Si cree que Asia-Pacífico es el crisol en el que se gesta el futuro del comercio mundial integrado, está muy desactualizado. En estos días todo el mundo está en el Indo-Pacífico. Esta parece una diferenciación pedante, tal vez un cambio innecesario que los fabricantes del juego de mesa Risk harían en el tablero para justificar la publicación de una nueva edición. De hecho, es un asunto importante, y subraya por qué Estados Unidos y cada vez más sus aliados subordinan la liberalización del comercio a la seguridad en la región.
Las zonas pueden ser similares, aunque el Indo-Pacífico suele abarcar más superficie del globo hacia Occidente, incluido todo el Océano Índico. La verdadera diferencia es que Indo-Pacífico es un término de relaciones internacionales, no de economía. Donald Trump empezó a utilizar mucho el término durante su presidencia como parte de su confrontación con China. Sigue encajando en un mundo en el que, sobre todo al tener en cuenta el asalto de Rusia a Ucrania, EU y con frecuencia sus aliados —la Unión Europea, Reino Unido, Australia y Japón— le dan prioridad a la construcción de alianzas de contrapeso a Pekín y Moscú por encima de la liberalización del comercio.
En su día, EU construyó una Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), que incluía a naciones de libre comercio del Pacífico oriental, como Chile, México y Canadá. Ahora, los miembros más preciados de su nuevo Marco Económico para la Prosperidad en el Indo-Pacífico (IPEF, por su sigla en inglés) son India e Indonesia. La Unión Europea lanzó el año pasado su propia estrategia para el Indo-Pacífico y retomó las conversaciones comerciales con India después de una interrupción de casi una década.
El poderío militar de India y su creciente distanciamiento de China hacen que EU esté dispuesto a trabajar con Nueva Delhi en todos los frentes posibles.
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Por desgracia, la fobia a los acuerdos comerciales que se apoderó de Washington hace que no pueda ofrecer el acceso al mercado como incentivo para la integración económica. El TPP se diseñó para moldear un área comercial a imagen y semejanza de EU. Se ha rechazado el IPEF de la administración Biden por contener pocas medidas vinculantes.
La Unión Europea tiene el problema contrario: puede firmar acuerdos comerciales pero no tiene una armada. Incluso en el ámbito del comercio, el modus operandi de Bruselas en Asia ha consistido, por lo general, en escoger a los países uno por uno con un modelo de acuerdo bilateral estándar, en lugar de tratar de unirlos en un bloque. La estrategia del Indo-Pacífico de la Unión Europea, que incluía un montón de explicaciones ambiguas sobre las asociaciones digitales, no gozaba de mucho más respeto entre la gente de comercio que la versión de EU.
El deseo de mantener a India de su lado hace que los aliados de EU se mantengan alejados de la liberalización agresiva y la diplomacia comercial directa. India, bajo el gobierno de Narendra Modi, puede declararse una nación mercantil y regresó al juego de los acuerdos comerciales preferenciales, pero todavía desconfía de la competencia de otras economías asiáticas, en especial de China. Modi abandonó sus planes de unirse a la Asociación Económica Integral Regional de Asia-Pacífico.
Nueva Delhi también se muestra tan obstinada como siempre en el circuito multilateral, dominando una reciente reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) al amenazar con romper una moratoria de 24 años sobre los impuestos al comercio digital, insistiendo en diluir un acuerdo sobre subsidios a la pesca y bloqueando un acuerdo sobre agricultura.
Ninguna de las economías avanzadas tiene realmente una política consistente que combine el comercio con la geopolítica en el Indo-Pacífico. Si su rivalidad con China sigue intensificándose, es una omisión que puede llegar a pesar cada vez más en la mente de los gobiernos interesados.