En auditoría, no tener noticias suele ser una buena noticia. Las compañías bien administradas esperan el mismo resultado cada año: un informe de auditoría limpio, sin calificaciones.
Los auditores de Reino Unido están atrapados en una rutina más triste. La inspección anual de la calidad de las auditorías que lleva a cabo su regulador ha sido muy similar en los últimos cinco años. Según el Financial Reporting Council (FRC), entre un cuarto y un tercio de las auditorías realizadas por las siete firmas más grandes han requerido mejoras o mejoras significativas. En su última auditoría de auditores se determinó que 29 por ciento de las 103 auditorías de “mayor riesgo” correspondían a esas categorías, apenas un pequeño avance respecto al 33 por ciento del año anterior.
“Algunos pueden cuestionar lo que ha estado haciendo el FRC y por qué la mejora de la calidad de la auditoría sigue siendo lenta”, dijo sir Jon Thompson, director ejecutivo del organismo, en un comunicado sobre las últimas inspecciones.
La carga de la mejora debe recaer principalmente en las firmas de auditoría. Nadie es perfecto, pero FRC destacó a KPMG por no cumplir con sus estándares requeridos por tercer año consecutivo, y señaló “debilidades significativas” en el procedimiento en las auditorías de la firma del sector bancario.
Otro motivo de preocupación fueron los decepcionantes resultados de las inspecciones de Mazars y BDO, dos de los posibles rivales para el dominio de PwC, Deloitte, EY y KPMG. El FRC revisa solo una muestra muy pequeña de auditorías de estas firmas, y un tercer rival (Grant Thornton) fue el que mejor desempeño tuvo de las siete firmas revisadas anualmente. Aun así, los contendientes deben demostrar que pueden mantener la calidad de las auditorías a medida que se fortalecen para competir con las Cuatro Grandes.
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En cuanto al regulador, es duro describirlo como desdentado, pero FRC sin duda muestra signos de deterioro. Su presidente permanente dejó el cargo en mayo de 2020, y Keith Skeoch, el presidente interino, debe salir en octubre. Él advirtió del “grave riesgo” de que las brechas en el consejo directivo retrasen la tan necesaria transformación de la institución. El gobierno necesita actuar rápido para cubrir las brechas. Una gobernanza debilitada puede socavar los esfuerzos de FRC para mejorar la auditoría y poner aún más obstáculos en el camino de la creación de un sucesor más contundente, la Autoridad de Auditoría, Presentación de Informes y Gobernanza (ARGA, por su sigla en inglés).
Las consultas sobre la documentación técnica del gobierno sobre estas reformas se cerraron este mes. Las propuestas prometen énfasis en la calidad de la auditoría, junto con el fomento de una competencia efectiva. El gobierno quiere que ARGA fortalezca la gobernanza de las prácticas de auditoría. Entre otros planes, ARGA ayudará a garantizar que el salario y los incentivos de los socios auditores estén vinculados a la calidad de su trabajo.
Ese tipo de cambios serán bienvenidos. Mientras tanto, FRC está haciendo todo lo posible para impulsar la separación operativa de las divisiones de auditoría y consultoría de las Cuatro Grandes, mejorar los estándares y fortalecer la aplicación, al tiempo que fomenta un mayor desafío y escepticismo profesional en la cultura de auditoría. Sin embargo, tal como están las cosas, incluso si la caseta para el nuevo regulador está lista, no será ocupada hasta 2023.
Sin embargo, como señala el regulador en relación con la inspección por debajo de lo aceptable de KPMG, el cambio de cultura “requiere tiempo para integrarse”. Es natural que los auditores, por muy buenas que sean sus intenciones, se muevan más rápido si sienten que si no avanzan tendrán consecuencias directas. Por desgracia, una mayor confianza en el sistema está sufriendo en este momento.
Cada año que pasa sin una mejora significativa en la calidad de la auditoría deja a las compañías, sus empleados e inversionistas expuestos a un mayor riesgo de otro fracaso corporativo.