Este verano, Dylan, un abogado pasante de 22 años de Jersey Shore, decidió confesar a su familia y amigos un vergonzoso secreto: había pedido prestados y apostado 50 mil dólares en poco más de un año.
Su primera apuesta fue una oferta promocional de la aplicación DraftKings para el Super Bowl del año pasado: apostabas cinco dólares al que finalmente saldría campeón y ganabas 300 dólares. Gracias a un touchdown de los Rams de Los Ángeles en el último suspiro, Dylan ganó. Luego cuadruplicó sus ganancias jugando al Blackjack en línea. Quedó enganchado.
Las apuestas de Dylan no tardaron en volverse de mayor riesgo. Llegó al límite de cuatro tarjetas de crédito para hacer apuestas de hasta 5 mil dólares en todo tipo de cosas, desde oscuros encuentros de tenis en China hasta partidos de voleibol femenino en Venezuela, utilizando aplicaciones como FanDuel y Barstool Sportsbook.
“Tuve que organizar mi propia intervención”, dice Dylan, que pidió ser identificado con un seudónimo. “Nunca quise parar porque la industria simplemente te alimenta la idea… de que si sigues apostando recuperarás tu dinero”. Contarlo a su familia, dice, fue “lo mejor que pude haber hecho”.
El dato12 mil mdd de ingresos reportaron
Las empresas de apuestas deportivas en línea en 2022.
Dylan, que lucha contra su adicción con la ayuda de Gamblers Anonymous (Jugadores Anónimos), forma parte de un grupo de jugadores problemáticos que surge a la par que la industria regulada de las apuestas en línea, en auge en Estados Unidos (EU) desde que hace cinco años un fallo histórico de la Corte Suprema anuló una prohibición de 1992 sobre las apuestas deportivas. Antes de 2018, quienes querían apostar legalmente en deportes tenían que viajar a los casinos de Nevada, o de otros tres estados que estaban exentos de la prohibición.
Pero desde la decisión de la Corte, las apuestas deportivas se han transformado en un negocio tecnológico de gran crecimiento, con más de 12 mil millones de dólares (mdd) de ingresos en 2022 y una publicidad que rápidamente se vuelve omnipresente en la vida cultural estadounidense. Esta misma semana, la cadena deportiva ESPN, propiedad de Disney, anunció su intención de abrir una casa de apuestas deportivas, uniéndose así a compañías como DraftKings, MGM y la irlandesa Flutter Entertainment.
Los jugadores pueden apostar legalmente en eventos deportivos en 34 estados y en Washington D.C. En 25 jurisdicciones, pueden hacerlo en línea. En conjunto, los estadounidenses ya apostaron 245 mil mdd en deportes desde 2018.
El dato36.7 por ciento de las personas que apuestan en línea
Haber contemplado al menos un elemento problemático en su hábito de juego el año pasado.
Pero bajo el auge de las apuestas en línea se esconde una adicción de proporciones desconocidas. Los datos a nivel nacional son limitados, pero un estudio financiado por el fiscal general de Nueva Jersey revela que 6 por ciento de las personas encuestadas en este estado --el primero en aprobar las apuestas deportivas y el juego en línea-- son jugadores problemáticos, y hasta 20 por ciento de los ciudadanos muestran señales de juego problemático.
Mientras tanto, una investigación de Pensilvania, 1 de las 7 jurisdicciones que permiten los casinos en línea, descubrió que 36.7 por ciento de las personas que apuestan en línea admitió haber contemplado al menos un elemento problemático en su hábito de juego el año pasado. El número de llamadas al teléfono de ayuda del National Council on Problem Gambling --un servicios para ayudar a las personas, familias y comunidades que tienen problemas con el juego--, aumentó 21 por ciento año con año, hasta superar las 30 mil llamadas y mensajes de texto en marzo.
“Esto no es el juego de azar de tu abuela”, dice Brianne Doura-Schawohl, un grupo de cabildeo de Washington que apoya los esfuerzos para aumentar la regulación del sector. “Se trata de apostar en cada jugada de cada partido en cualquier momento… la industria te mete las apuestas múltiples acumulativas por la garganta”.
