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Estados Unidos es el enemigo de Occidente

Con el regreso de Trump, la nación decidió convertirse en otra gran potencia, indiferente a todo lo que no sean sus intereses y deja en el limbo la defensa de los derechos de países pequeños y la democracia

Martin Wolf
Londres /

“La libertad y la independencia están en peligro en todo el mundo. Si no se resiste y se derrotan con éxito las fuerzas de conquista, no habrá libertad, ni independencia ni oportunidad de libertad para ninguna nación”. Así conmemoró Franklin Roosevelt el primer aniversario de la Carta del Atlántico, que fue acordada entre él y Winston Churchill el 14 de agosto de 1941. Medio siglo después, con la caída de la Unión Soviética, era al menos razonable esperar que esos ideales pudieran hacerse realidad en gran parte del mundo. Eso no fue así. En la actualidad, no solo las autocracias tienen cada vez más confianza, sino que Estados Unidos se está poniendo de su lado. Esa es la lección que aprendimos de las últimas dos semanas. La libertad no está en tanto peligro como en 1942. Sin embargo, los riesgos son muy reales.

Destacan tres acontecimientos. El primero fue un discurso pronunciado el 12 de febrero por el secretario de Defensa de Donald Trump, Pete Hegseth, ante el Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania, en el que dijo a los europeos que ahora estaban por su cuenta. EU ahora está preocupado por sus propias fronteras y por China. En resumen: “Salvaguardar la seguridad europea debe ser un imperativo para los miembros europeos de la OTAN. Como parte de esto, Europa debe proporcionar la parte abrumadora de la futura ayuda letal y no letal a Ucrania”.

El segundo fue un discurso pronunciado por J. D. Vance, vicepresidente de EU, en la Conferencia de Seguridad de Múnich el 14 de febrero, en el que declaró que “lo que me preocupa es la amenaza desde el interior, el retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos”. Un ejemplo que dio de esa amenaza fue que “el gobierno rumano acababa de anular toda una elección”. A esto se puede responder que los europeos saben más que los estadunidenses lo que sucede cuando los enemigos de la libertad llegan al poder a través de elecciones. Pero también saben que su jefe, el propio Trump, intentó anular el resultado de las elecciones presidenciales de hace cuatro años. “Comal”, “dijo” y “olla” vienen a la mente (el comal le dijo a la olla).

El tercer y más revelador acontecimiento es la negociación sobre el futuro de Ucrania. Hegseth, por supuesto, ya había aceptado las condiciones más importantes de Putin al declarar que las fronteras de Ucrania no se iban a restablecer y que el país no podrá unirse a la OTAN. Pero esto solo fue el principio. Las negociaciones se llevan a cabo entre EU y Rusia sin tener en cuenta a los europeos, aunque a estos últimos se les ordenó que garanticen cualquier acuerdo, y, de forma escandalosa, a la propia Ucrania, cuyo pueblo ha soportado el peso de los tres años de agresión de Vladímir Putin. Sin embargo, ahora, Washington insiste en que Moscú no fue el agresor. Por el contrario, Kiev comenzó la guerra. Para subrayar la ruptura con Europa, EU votó a favor de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU junto con Rusia y China, mientras que Francia, Reino Unido y otros europeos se abstuvieron. “Occidente” está muerto.

Trump también declaró que Volodímir Zelenski era un “dictador”, un término que no utiliza para referirse a Putin, que sí lo es. Su justificación para este maltrato es que el presidente de Ucrania todavía no celebra elecciones. ¿Cómo, uno se pregunta, se iban a celebrar elecciones en medio de una guerra, con partes sustanciales del país bajo una ocupación brutal?

Como es muy característico, Trump también propuso un acuerdo inmobiliario. Según Zelenski, la propuesta original del secretario del Tesoro de EU, Scott Bessent, exigía 50 por ciento de los derechos sobre las tierras raras y los minerales críticos del país a cambio de la asistencia militar anterior, y no contenía ninguna oferta de ayuda.

Se puede argumentar que, para Trump, “dictador” puede ser un término de elogio, no de condena. Una vez más, para él, poseer un activo valioso en otro país puede ser la única razón para protegerlo. Aun así, exigir una enorme suma de dinero a un país pobre que ha sido víctima de una agresión no provocada es indignante, en particular cuando Ucrania debe reconstruirse. Es peor que el valor de las demandas estadunidenses fuera cuatro veces mayor que su ayuda. Además, según el Rastreador de Apoyo a Ucrania del Instituto Kiel, los europeos brindaron más ayuda que EU, que hizo solo 31 por ciento de los compromisos bilaterales totales y 41 por ciento de los militares con Ucrania entre enero de 2022 y diciembre de 2024. Sin embargo, ¿dónde están en estas negociaciones? En ningún lado. Trump está decidiendo por Ucrania y Europa, por su cuenta.

En total, Estados Unidos solo gastó 0.19 por ciento del producto interno bruto (PIB) en asistencia militar a Ucrania. Esto es trivial, en particular cuando se le compara con el costo de sus guerras anteriores. A cambio, obtuvo la humillación de lo que una vez se consideró un enemigo poderoso y la reivindicación de los ideales de la democracia liberal, por los que luchan los ucranianos y por los que alguna vez luchó EU.


Estas últimas dos semanas dejaron dos cosas en claro. La primera es que Estados Unidos decidió abandonar el papel en el mundo que asumió durante la Segunda Guerra Mundial. Con Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca, en su lugar decidió convertirse en otra gran potencia, indiferente a todo lo que no sean sus intereses de corto plazo, sobre todo sus intereses materiales. Esto deja en el limbo las causas que defendía, incluidos los derechos de los países pequeños y la democracia misma. Esto también encaja con lo que está sucediendo dentro de Estados Unidos, donde el Estado creado por el New Deal (el Nuevo Acuerdo) y la sociedad regida por la ley creada por la Constitución corren el peligro de su destrucción.

En respuesta, Europa estará a la altura de las circunstancias o se va a desintegrar. Los europeos tendrán que crear una cooperación mucho más fuerte, integrada en un marco sólido de normas liberales y democráticas. Si no lo hacen, serán destrozados por las grandes potencias del mundo. Deben empezar por salvar a Ucrania de la malevolencia de Vladímir Putin.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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