Eric Li, el seguidor fiel

FT Mercados

El fundador y socio de Chengwei Capital minimiza los alcances de la guerra comercial entre su país y Estados Unidos, y habla de su admiración por Xi Jinping y Donald Trump.

Eric Li, fundador y socio de Chengwei Capital.
GIDEON RACHMAN
Ciudad de México /

Yu Zhi Lan está ubicado en una modesta casa en una calle secundaria de la antigua Concesión Francesa de Shanghái. No hay ninguna señal afuera que te diga que llegaste. Cuando salgo del auto, una recepcionista con una túnica rosa de restaurante me lleva hacia el interior de una sala en la parte posterior con la marca VIP, donde se arregló una larga mesa para dos.

 El fundador del restaurante, Lan Guijun, es uno de los chefs más famosos de China, FT lo ha descrito como el “nuevo emperador de la gastronomía china”. Así que este parece ser un buen lugar para hablar sobre el hombre al que a veces se le describe como el nuevo emperador, Xi Jinping, el presidente del país.

Mi invitado es Eric Li, un comentarista político y capitalista de riesgo que tiene su base en Shanghái. Ya colocada sobre la mesa frente a nosotros hay una bandeja que contiene pequeños aperitivos de aspecto exquisito. Li me dijo que este es uno de sus restaurantes favoritos y también advirtió que será caro.

Decido comenzar y sorber la “gelatina fría con salsa de uva y tortillas fritas”. Li me informa que no tenemos que comer todos los aperitivos. Antes de que los retiren, pruebo el plato característico del restaurante: “fideos de seda dorada con corazón de col”.


De camino al restaurante, leí informes de un nuevo virus en Wuhan. No parecía tan importante en ese entonces como para discutir el tema durante nuestro almuerzo. Pero en las semanas posteriores, el coronavirus (Covid-19) se convirtió en un problema mundial. Li lo describió como “el equivalente médico de un desastre natural”, cuando le envié un correo electrónico después de nuestro encuentro para conocer su opinión.

Le pregunto si quiere pedir un poco de vino. Li se niega al principio, pero cuando lo presiono, nos pide un Riesling selecto, el vino que tradicionalmente se combina mejor con la comida china.

Un momento transformador en la vida de Li fue cuando se mudó a Estados Unidos (EU) a los 18 años. Estudió primero en Berkeley y luego hizo un MBA en Stanford. Ha utilizado el modelo californiano de financiación de capital de riesgo para su propia empresa, Chengwei Capital, que tiene aproximadamente 2,000 millones de dólares (mdd) de capital bajo su administración. 

Le pido que nombre una inversión que funcionó bien y menciona a Youku, un servicio de televisión basado en internet, así como a Hanting, una cadena de hoteles económicos chinos.

Las dos compañías salieron a la Bolsa de Nueva York, por lo que le pregunto si las tensiones comerciales entre EU y China pueden dañar su modelo de negocios. Parece indiferente, argumentando que EU se va a perjudicar a sí mismo si se cierra; además, hay muchos otros lugares para recaudar dinero, como Hong Kong y Shanghái.

Le digo que algunos de los asesores del presidente Donald Trump parecen decididos a detener el ascenso de China. Li dice con firmeza: “Creo que no tendrían éxito en eso. ¿Cómo bloqueas un país de 1,400 millones de personas, que trabajan duro y aspiran a una vida mejor?”.

Aparece el primero de los platos principales. Por un momento me siento confundido, ya que es algo pequeño y delicado. “Es un parfait de caviar y camarones”, explica Li. Posteriormente llega lo que se considera uno de los mejores alimentos de lujo en China: el abulón, un caracol de mar que es supercaro y (luego descubro con sentimiento de culpa) está en peligro de extinción.

Envalentonado por el vino, le pregunto qué piensa del presidente Xi. Hace una pausa y dice: “Soy un seguidor de Xi Jinping. Bien podría poner eso sobre la mesa. Bien podría salir del clóset”.

Le pregunto si realmente pasa su tiempo estudiando el “Pensamiento de Xi Jinping” y me asegura que sí. Le pregunto cuáles son las mejores partes. “Oh, hay mucho para elegir”, dice, “pero supongo que el estrés sobre el medio ambiente”.

Li no solo es admirador de Xi sino también, en ciertos aspectos, de Donald Trump. Argumenta que, si bien Trump está equivocado al culpar a China por los problemas de EU, tiene razón al repudiar a “las élites estadounidenses tradicionales, las élites globalistas”.

Aunque encuentro muchas de sus opiniones alarmantes, disfruto hablar con Li. Pero no puedo evitar preguntarme si realmente está contento con el alcance cada vez más estrecho del debate en China. Es miembro del Instituto de China en la Universidad Fudan en Shanghái. Pero Fudan acaba de eliminar de sus estatutos el compromiso con la libertad de pensamiento. 


Le pregunto sobre esto y me da una cuenta del nuevo orden de China, que es un poco escalofriante. “Durante un lapso de varias décadas, la nación china estuvo debatiendo qué tipo de gobierno y sociedad quiere... hay personas que son liberales, que quieren un país liberal. Creo que el debate terminó”.

Li ya puede estar pagando el precio por el tono cada vez más autoritario del país asiático, y el aumento del antagonismo entre su país y Occidente. En octubre, FT informó que la London School of Economics (LSE) rechazó una oferta de financiación suya para un nuevo Instituto de China.

Hemos comido durante casi dos horas y media, de mala gana, tengo que parar y pedir la cuenta. El total fue de 4,066 yuanes, que equivalen a unas 450 libras. Como un oficial de guardia que perdió mucho, trato de no mostrar ninguna emoción. Li me pregunta si al FT le parecerá bien el gasto, luego se ríe.


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