Inquietos por el clima actual, los legisladores de al menos nueve estados, entre ellos Nueva York y Nueva Jersey, propusieron o aprobaron este año proyectos de ley que tienen como objetivo limitar los daños asociados al producto, que van desde medidas para ejercer medidas enérgicas en contra de las asociaciones de compañías de apuestas con universidades hasta la prohibición de mencionar en los anuncios las apuestas gratuitas y de bonificación.
La industria del juego de azar de EU debe estar alerta ante un “Día de la Marmota regulatorio”, según Tim Miller, funcionario de la Comisión del Juego de Gran Bretaña, que pronunció un discurso ante figuras del sector en Boise, Idaho, en junio.
Hace casi dos décadas, la liberalización de la legislación británica sobre el juego de azar, justo cuando los smartphones estaban a punto de despegar, convirtió rápidamente al Reino Unido en el mayor mercado regulado de juegos de azar en línea del mundo. Sin embargo, el aumento de la ludopatía, incluidos los suicidios relacionados con la adicción, llevó a la regulación de los operadores, que recibieron un golpe de casi 252.6 mdd en sanciones del regulador desde 2017.
Desde entonces, EU superó al Reino Unido como el mayor mercado regulado de apuestas en línea, y el sector corre el riesgo de repetir los mismos errores “que vimos en nuestro lado del charco”, advirtió Miller.
El representante Paul Tonko, congresista demócrata por Nueva York, dice que el sector está operando en “un salvaje oeste, en un entorno en gran medida no regulado” y es probable que provoque una “crisis de salud pública” a menos que intervenga el gobierno federal.
“Cuando determinaron que el tabaquismo era una crisis de salud pública, hicieron algo al respecto”, dice Tonko, que propuso un proyecto de ley para prohibir toda la publicidad de apuestas deportivas electrónicas y en línea. “Creo que aquí tenemos una situación que puede imitar esa misma experiencia”.
“No puedo perder”
En la actualidad, la industria de las apuestas en línea en EU no está sujeta a supervisión federal, sino a un complicado mosaico de regulaciones supervisadas por los distintos estados. La protección al consumidor suele ser escasa, y a veces inexistente.
De las 25 jurisdicciones con apuestas deportivas en línea reguladas en EU, 20 no imponen restricciones a las apuestas con tarjeta de crédito. Tres no tienen reglas que obliguen a los operadores a ofrecer a las personas que apuestan una herramienta para autolimitar los depósitos, las cantidades apostadas o el tiempo dedicado al juego.
En total, cuatro estados, entre ellos Colorado y Arkansas, no ofrecen ningún programa estatal de autoexclusión para los jugadores problemáticos que deseen bloquear el acceso a los sitios de apuestas, y otros cinco exigen a los que realizan apuestas a que se autoexcluyan en persona. Sin embargo, los operadores de apuestas ofrecen la opción de autoexcluirse en sus propias aplicaciones individuales.
A pesar del daño que se podría desatar, las autoridades estatales a menudo se encuentran en conflicto debido a los ingresos fiscales generados por las apuestas deportivas, que desde 2018 ya contribuyeron con más de 3 mil 400 mdd de forma acumulada a presupuestos a menudo exiguos.
Nueva Jersey, que permite las apuestas por internet desde 2013 y desempeñó un papel decisivo en el caso que desembocó en el veredicto de la Corte Suprema, históricamente se considera un modelo de regulación adecuada. A principios de este año, se convirtió en el primer estado en obligar legalmente a los operadores a examinar los datos de los usuarios en busca de indicios de juego problemático.
Y en los últimos meses, los reguladores que lidian con las apuestas en línea en Ohio y Massachusetts reprendieron a los operadores por los anuncios engañosos, en algunos casos imponiéndoles multas y aplicando sólidas medidas de protección al consumidor.
“Hay grandes ejemplos de estados que asignan suficientes recursos… para ayudar a prevenir y mitigar (los problemas de juego)... y otros en los que para nada es una prioridad”, dice Mark Vander Linden, director de investigación y juego responsable de la Comisión de Juegos de Azar de Massachusetts.
Matt Schuler, director ejecutivo de la Comisión de Control de Casinos de Ohio, dice que los operadores hicieron un intento “insensible” cuando el estado elaboraba sus regulaciones para “argumentar en contra de iniciativas realmente básicas contra el juego problemático”, pero desde entonces trabajan con el regulador para estar “en el lado correcto”.
