Al igual que sus rugientes supercoches atraen las miradas en las calles, la salida a la bolsa de valores de la compañía hace siete años dejó a sus rivales babeando. ¿Por qué? Ferrari hizo lo impensable hasta entonces en su Oferta Pública Inicial (OPI): se elevó por encima de sus compañeros de la industria para reclamar un lugar entre las marcas de lujo del mundo.
En 2015, los rivales se mostraban incrédulos ante la posibilidad de que cualquier empresa que lleva a cabo el trabajo de ensamblar coches pudiera tentar a los inversores a verlos junto a los bolsos de lujo. Sin embargo, en la actualidad Ferrari registra una valoración de 39 veces sus ganancias esperadas, según datos de Sentieo. La relación de LVMH es de 26 y la de Mercedes-Benz, es de siete.
Mientras los propietarios de marcas de automóviles de gama alta sopesan sus opciones, este tentador diferencial impulsó algunas decisiones buenas, y otras terribles.
El mes pasado, Porsche y Lotus anunciaron sus planes de vender acciones a los mercados, y ambas compañías mencionaron las acciones de Ferrari en conversaciones privadas.
Una historia con moraleja para los aspirantes a la OPI es, por supuesto, Aston Martin. Su salida a bolsa en 2018 fue clasificada entre los terribles errores corporativos en la historia de la industria automotriz.
Cualquiera que asistiera a las presentaciones de los inversores antes de la salida a bolsa era bombardeado por los paralelismos con Ferrari, mientras que marcas como Hermès eran frecuentemente invocadas en las presentaciones por la dirección. A pesar de ello, los niveles de precios para la salida a bolsa fueron rebajados una y otra vez.
Sin embargo, cuatro años y un rescate financiero después, el precio de las acciones de Ferrari sigue siendo la estrella de Aston. Lawrence Stroll, el multimillonario y propietario de una escudería que lideró el rescate de la empresa en 2020, apostó su reputación administrando marcas de primer nivel como Michael Kors para devolver a Aston su brillo de lujo.
Su justificación para invertir en la empresa fue que si las acciones de Aston Martin valían mil millones de libras en ese momento, y las de Ferrari 50 mil millones de libras, entonces cerrar la brecha aunque fuera un poco llevaría a un enorme aumento.
Que alguno de ellos tengan éxito o no depende de si el fenómeno se puede repetir o si, como señalan los fans de la marca, la empresa es única. Argumentan que, aunque los productos de Ferrari se parecen mucho a los coches, al final son tesoros coleccionables.
Cada auto que sale al mercado se vende, y cada nuevo modelo se agota incluso antes de que empiece la producción. Los analistas se fijan más en la cartera de pedidos que en las ventas.
Incluso Aston o Porsche, que manejan modelos especiales de alto precio que se agotan antes de salir al mercado, tienen negocios cuyo desempeño no está al mismo nivel.
La valoración de capital de Porsche en la OPI probablemente sea de unos 90 mil millones de euros. Esta cifra es muy superior a la capitalización de mercado de 37 mil mdd de Ferrari, pero representaría un múltiplo del valor de casi la mitad del que disfruta Ferrari, una hazaña que sitúa al rey de los supercoches en una categoría aparte de la mayoría del sector. Parece que Ferrari sigue siendo inalcanzable. Pero no impide que los demás lo intenten.
srgs