escepticismo ante las nuevas tecnologías. También puede explicar el fuerte crecimiento de la productividad en los países emergentes, donde el papel del Estado ha disminuido desde 1970. 

A medida que crecían las intervenciones del gobierno, el golpe acumulado empezó a superar el impulso de la tecnología. Ahora llega un giro. La inflación está de vuelta, lo que posiblemente ponga fin a la era del dinero fácil, lo que puede eliminar a los inútiles que bloquean la ola de productividad. Para reactivarla, el gobierno necesita replantearse su papel en la economía.


srgs

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