Las agresivas estrategias promocionales de las compañías levantan polémica. DraftKings recibió una multa de 500,000 dólares por parte del regulador de Ohio por infracciones, que incluían el envío por correo de alrededor de 2 mil 500 anuncios a menores de 21 años y la descripción de las apuestas en los anuncios como “libre de riesgos”.
Barstool retiró una promoción de apuestas titulada “No puedo perder”, después de que el regulador de Massachusetts investigó si se infringían las reglas de publicidad. Tanto DraftKings como Barstool, de la que el grupo de casinos Penn Entertainment sacó su inversión la semana pasada, declinaron las solicitudes de entrevistas.
El torrente de anuncios se ha vuelto tan inevitable que siete ligas deportivas, incluidas la NBA y la NFL, crearon una coalición a principios de año para promover límites a los anuncios de apuestas.
Pero Jeff Ifrah, fundador de iDEA Growth, un grupo de cabildeo que representa a las app de apuestas, dice que la reacción negativa en contra de la publicidad se basa en suposiciones que la gente hace sobre cómo la pequeña Jenny va a robar la tarjeta de crédito de su madre para jugar en línea”.
Hasta ahora, el punto más álgido de la agresiva campaña del sector para captar más clientes es una serie de polémicos acuerdos de patrocinio con universidades, donde la mayoría de los estudiantes son menores de 21 años, la edad legal para jugar. La reacción negativa provocó la cancelación de los cinco importantes acuerdos de patrocinio con marcas de apuestas como Caesars y PointsBet.
Sin embargo, los principales actores de la industria argumentan que van más allá de las exigencias de los reguladores. FanDuel, que controla casi la mitad del mercado de las apuestas deportivas, dice que no solo prohíbe la entrada a cualquier cliente que exprese preocupación por su hábito de juego, sino que también vigila de forma proactiva los factores de riesgo.
“No necesitamos que ningún regulador nos empuje en esa dirección, pensamos en eso de forma independiente”, insiste Christian Genetski, presidente de FanDuel. “El tenor en la sala es… entender que habrá cierto volumen de negocio que simplemente no queremos”.
Adam Greenblatt, director ejecutivo de BetMGM, dice que es de interés de la industria “adelantarse a una regulación draconiana”.
“La adicción como enfermedad es real… la respuesta no es cerrar todos los bares", dice Greenblatt. “Nuestro trabajo es ayudar a quienes son vulnerables y necesitan ayuda… no quiero ser responsable de un sufrimiento innecesario”. BetMGM dice que puso en marcha una herramienta de inteligencia artificial de “análisis de comportamiento” para el juego problemático en dos estados de EU.
Matthew Platkin, fiscal general de Nueva Jersey, predice que su estado va a intensificar la regulación independientemente de si las empresas están de acuerdo o no. “Este no es el fin de la historia”, dice Platkin. “O lo hacemos juntos, o nos lo van a imponer, porque nadie puede aceptar… un producto que causa adicción y peligros para la salud de nuestros residentes sin las salvaguardias adecuadas”.
Los costos humanos
Si la regulación no consigue obligar a los operadores a actuar, entonces los tribunales podrían hacerlo. Richard Daynard, profesor de Derecho de la Northeastern University, que pasó la mayor parte de su carrera enemistándose con la industria tabacalera, ahora tiene en la mira al sector de las apuestas deportivas de EU por anuncios engañosos y bonos promocionales que, en su opinión, están diseñados para que los jugadores persigan sus pérdidas (es decir, que los jugadores sigan jugando intentando recuperar lo que han perdido). Su intención es organizar una demanda colectiva para finales de año.
“Creo que se está gestando una gran reacción negativa”, dice Daynard. Está convencido de que el proceso de divulgación en los litigios, por el que las empresas se ven obligadas a ofrecer decenas de miles de documentos internos, ayudará a desentrañar las deficientes protecciones a los consumidores por parte de las compañías de apuestas. Cree que los litigios en contra de los operadores de apuestas podrían provocar el mismo cambio de actitud que experimentó la industria tabacalera a lo largo del siglo XX.
Los costos humanos de la inacción no son difíciles de encontrar. En una casa solariega de piedra rojiza, en la zona rural de Virginia, el centro de rehabilitación Williamsville Wellness trata a personas adictas a las máquinas tragamonedas y las ruletas de los casinos, así como a las drogas y el alcohol.
