Cuando Kim Nam-joon, de la banda surcoreana BTS, expresó la semana pasada su pesar por “los sacrificios de innumerables hombres y mujeres” en la guerra de Corea de la década de 1950, sonó inocuo. Pero RM, como se conoce a Kim, irritó a algunos de los consumidores más poderosos y sensibles del mundo: los fans chinos.
“Soy chino, así que decidí enojarme y renunciar al club de fans de la boy band para expresar mi clara actitud”, dijo un fan al tabloide nacionalista Global Times, que denunció la referencia de RM a la “historia del dolor” compartida por Estados Unidos (EU) y Corea (con China en el otro lado) como “unilateral”. Un usuario de la red social Weibo declaró: “Fuera, no vengas a China a ganar dinero”.
Los contratiempos no fueron suficientes para arruinar el primer día de operaciones de las acciones de Big Hit Entertainment, la agencia de música de BTS, en Seúl el jueves. Los fans coreanos elevaron su valor a 7 mil 600 millones de dólares (mdd) —casi el doble de su precio de Oferta Pública Inicial; sin embargo, compañías como Samsung Electronics y Hyundai Motors tuvieron que hacer un rápido esfuerzo para distanciarse de BTS en China.
Pero si BTS, cuyo baile profesional, modales educados y ternura colectiva la convierten en la banda de K-pop más grande del mundo, no puede mantener felices a los fanáticos en un país sin que se enojen en otro, ¿qué esperanza tienen los demás? Los devotos de las boy bands solían ser dóciles: las estrellas cantaban, ellos se desmayaban. Ahora son bravos.
RM al menos trató de ser sensible; John Lennon no se molestó. En una entrevista en 1966, Lennon reflexionó: “Ahora somos más populares que Jesús... él estaba bien, pero sus discípulos eran groseros y ordinarios”. La invasión británica tenía entonces dos años y los Beatles se estaban transformando de mop tops (el estilo de corte de pelo) a maestros.
Lennon cometió un error al cruzar una división cultural entre Europa y EU: la religión estaba en declive en el Reino Unido, pero no en el cinturón bíblico. Las estaciones de radio cristianas organizaron quemas de discos de los Beatles en la gira de la banda por EU ese año, que marcó el final de sus conciertos no gratuitos.
Él dice..."Los devotos de las Boy Bands solían ser dóciles: las estrellas cantaban, ellos se desmayaban, ahora son bravos”
La tarea diplomática de las bandas era más sencilla entonces. Europa y EU fácilmente eran los mercados líderes, aunque los Beatles realizaron una gira por Japón y Filipinas en 1966. La revolución cultural comenzó en China ese año, por lo que sus adolescentes estaban ocupados en otras cosas.
El mundo ahora es más amplio. Medido por las vistas de videos de YouTube —una métrica crucial para los músicos de la actualidad— los cinco principales mercados de K-Pop fuera de Corea son Singapur, Taiwán, Tailandia, Malasia y Hong Kong.
La respuesta del K-pop ha sido diseñar una producción consistente, agradable y homogénea, similar a McDonald’s en la primera ola de globalización del consumidor. Los ídolos del K-pop son reclutados jóvenes por los tres grandes grupos de música de Corea (sin incluir Big Hit), se les capacita para bailar, cantar y comportarse bien, y solo se suben al escenario en bandas cuando ya se han perfeccionado.
Ser “diseñado por un oligopolio con muy poca diversidad en el producto”, como dice Mary Jane Ainslie, profesora asociada de la Universidad de Nottingham en Ningbo China, solo llega hasta cierto punto. En un estudio que encabezó la profesora Ainslie en Tailandia, Malasia y Filipinas se descubrió que los consumidores estaban cansados de la similitud del K-pop. Algunos lo percibieron como una forma de imperialismo cultural.
Los aficionados son más exigentes de lo que solían ser. Esto se debe en parte a que tienen más opciones —los días en que las marcas eran recibidas con un deleite absoluto a su llegada a los mercados emergentes ya pasaron— pero también gracias a la tecnología. Lennon tenía el colchón de que la protesta popular tenía que viajar por correo. La reacción a las declaraciones de RM fue inmediata.
La tecnología y las redes sociales fueron vitales para el crecimiento de BTS y el valor de Big Hit. El K-pop es visual y la banda cultiva fans en Twitter, Instagram y YouTube. Big Hit presentó por streaming un concierto de dos días BTS el fin de semana pasado en su propia plataforma, WeVerse. Los fanáticos de BTS, conocidos como The Army (Adorable Representante Maestro de Ceremonias para la Juventud), se organizan en línea.
Pero es difícil acorralar a los fanáticos que cuentan con tecnología. Algunos de los seguidores más fervientes del K-pop, conocidos como stans (seguidores obsesivos), se organizaron espontáneamente para afectar un mitin de campaña del presidente Donald Trump en junio.
Participar en una celebridad es un trabajo duro. Otros incitan a los fans para que publiquen elogios y paguen por trucos publicitarios, como escribir el nombre de una celebridad en el cielo sobre Hollywood. También gastan mucha energía elogiando a los ídolos y enfureciendo a sus rivales.
La intensa devoción puede convertirse en una decepción furiosa cuando los fans devotos se sienten desilusionados, como lo descubrió RM. El K-pop ha sido notablemente hábil en traspasar fronteras y culturas en una época en la que eso es difícil. Pero incluso una agradable boy band no puede complacer a todos sus seguidores todo el tiempo.
srgs