La cumbre de APEC de esta semana en San Francisco, que incluye a 21 naciones de la región del Pacífico, entre ellos Estados Unidos y China, cubrirá cualquier cantidad de temas predecibles, desde relaciones comerciales hasta cuestiones monetarias y de deuda. También uno inesperado: el fentanilo. Este narcótico es responsable de alrededor de 70 mil muertes relacionadas con las drogas en EU, pero también se ha convertido en una ventana inesperada a las cadenas de suministro globales y sobre cómo funcionan (o no) en una era de desglobalización.
En las últimas semanas, líderes empresariales y políticos hablaron de cómo el fentanilo se abre paso hacia EU y a otros países como México a través de pequeños envíos de bienes por cantidades inferiores a 800 dólares que no están sujetos a las barreras habituales de comercio y aduanas. Es muy poco probable que las autoridades aduaneras o fronterizas controlen estos pequeños envíos internacionales de paquetes (ya sea de drogas, ropa hecha con trabajos forzados o cualquier otra sustancia prohibida) porque están exentos de las reglas habituales en virtud de las lagunas jurídicas de minimis.
Por desgracia, dicen algunos líderes de la industria en EU, estas lagunas jurídicas que tienen el objetivo de permitir a los estadunidenses comprar, digamos, una alfombra hecha en Asia y enviarla a Estados Unidos sin impuestos adicionales ni trámites burocráticos, se han convertido en una ruta para las mulas de drogas y aquellos que deseen contrabandear productos falsificados. El comercio electrónico aumentó el número de pequeños envíos internacionales, que se realizan a través de sitios web chinos de fast fashion (moda rápida), pero también en cualquier número de sitios digitales de propiedad estadunidense o de otros países.
Incluso sin preocupaciones sobre el uso por parte de los delincuentes, el hecho de que la laguna jurídica de minimis permite a los paquetes eludir las restricciones arancelarias y comerciales está bajo la atención en EU. Cerca de la mitad de todos esos envíos son de prendas de vestir y la industria textil estadunidense, que se ha visto afectada por el ascenso de las compañías chinas, como Shein y Temu, está planteando fuertes objeciones.
Kim Glas, presidenta del Consejo Nacional de Organizaciones Textiles, testificó recientemente ante el subcomité de la Cámara de Representante sobre la “explosión en los envíos de comercio electrónico (que) creó una superautopista de pedidos a través de este enorme vacío legal, permitiendo que casi 3 millones de paquetes por día lleguen a EU libres de impuestos y en gran medida sin inspección, entregando efectivamente un acuerdo de libre comercio a China y el resto del mundo”.
Tiene razón. Los datos de aduanas muestran que EU recibió más de mil millones de paquetes individuales que solicitaban preferencias de minimis en el año fiscal que finalizó en septiembre de 2023, el doble que en 2019.
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Durante ese tiempo, los proveedores chinos de comercio electrónico se expandieron a pasos agigantados en EU. Los usuarios activos mensuales de Shein se duplicaron a más de 30 millones en el tercer trimestre de 2023 en comparación con 2021. Casi todos estos pedidos caen por debajo del nivel de minimis y los estudios demuestran que al menos algunos de los envíos contienen algodón de Xinjiang, que está restringido en virtud de la Ley de Prevención del Trabajo Forzoso Uigur (plataformas niegan cualquier infracción).
Pero incluso mientras los fabricantes de EU se quejan, otras compañías estadunidenses, en particular las grandes plataformas de tecnología, se enriquecen haciendo negocios con estos minoristas de ropa chinos. Shein y Temu se encuentran bombardeando el mercado estadunidense con publicidad digital para competir con Amazon y otros minoristas. Eso se traduce en grandes negocios para las compañías de Silicon Valley. La firma de investigación Moffett Nathanson estima que alrededor de un tercio del crecimiento de los ingresos de Meta en los nueve meses hasta septiembre provino de Shein y Temu. También son cada vez más activos en las subastas de anuncios de Google.
Esto pone de manifiesto una verdad incómoda para los reguladores y para la administración Biden. Si bien muchas compañías con sede en EU están a favor de nuevas leyes y aranceles que penalicen a las empresas chinas por hacer negocios en Estados Unidos, hay muchas multinacionales con sede en EU, particularmente en finanzas y tecnología, a las que nada les gustaría más que volver a hacer negocios como siempre.
Estas firmas elevaron sus esfuerzos de cabildeo en Washington en las últimas semanas en torno a la cuestión de las normas de minimis. Según se informa, Shein ya desembolsó más de un millón de dólares desde 2022 y está contratando ejecutivos occidentales para que le ayuden a sortear las críticas, incluido un informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad EU- China, que critica las prácticas comerciales de las plataformas.
Una cosa ya quedó clara: la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, que tiene la responsabilidad de garantizar que no se violen las leyes en los envíos entrantes, todavía no está a la altura de la tarea. El año pasado, según Glas, la aduana confiscó e inspeccionó solo una quinta parte de un punto porcentual de los 184 mil millones de dólares de valor en importaciones de prendas de vestir que ingresaron a EU. En septiembre, un grupo bipartidista de senadores escribió a Biden instándolo a utilizar los poderes ejecutivos para aumentar la aplicación de la ley y, en última instancia, poner fin a las excepciones de minimis para los envíos de textiles y prendas de vestir para el comercio electrónico.
Una medida de ese tipo pondrá más en línea a EU con la Unión Europea, que propuso un nuevo sistema aduanero digital y la abolición de las exenciones de minimis. Si se intenta limitar la distribución de fentanilo, prendas de vestir fabricadas con trabajos forzados o bolsos europeos falsificados, cerrar las lagunas jurídicas —independientemente de cuáles sean las ramificaciones del comercio electrónico— parece un paso necesario.