La dependencia a las apuestas puede ser tan destructiva como a la de los estimulantes. “Si eres un adicto al juego, harás lo que sea para apostar en cada juego”, dice Bob Cabaniss, fundador de Williamsville. “Robarás, tomarás de tu préstamo universitario, de tus fondos de jubilación, de lo que sea”.
David, un adicto en recuperación de 51 años de Nueva Jersey, atribuye a Williamsville el mérito de salvarle la vida. Hace tres años, su adicción lo llevó a tal punto de desesperación que planeó con todo detalle cómo iba a suicidarse.
A lo largo de tres décadas de juego, las pérdidas de David ascendieron a 1.1 mdd, financiadas en gran parte por el pago de un seguro de vida tras la muerte de su padre por suicidio hace 15 años, cuyo dolor cree que fue la raíz de su adicción.
La evolución de su hábito refleja la cara cambiante de la industria de las apuestas en EU: como estudiante universitario, recuerda largos viajes a Atlantic City para emprender un maratón de juegos de 72 horas; luego, cuando aparecieron los sitios de apuestas en el extranjero a finales de la década de 2000, se suscribió; para el momento en el que las apuestas deportivas se legalizaron en Nueva Jersey en 2018, su hábito estaba fuera de control.
David dice que las apuestas deportivas legales tuvieron el efecto de “legitimar” su hábito entre sus amigos. “Lo que ninguno de ellos sabía era que sus apuestas de 10 dólares eran las mías de 10,000 dólares”.
En mayo de 2020, David se lo confesó a su esposa y a las pocas semanas se registró en Williamsville. “Cuando finalmente me confesé… ella respondió como: ‘me estuviste contando un millón de mentiras’”, recuerda David. “Toda mi vida ha sido una mentira”. Pero David se da cuenta de que es uno de los “afortunados”: su seguro médico cubrió los 18 mil dólares que costó su estancia de tres semanas en Williamsville.
En 2013, el manual de diagnóstico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), equiparó la ludopatía a la adicción a las drogas y el alcohol. Sin embargo, según Keith Whyte, director ejecutivo de NCPG, es difícil que el seguro cubra la adicción al juego como diagnóstico primario y, por lo general, es necesario combinarla con un diagnóstico de salud mental u otra adicción para obtener una canalización.
En conjunto, los 50 estados de EU asignaron este año solo 110.9 mdd a servicios de ludopatía financiados con fondos públicos. Nueve estados, entre ellos Arkansas, no proporcionaron financiamiento alguno a los servicios de problemas de juego el año pasado.
Incluso las intervenciones más básicas son escasas. En lugar de asistencia de salud, muchos adictos recurren a Gamblers Anonymous. Pero 11 por ciento de los grupos presenciales certificados cerraron en todo el país durante la pandemia, lo que dejó mil 160 reuniones presenciales de Gamblers Anonymous para atender a todo el país, además de 308 grupos en línea.
“Realmente sorprende que tantos estados hayan legalizado las apuestas deportivas sin asegurarse de que esté disponible un determinado nivel de recursos… para hacer frente a las repercusiones negativas”, dice Rachel Volberg, investigadora sobre el juego en la Universidad de Massachusetts Amherst. “Es muy previsible que haya personas vulnerables que no se habrían metido en problemas de no ser porque aparecieron las apuestas deportivas”.
A falta de más recursos, instalaciones como Williamsville se ven obligadas a lidiar con las consecuencias. El lugar de retiro, que atiende a alrededor de 200 pacientes ingresados y 500 ambulatorios al año, se ha visto inundado de solicitudes desde la liberalización de las apuestas en línea, dice Cabaniss. El año pasado, Williamsville tuvo que poner a sus referidos clínicos en lista de espera debido al exceso de demanda. El próximo año casi duplicará su capacidad, hasta 38 camas, ya que más gente joven requiere de ayuda.
“Las historias (de adicción al juego) no han cambiado tanto”, dice Cabaniss sobre el auge de las apuestas en línea. “Solo se expuso a más gente a los juegos de azar… los corredores de apuestas y los casinos nunca fueron tus amigos, y las casas de apuestas deportivas en línea definitivamente no lo son”.
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