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Ethereum se consolida como pieza central del ecosistema cripto

FT MERCADOS

Ethereum cumple 10 años, ni utopía ni ruina: el futuro de las criptomonedas se juega en la zona gris.

Gillian Tett
Ciudad de México. /

Hace una década, medio centenar de inconformistas se reunieron en una casa en Suiza para lanzar Ethereum, una pieza clave del ecosistema cripto que funciona como una plataforma de computación distribuida utilizando el token ether

Al principio parecía destinada al fracaso: el grupo fundador se desintegró por disputas internas; Ethereum sufrió un ciberataque masivo; estallaron escándalos y, al igual que el Bitcoin, el precio del ether se volvió increíblemente volátil, disparándose de la nada hasta los 5 mil dólares antes de desplomarse.

Pero este mes ocurrió algo notable: justo cuando la Casa Blanca publicaba un informe sobre la Edad de Oro de las Criptomonedas, la bolsa Nasdaq celebraba el décimo aniversario de Ethereum. “Ethereum ha demostrado ser... la definición de antifrágil”, afirmó Joe Lubin, uno de los habitantes originales de aquella casa fundadora, quien presenta a la plataforma como “una capa de confianza confiable para nuestro mundo digital en rápido crecimiento”.

Los escépticos sin duda se estremecerán, mientras que los entusiastas aplaudirán. Y no es de extrañar: las criptomonedas son, posiblemente, el tema más divisivo de las finanzas actuales. Sin embargo, yo sugeriría que este aniversario debería motivar un juicio más realista —y matizado—. La última década ha revelado al menos cinco lecciones clave sobre las criptomonedas que los inversionistas deberían considerar.

el dato

2.3 billones es el valor

De mercado de Bitcoin en 2025.

Primero, y de forma evidente, los activos digitales no son homogéneos (aunque sus detractores los desprecien a todos por igual). El Bitcoin es un fenómeno unidimensional que sus partidarios comparan con el “oro digital”, mientras que Ethereum es una infraestructura multifacética. Las memecoins (como $TRUMP) flotan únicamente sobre una ola de entusiasmo irracional, pero las stablecoins se suponen respaldadas por activos como los bonos del Tesoro. Y eso importa.

Segundo, hay que superar la visión binaria sobre las criptomonedas. Los evangelistas que hace una década aseguraban que las finanzas descentralizadas transformarían el mundo estaban equivocados: hasta ahora, los activos digitales siguen siendo demasiado torpes, costosos y demandantes en energía como para reemplazar los sistemas de pago tradicionales, y demasiado volátiles como para ser una reserva de valor confiable. La criminalidad ha sido frecuente. Basta pensar en la saga de Sam Bankman-Fried, o en las sanciones regulatorias a la stablecoin tether.

Pero los agoreros que predijeron la desaparición de las criptomonedas también se equivocaron. Los precios de los activos digitales acaban de dispararse (otra vez), elevando la capitalización de mercado de Ethereum y Bitcoin a 455 mil millones de dólares (mdd) y 2.3 billones de dólares, respectivamente. Y los casi 270 mil mdd en stablecoins en circulación respaldaron tantas transacciones como la red de tarjetas de crédito Visa en el último año, según me comenta Glenn Hutchins, un inversionista veterano en tecnología.

¿Por qué? La codicia (o especulación) es un factor. Pero las criptomonedas están basadas en una innovación interesante (blockchain) que a veces puede ser útil (por ejemplo, en ciertos pagos transfronterizos). Además, algunos actores clave y reguladores están elevando los estándares tras los escándalos del pasado, y redes como Ethereum están reduciendo su consumo energético.

el dato

455 mil millones de dólares

Es la capitalización de Ethereum.

Tercero, las finanzas tradicionales están entrando al juego. Esto resulta irónico, dado que los primeros evangelistas cripto prometieron que las finanzas descentralizadas desplazarían a los incumbentes. Pero este ingreso es lo que impulsa el auge actual. Basta con considerar que un alto ejecutivo de BlackRock se ha unido recientemente a un grupo de inversión en Ethereum; o que gestores de activos tradicionales como Fidelity y BlackRock están lanzando fondos cripto; o cómo los inversionistas institucionales están utilizando cada vez más las criptomonedas como estrategia de diversificación, mientras que bancos como JPMorgan están operando sus propias blockchains y lanzando stablecoins.

Cuarto, la geopolítica de las criptomonedas está cambiando —y rápido. En la última década, gran parte de la innovación se desarrolló fuera de Estados Unidos, en lugares como Hong Kong. Pero Paul Atkins, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores, ha declarado que quiere traerla de regreso a territorio estadunidense. ¿Por qué? Una razón es que la propia familia Trump está invertida en criptomonedas. Otra, la política más sucia: las organizaciones cripto fueron donantes tan generosos de la campaña de Trump en 2024 que algunas figuras prominentes me dicen que fueron ellas quienes le ganaron la elección.

Pero también hay razones geofinancieras. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, espera que las stablecoins denominadas en dólares generen nueva demanda de bonos del Tesoro y fomenten un mayor uso internacional del dólar. Podríamos ver esto como una nueva versión de Bretton Woods en la era de Silicon Valley.

Finalmente, los efectos indirectos de las criptomonedas podrían ser aún más sorprendentes que los activos digitales en sí. Porque esta innovación nos permite imaginar alternativas al statu quo financiero y geopolítico por ejemplo, preguntarnos si realmente necesitamos depender del sistema de pagos Swift o de la hegemonía del dólar.

No me malinterpreten: al señalar estos cinco puntos, no estoy minimizando los riesgos. Los conflictos de interés de la administración Trump en torno a las criptomonedas son vergonzosos. El potencial daño al consumidor es real. Existen riesgos para la estabilidad financiera debido al creciente vínculo de las criptomonedas con las finanzas tradicionales, y al uso de bonos del Tesoro como respaldo para stablecoins. La criminalidad y el fraude persisten.

el dato

270 mil mdd es el valor total

De stablecoins en circulación.

Pero es posible preocuparse por estos riesgos —y exigir una mejor regulación— y al mismo tiempo reconocer que la tecnología subyacente puede ser útil como herramienta de diversificación financiera y geopolítica.

Por estas razones, el “cumpleaños” de Ethereum debería llevar tanto a entusiastas como a detractores a reconocer que ninguno tiene toda la razón. La vida rara vez es blanco o negro —ni en las finanzas ni en ningún otro ámbito. Y eso no cambiará, ni siquiera cuando Ethereum cumpla 20 años.

​JLR


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